miércoles, 29 de mayo de 2013

Tristeza II





Quiero pensar que otras canciones
que los años vuelven viejas
y de tanto cantarse siguen frescas
me regresen a esos tiempos de cedros
cipreses,  laureles en la frente 
y caballos en el viento persiguiendo
heliotropos, azucenas y mujeres. Tristeza I


Yo no sé si es la poesía, el sentimiento o las dos cosas
que me empujan a buscar el verso para escapar
de esta terrible sensación de peces muertos,
en el silencio dibujado de sus grafías o en la imagen
que se viste de colores vespertinos por el  tráfico
y  se cuela en el balcón junto a un sonido eléctrico
de grillos autómatas que le dan forma al vacío,
en este sórdido momento que atraviesa mi mente
con ese olor de despedidas y adioses sin retornos
al  viaje interno  por las oscuros países que me habitan
en las fronteras   de la soledad  y la melancolía,
ama de llaves  eficaz de todos mis estados de ánimo
residentes de mi cuerpo desde hace varios años.

De repente hay días, meses, donde me visita la esperanza,
El presagio y la complicidad y el rostro de la casa cambia,
es un efecto de estación de primavera que el tren arrastra
el vagón de  soles y pájaros que inundan los silencios
que se forman en las espesas distancias de  lo insólito.

Entonces me descubro vestido de colores brillantes
y ya no importan los achaques de los vecinos o sus lamentos.

Sin embargo esos días se evaporan y solo el recuerdo los teje
para cubrir la melancolía de un frío perenne de lunas invisibles
cuando se escucha esa terrible sonata de ausencias y de olvidos
por esta tarde solitaria que en otros momentos sería placentera,
vaivén de hamaca en el portal enfrente de los palos de guayabo,
reposo de pájaros después de una mañana de gusanos y chicharras.

Solo el lejano ruido de los autos y una sirena intermitente
como  presagio de  la muerte de un sentimiento que no dio a luz,
ese profundo dolor como fantasma que deambula por mi piel
en lugar de  un mediodía de domingo en la plaza de Coyoacán
tu y yo tomados de la mano y tu otra mano tocando el corazón
y atrás la historia,  la catedral del franciscano y la palabra amor
que entre cruces, espadas, colores de otros mares, contradicciones,
simbolizan un pasado,  como el nuestro,  que nunca pudo darse
solo el encono en la palabra, la fuerza bestial que tiene un signo
una coma, un silogismo que encriptado desciframos a destiempo,

un verbo sin tiempo ni pronombres  estático y por lo tanto infinitivo. 

sábado, 25 de mayo de 2013

Entre sueños



Mujer, pájaro y estrella, Joan Miró

Amanezco con tu nombre besándome los párpados
después me preparo un café cargado para despertar
pero no puedo desprenderme de tu imagen
entre sorbo y sorbo imagino el temblor
de  pájaros inquietos por tus labios
susurros de paloma acurrucada
por los rincones de tu cuerpo
y sobre tu piel mis sueños
dibujan ceremonias
de milenarios ritos
ortográficos
un pensamiento cortado en mi garganta
por diminutos colores transparentes
de silencio acariciado por el alba
con gotas generadas
por la madrugada
entre canarios y amapolas
cuando te pienso
inmersa
en ese lugar sin tiempo
como tierra preñada
donde se gesta
el beso
y
la palabra

lunes, 20 de mayo de 2013

Jazmín / dos poemas cortos


                                          Pintura: El canario de jazmín de Ángel Escalera



                                                                        I

Nuevamente el mar 
en la humedad del silencio,
donde la magia, en su escondite
de jazmines se refleja 
por algún lugar del pensamiento,
te convoca a ser manglar, gaviota,
pájaros que anidan en tu cuerpo 
y tu boca carcelera de mis sueños.



II

Nos hemos convertido en cómplices
en esa trémula comunión de intimidades
cuando la luna exprimía de la noche
los aromas que fecundan la mañana
como lamento de pájaros en madrugada.




viernes, 17 de mayo de 2013

Turpial




     

                                                                                                                                                  
Es de noche, y en este pernoctar
haré que mi ave mística revolotee tu recuerdo...



En los húmedos presagios del espejo
se pronuncia tu vientre en su reflejo
y es cubierto por gramáticas de fuego.

Sobre tu piel vuelan garzas, danzan
parábolas en titubeantes geometrías,
en tu manantial, borbollón de silencios.

En arpegios oscilantes, aves místicas
tejen sus notas en un tejido de léxicos,
un temblor de  susurros por tu cuerpo. 


Prisma de luz el tiempo se detiene
y se  difractan las palabras arropadas,
caleidoscopios en desconciertos jubilosos.

Letras en círculo como auguras o sibilas,
por el umbral recorrido te conjuran.
Entre callados pensamientos llueve…

Tus labios adosados, besos,…  portal de pájaros.


martes, 14 de mayo de 2013

Otros mundos

                                                                   Leticia  Herrera




Recortar las antípodas entre tus labios,
el aquí y el allí que se ofrecen a mi boca
 la línea donde quedan atrapadas tus palabras
y la otra boca que pronuncia el verbo...

Quiero tocarte toda,
lo que puede significar esa palabra
que se reconstruye entre mis dedos.

Porque tocarte es definir la geografía
con esa sensación de aventurero
al encontrar la tierra prometida.

Tener el valor de escalar sus promontorios
como un águila que al fin encuentra su morada
o descubrir el cielo en las grutas de tu cuerpo.

Profanar los océanos  sagrados de tu mística,
y sentir lo que es morir en tus entrañas,
al renovarme  bautizado entre tus aguas

donde el amor no es un lejano paraíso
sino la carne que florece en el misterio
revelado en los callados símbolos del sexo.

Tu eres todas las palabras para mi,
tu cuerpo, altar donde me sacrifico,
templo donde ofician mis caricias

y me entierro entre tus labios,
en ese lugar que se transforma
en mi punto imaginario,

la compuerta de otros mundos
y en esos mundos diferentes,
tu yo sostenido por mis manos.

domingo, 12 de mayo de 2013

Dualidad




                                 Acercamientos 3 de Lety Herrera



Me desperté con una sensación
de cementerio y  besos rotos
al darme cuenta que dentro de ti
gravitan desérticas ciudades
que se construyen por tus venas
en esa parte donde no me habitas…
te llueven relicarios de vacío,
ausencia de pájaros, árbol sin raíces,
calles sin rumbo, aromas sin verso
demolidos por espejos solitarios.

Y sin embargo también dentro de ti,
gaviotas y besos color sangre,
jardines con sabor a  labio
que el cielo alcanzan
por la avenida de tus huesos
donde reside el Verbo
en un infierno sin pecado
y  el paraíso merecido
es manantial de mariposas
que inundan tus ciudades
y las pueblan de sueños
con  despertar de campanario
y  crecen por tus huesos las raíces
enramadas de  pájaros
y flores que tapizan camposantos.

Entonces, lentamente
esa sensación de muerte,
desaparece sin reclamos
junto a las ciudades sin nombres,
las geografías sin historias
en las calles polvorientas y desérticas,
cuando en tu piel diluvias amapolas
en esa parte de ti que me domina
donde  te nacen  verbos y silencios
y florecen tus mundos de poesía.


sábado, 11 de mayo de 2013

MAR...






                                                                       Arbol poema incubándose milagroso
                                                                      deberías verme bajo su silencio amado
                                                                      respirando su oxigeno vida
                                                      Ataviándome, renaciendo desde el verbo… (ACZ)



Emergiste del silencio con el pretexto del poema,            
con escenarios idénticos de azul líquido
se cruzaron suspiros de septiembre
discurso de letras entre  trinos de pájaros

En un diálogo perfecto de dos almas solitarias
encontramos la necesidad de resolvernos
en una travesía mas allá del cuerpo y del deseo,
accidentes del destino fueron rebasados

El reloj sin manecillas se detuvo
en un tal vez sin tiempo del espejo
se transformó en  nave que viajamos
y así nos olvidamos de dos mundos paralelos.

Un viento frágil desplazaba la barca al infinito
el sol dorado y mágico quería detenernos
mas fue imposible, un punto inolvidable
era el atractor de nuestros sueños.

Y así surgió un canto que no era de la vida
pero tampoco fue el coro de la muerte
quien nos acompañó en ese periplo
en que inventamos un cronos distinto.

Con pedazos que armamos del pasado
y un futuro que robamos por instantes
el presente era el vaivén de los silencios
la estación repentina del descanso etéreo.

Un árbol susurraba nuestros nombres,
con un lenguaje al principio incomprensible
fuimos bautizados en la palma de tu mano
bebimos  en ella la  escencia luminosa

Fuimos tierra y cielo en que la flor nacía
pájaros renacidos en la profundidad del alma
sendero de sombras donde la luz nos guiaba
hamaca suspendida en los retenes del vacío.

Así nos percatamos del concepto de la nada
y el verbo fue encarnado en un dialogo mudo
quien eras tú te preguntabas en medio del marasmo,
del placer profundo en un milagro sin ángeles

Quien era yo que cambiaba la noche inmensa
por mañanas coloridas de gaviotas y pájaros
de caudales en dos corrientes amorosas
sensaciones agridulces para soportar el día. 

En el viaje  por  amargos desconciertos
y canto de sirenas que nos invocaron,
por más que fui amarrado al mástil de tus sueños,
fui sorprendido sin haberme dado cuenta.

ahora estoy solo, sin esa parte que es mía
necesidad del alma de hallarse descubierto
que no puedo llenar con horas falsas
en la espera solitaria del recuerdo.


Del poemario: Ishtar, el encuentro. 2009

El recuerdo






El caminar será un misterio
no pude morir antes de nacer
después de todo lo vivido,
que el sueño continúe su delirio.

Tiempo en el hueco de su mano maestra
yo en el vértigo del ser
tratando de resurgir de la horas
para renacer de la nada.



I


En la palma de tu mano
que me ofreces
para albergar el tiempo,

en las horas renacidas
que resurgen del silencio,

en la estela de estrellas
que la palabra te dejó como un soplo,

en el poder manifiesto de una mirada
que se ha perdido en el vacío

en ese instante
que la distancia entre ambos,
parece rescatarnos

para no quedarnos ciegos
por la rutina aplastante
de los lugares repetidos y comunes,

es verdadero lo que esconde el tiempo.


II

Los sacerdotes del silencio despertaron
en la voz suplicante del maestro,

aquel que fue bautizado en la poesía
entre vientos que borraban  sus preguntas

y allá en el tiempo exacto del conjuro
el corazón pudo ver con los ojos 
pasmados de la nada.

Hoy, en esta madrugada de conciertos
Cuando todo el mundo duerme
acariciado por los sueños,

La historia se construye
en una sinfonía de voces
suavizadas con la tersura 
de tu  mirada
para el desconcierto 
de los ciegos.

El canto dulce del señor,
como un lamento,
una caricia,
regresa a mi de nuevo
para quedarme en el recuerdo,

cuando las flores invisibles del amor
brotaban del silencio,
llenándome de asombro repentino
al no saber de cierto que ya estaba muerto.


III

Antes de que el viaje de las horas
en el trayecto del sueño
se fuera apoderando de su sangre
y sus quebrantos.

Antes de sentir la nada
en el hueco de tu mano
y con una palabra en el centro del vértigo
renacieras nuevamente con su soplo.


Tras de ti, detrás de tu mirada,
que es repetida en el espacio
y en otros rostros que dejaron
su huella de amor y pertenencias
en intentos de equilibrio mágico,
la memoria se sacude la nostalgia
con los ojos internos,

el retorno a lo que fue diferente,
sentirnos vivos en la presencia
compartida con el otro,
diálogo del jardín perenne
de la multitud sin nombre,
oraciones a la ausencia
de un corazón dividido.

En ese cuarto solitario
que la soledad los compartía,
se reunían las voces descubiertas
por el brujo para leer poesía;
en esa sinfonía de soledades,
almas inquietas  y a la deriva
compraban un pedazo de cielo
para sembrar verdades
al destino injusto de los hombres,
y abrir sus pulmones
para cantar el himno hacia la vida.


IV


Mi tiempo ya es tu tiempo
hemos navegado en el silencio,
guardado las partes rescatables
construido con metáforas la espera,
saber que existías en alguna parte,
no tener un templo para conjurarte
o para rezar y pedir que regresaras,
solo el pensamiento mismo del intento
la fuerza de ese hueco de tiempo
que no se llenaba con los otros tiempos
o lo que nosotros ya sabíamos,
que en alguna parte de este mar profundo
que algunos llamamos universo
y en un disfraz de rostros y de cuerpos
procesiones largas  de vidas en espera
fantasmas en línea y al lado del cortejo,
tierra sobre tierra para nosotros muertos
partos de luz para nosotros renacidos
y vueltos a nacer en otros
 y dar amor para los otros
que callados nos amaban
en el sueño intermitente de nosotros.

Estás ahí,
casi te encuentro,
espérame,
no se quien eres y te siento,
no se por qué sin conocerte
ni saber nunca de ti
te necesito.

Del poemario: Ishtar, el encuentro. 2009

viernes, 10 de mayo de 2013

El otro Yo / El verbo




He querido alejarme de la ventana,
la entrada a un sinfín de realidades,
la trampa del intento es una percepción falsa,

escapo del presente para vivir sin tiempos
para entender que el verbo es una regla
de signos incoherentes mas allá de la gramática,
el arquetipo del símbolo,
el sastre del espacio tiempo,
una imagen sin metáfora,
la estática en el otro lado del espejo,
la línea paralela alrededor del círculo
el otro yo al acecho.

El universo es un pañuelo de huecos infinitos,
una tobogán donde el silencio fluye
y yo soy un punto sin parámetros
en el desliz del verbo,
el acento imperceptible del sonido,
un número muerto en la ecuación del tiempo.

Me asomo a la ventana
y una sensación de música sin notas
me domina dentro de una placenta 
mágica e insondable.

Estoy solo y el verbo me convoca:
la percepción de Dios, el amor,
la nada y todo, se dibuja con palabras
en esta soledad sin nadie.

Estoy dentro del verbo,
en este capullo nazco y muero.

Danza del maíz


                                                                    Foto de Miguel García



Leo y viajo entre las historias del viento,
la flauta las evoca en puntos exactos
la falda de maíz ondula y canta.


La falda de maíz después del tiempo
se ha podrido entre los palos de guayabo,
largas caminatas de los pies cansados,
crímenes siniestros...


Solo hay un grito en el destierro
en la parte en que es uno con la tierra
y no tiene que ver con el zócalo,
esa caja de madera que nos roba historia.

Son las mismas faldas de hace treinta años,
con un tendido de cilantro y rábanos
antes nopales, cebollas y chiles serranos.

Ahora son despojadas de las manos
ayer la vida en una llamarada
tiempo de temporal para los gusanos,
desperdicios del muerto
carcomido del gobierno,
las mismas chingaderas
en cuatrocientos años,
lo mismo de siempre
pero ahora con otras dosis de reclamos,
de encierros diferentes
secuestros,      
crímenes entre hermanos,
cofradías siniestras de la droga
subsidios de corbata,
caja de pandora reventada
sin guerrilleros o estudiantes presos,
solo niños y mujeres muertas,
seres encerrados,
prisioneros de sus mismos miedos
finalmente  Cronos, el monstruo.

El fantasma sindical del civismo
llueve sobre nosotros
y nos mata.

Somos la presa que maduró en la ignorancia
los reclamos silenciosos del tiempo,
las lecciones que no escuchamos
las noticias maquilladas,
los dolores de cabeza.

Somos una larga fila de seres sin pasado
sobreviviendo a la historia del reclamo.
.
                

jueves, 9 de mayo de 2013

La nada y los pájaros (apuntes para Narvarte)





En medio de este solar impresionante mientras la mañana se desvanece con los grillos y tres hombres para aplacar el hambre los devoran en un sartén armado con una lata de manteca; con un frío calado por mis huesos y un cielo despejado convertido en manto del Ajusco, veo pasar cinco décadas y como si pasara una docena, no hay pardos viajeros ni cantadores provincianos y a pesar de un kilómetro cuadrado sin cemento esta sensación de ausencia invertida por el todo se llega a despoblar de los recuerdos tiempo a verso.



No se ha quedado un instante sin mi nombre despojado, ha crecido la angustia, la soledad, el amor; la calma y el cabello se ha tornado de un color
mas argentino; se ha perdido en el vacío de mi memoria cada terreno, una a una las piedras lanzadas a los aires para espantar a las criaturas que se llevaban nuestro sueños o la tarde.

Se ha borrado en mi memoria esa mancha de edificios gestada en la oferta y la demanda. La escuela, los retornos entre cables sosteniendo los tranvías
lugares de descanso, las milpas cada cuadra y los que siempre cuidaban los terrenos, se han ido, cuando entonces tampoco podíamos impedirlo al imaginarnos el futuro  con el mismo escenario.

Continúan otros nigromantes de mi corta travesía a llamarme por mi nombre por todos estos años; a conocerme, según ellos, con un rato de intercambio, una partida de ajedrez, el bote pateado, la reunión de unos vecinos al compás de la anarquía, el aprendizaje de los besos y el amor sin prisas.

No hay remordimiento al apagar con llanto sus ausencias o mitigar con el recuerdo las esperanzas muertas y a medida que la ciudad cambiaba de escenario, otras ciudades desvestidas de la magia, se apoderaban del sexo y la poesía, se jugaban otros juegos para poder llegar a ser gigantes, intercambio de autores entre tazas con un café sin tueste, marchas silenciosas e interminables por el paseo de la Reforma, reunión de disidentes con el gastado bote de los juegos en la esquina, historias de otros hermanos muertos al exigir el cambio, que fueron aplastados por la misma maquinaria que presagiaba el progreso; las cárceles para los apestados, los que podían pensar o rebelarse ante el tirano, la forma diferente de besar  en la plaza a tu pareja, el grito del rock con otros gritos confundidos al perder nuestra inocencia, el engaño de los años y el retrato de un rebelde, la locura, mejor el nombre repetido para subvertir al verbo y luego el exilio, la hipocresía del discurso demagógico que de igual forma encierra al disidente.

Los lugares de intercambio en Buenavista por la música deseada, largas caminatas entre pasillos reducidos con libreros en lugares especiales, otras formas de consumo para idénticas formas de vida en coincidencia y después las oficinas, los papeles dibujados con diagramas vetustianos y caducos, los inicios de un progreso para un par de privilegios y dos colonias emergentes,
las materias sustitutas de la historia y la historia verdadera para unos cuantos, la ignorancia con no pocos diplomas a diez mil pesos el semestre.

Pero siempre la música es mi eterna compañía y la que cambió mi historia el acontecer de varios puntos en esta sucesión de paradigmas uno tras otro para romper el cerco y ensanchar la confusión en el planeta y después de varios siglos, el regreso como una moda más por esos años a la enseñanza de otros sabios diferentes, a las túnicas y el ágora en los oráculos de los anafres encendidos, el ocote y las plantas de la magia, el conocimiento sin la razón de los teoremas, la fuerza de luz en un instante cuántico, el humo del copal, la otra percepción de las estrellas, el constante conocer sin haberse conocido y un toque de espíritu en otro toque mágico.

Después la conciencia, el hombre nuevo que de tanto desgaste ha ido envejeciendo, el desahogo de las cuatro de la tarde alrededor de una mesa de cantina para olvidar los días repetidos, para cobrar el diezmo, la cobardía de no decir una palabra que disgustara al jefe o provocara que fueras conflictivo, las caricias pagadas para seguir en el mismo lenguaje del tirano,
para comprar el paraíso, de vez en cuando el diezmo.

En una tarde sin objetos de apoyo o desahogos simbólicos, como las dos palabras repetidas en un discurso largo, ¡Oh Dios!, como extraño la ausencia
de lo que alguien se robó sin darme cuenta y ahora nuevamente: El despojo,
un frío calado hasta los huesos y otras palabras que construyen mi lenguaje
me aseguran que de igual forma sigo siendo el mismo y este intento recurrente de la explicación sin el silencio, es mi forma de ser, mi propia ideología que  a estas alturas, de ser un devorador de letras sin rumbo, un retorófago en el manual de los no iniciados por el profundo mundo de los privilegios, aprendiz de principiante para lo que en este entonces el tiempo es un accidente, negador de las artesanías de la elipsis y la metáfora; regreso mejor al sillón cómodo de las cinco de la tarde a la espera de la verdad única en mi vida, en la vida de los hambrientos, en la apatía de mis paisanos, en la brutal postura de  los que leen las noticias y lamentan la tristeza ajena desde este cómodo sillón de la inconciencia.

Rechazar al premio Nobel de este año porque algunos se lo merecen o por que no comparto sus ideas, en fin, buscar en el espacio virtual de las imágenes la respuesta sin preguntas, el amor que alguna vez se perdió en una sala de cine en un barrio fantasma, las butacas de madera por donde las chinches se colaban hasta el colchón compartido con algún intruso de provincia, al menos la misma sangre y los juegos cambiados y los sueños y el cine y el beso único después de diez funciones con la vecina de al lado y los comerciales en su pleno apogeo y algunas noticias de un grupo que cambiaría la historia.

No obstante, en medio de balcones, prados perdidos en la ciudad universitaria, viajes interminables en un carro compacto y dos cigarros de mota, sin haber leído “In the road” y no entender las letras de las canciones, mientras una bruja blanca del imperio, apóstata, convertida en la diosa de la contracultura, me trasmitía el halo de la vida por medio de sus nalgas y dos pezones rosados en un cuarto de hotel barato, en tanto se escuchaba la música perdida entre sus letras de un judío converso en el templo de la tarántula con el pan y el vino para celebrar la vida en una noche de símbolos perdidos en la inmensidad de las sábanas.

Largo periplo hacia el lugar preferido de los gringos después de haber matado por obligación al miedo de lo que nunca comprendieron en esa década y sin embargo lo olvidaron, a pesar de la memoria digital y las letras grabadas en un rollo de papel que se fue por el caño, mientras  Mick Jagger, con su voz pastosa regalaba una ilusión de lo que no éramos.

La vida se desmoronó por un instante que se prolongaba en el tiempo de las necesidades y algunos lugares dejaron de ser los solares urbanos, las vacancias del espíritu por llenar y entonces la forma de dormir y las esperanzas se encontraban en el umbral de la sierra, entre los hongos descubiertos por otros hombres blancos y la clandestinidad de la guerrilla en Iztapalapa.

Los manteles cuadrados del café de San Francisco permanecieron intactos mientras unos ojos azules estaban inmersos en el espacio ausente, en la canción de los Who y los sueños que se fueron desvaneciendo entre cervezas narvartianas por alguna calle diferente a las calles de las tardes de niñas de uniforme de colegio de monjas y los buenos días de los vecinos luchando por lo que no comprendíamos.

Las manifestaciones calladas se desbordaban por el silencio de los diarios y las noticias de algunos muertos se esfumaron en la inconciencia provocada por la supervivencia.

Las matemáticas pasaron a formar parte del cementerio de los inútiles y la revolución de los otros repercutió en el largo pasillo de los silogismos y las interpretaciones absurdas de la historia, después se dijo que todos ellos estaban equivocados y terminaron en el manicomio.

Al pasar de los años, la maquinaria de la gran costumbre fue la devoradora de  sueños y solamente en alguna ocasión burlábamos a la muerte en una frase o una rica cogida que se perdía al día siguiente en otro nombre de mujer.

¿Cómo atrapar el instante en que las diferentes señales me indicaban que el mudo había cambiado y nosotros, los de entonces, ya no éramos los mismo?

Solo había una larga letanía de versos del evento posterior, del relato lejano que los historiadores de la forma nos convencían que era nuestra herencia, el pasado inmediato, el centro ceremonial de lo que alguna vez éramos, se había escondido en una sala de museo y algunas fechas memorables.

Siempre los hombres blancos denunciando a los hombres blancos desde ese largo viaje de la muerte hasta la muerte en “el corazón de las tinieblas” que un visionario apenas dejó asomarse de lo que en realidad no era la vida para todos.

Luego el escape, la fuga, el diálogo diferente para explicarnos y nuevamente los locos de la esperanza satanizados por la ideología encubierta del progreso.

El repudio de las geometrías cartesianas en una sala de monos  y un paréntesis del retorno en la isla de las contradicciones, el oxímoron nuevamente en nuestras vidas antes que el copal y la tierra sagrada del peyote, el grito y la catarsis de los que no acataban que su destino era un largo pasado.

El retorno de lo que en realidad fuimos para transformarnos en un amasajo de huesos y carne solidificada por la memoria.

El único sentimiento despojado de las capas superpuestas de la mentira a través de los siglos y el cero descubierto en un programa de televisión, la historia contada por Hollywood o las esperas desesperantes de la leche  a la mitad de precio cuando podía estar contaminada por la herencia maldita de la corrupción y el legado de la indiferencia para los que no eran como unos y no sufrían en ninguna devaluación que atormentaba  la clase media, la única “salvadora de la dignidad del ser urbano”.


Mas adelante llegaría la respuesta transformada en un sinfín de palabras que en ocasiones se asomaban tímidamente por la ventana o sobrevolaban por la playa de las caminatas, de la aceptación, mientras el inmenso universo nos recodaba que el colapso del tiempo solo era parte de la invención del hombre para crear dioses sin vestiduras.

Las rasgaduras del cielo donde se colaban las inmundicias de lo que en un salto cuántico habíamos generado después de un millón de años.

Finalmente no lo veríamos, la gran mayoría rezaba porque no pasara el infierno por sus vidas  y el Apocalipsis no llegara hasta después de encontrarse muertos y la descendencia pudiera hacerse cargo de un pasado que no logramos construir en los momentos de las confesiones.

Todos nuestros antepasado se encontraban hospedados en las páginas de los libros de texto, algunos querían borrarlos ahí mismo en aras del progreso. Yo regresaba nuevamente a la época en donde me sentía seguro y la esperanza no era una palabra obsoleta.

(Escuchaba a los Creedence, cuando los ignoré en esos momentos, Gerardo, mi amigo muerto, seguía vivo y sostenía la bandera de la vida mas allá de la muerte, soñaba con ser piloto, jugaba a que la vida era así como la que vivió después de vivo hasta la muerte..)

Me había cansado demasiado rápido del oficio de los números y las leyes, de lo que era correcto o incorrecto, de las múltiples llamadas a misa durante varios años en la misma calle de una iglesia.

Finalmente había sentido que de vez en cuando un escape de la moda de aquellos tiempos era el reencuentro con lo que me llevaría  a estos años donde renunciaba de todo, menos del juego de palabras que me encontraron en una plaza de Madrid en 1936, “Frente a la tarde de salitre y piedra”: Fue cuando Ulises y yo nos desplazamos al centro ceremonial de los aztecas para escuchar un inmenso discurso sobre la muerte y los espejos en una noche donde el brujo que me inició en el mundo de las sensaciones escritas, me enseñó a tejer mis recuerdos con las presencias de los símbolos y los fantasmas de tiempos que no eran lineales.

Bordados en que las mujeres formarían parte importante después de un proceso de aprendizaje hasta llegar al feminismo y recordar a las viejas hechiceras de la familia.

El círculo alrededor del fuego, los muebles viejos en un librero mágico y un hombre que me sorprendió con tres historias que me marcaron. El estilo, la forma, el sempiterno valor de la retórica en un espacio repleto de metáforas como mariposas de Kenya, rinocerontes  e hipopótamos  en las aguas de un río que ya había desbordado su porción de magia y sin embargo no pudo desgastar a la piedra donde la imaginación estaba escondida.

Palabras que generaban el acontecimiento, donde las teorías de la Física se desmoronaban, pulverizadas por lo que no tenía coherencia y sin embargo... se movían como los molinos de viento retando a Don Quijote o Don Juan traspasando el infinito para no hacer nada, solamente vivir y morir sin objetivos y discurrir en largas caminatas de lo que antes del caos existía como la gran metáfora de la vida, o la reunión de locos en un pequeño cuarto a punto de saltar el océano de las añoranzas para transformarse en los enfermeros de su propia locura.

Volar, ser la ausencia de todo y repetirlo siempre para ser determinados por si mismos y morir siempre y volver a ser siempre lo mismo.

Diluirse en la canción de Bouree de Jethro Tull o en el humo emergente para acordarse de unos ojos azules todo lo que hay detrás de ellos.

Apuntes para  "Narvarte" (2009)