sábado, 13 de abril de 2019

Destino




No estaba destinado a envejecer al lado tuyo
quizás imaginé que iba a lograrlo algún día
porque en varias ocasiones estuve en el intento
perdido en un rincón imaginario de mi armario
logrando rescatar mi bolsa de recuerdos inservibles
junto a los sueños sin sentido y algunas cábalas
el acecho del pasado disfrazado de silencios
y alados despertares
repitiendo la misma canción de madrugada
como si fuera un conjuro articulado con los trinos
que no dejara de escribir lo que ellos me dictaban
y a mi lado un diccionario de nonatos verbos
y comencé a trabajar con las palabras mágicas
el buche de aire y las   sonajas
provocando sonidos de la nada
y aunque el tiempo parecía detenerse
en un instante
como si fuera un solo día  
la misma hora

había un salón de espejos a la mitad del cielo
es un decir de aquel pasillo cotidiano porque no era cierto
mi rostro era el reflejo de historias que fueron atrapadas
la ventana que sostenía la mirada de la espera
la imagen de una mujer que tejía y destejía  
hasta que las horas fueron oxidando mi ropaje
y así me desperté sin el asombro ni el misterio
tú te perdiste en varias hojas y tazas de café
mientras mis sueños caminaban escondidos
entre mis pasos y al lado de mi sombra.
Es cierto, tenía que encontrar otras palabras
provocar el nacimiento de verbos diferentes
o emplear los nonatos de aquel diccionario imaginario
con una decena de gramáticas era imposible
porque siempre regresaban al mismo borde
de una espiral incomprendida.

Me hicieron falta las manecillas de un reloj de luna
donde los pájaros marcaran el tiempo de nosotros
en ese crisol que fundía soledades y misterios
al compás de un adagio perdido en la penumbra
el mes de abril escondido en un poema
posiblemente porque nunca lo quisimos
y así los años se fueron diluyendo en relatos
que se escribieron con otros calendarios.

No estaba escrito
que tú y yo terminaríamos juntos
aunque de alguna forma lo logramos
porque todo se borra
cuando nos sabemos nosotros
y reinventamos el mundo
escribimos historias diferentes 
con otros escenarios
y navegamos entre   arterias
de comunicantes vasos
que transportan enterrados silencios
en lo más profundo del Verbo
donde la soledad no compartida
es un espejo entrelazado
de dos corazones que se tocan
en un universo imaginario
como si fuera este mismo en que te pienso
cuando estás al otro lado del encuentro
porque somos más que carne y verbo
pájaros sonrientes
sonajas mágicas
conjuros y sueños no logrados
más que diccionarios escondidos
o atardeceres solitarios y callados
porque sabemos que en ese momento
somos la antípoda de una gramática escondida
en el lado equivocado del espejo
en ese punto que no nos pertenece
y de alguna forma coincidimos
a pesar de que no somos nosotros.

jueves, 14 de febrero de 2019

Nombrarte


Es verdad, no estoy aquí desde hace tiempo.
Desde entonces las palabras se marchitan.
Envejecen porque no las nombro ni señalo.
Con una mirada de tristeza y abandono,
de un callado racimo de reproches,
… Me esperan.

Es verdad, “ahora”, es el principal reclamo
volver a bautizar al verbo
antes engendrarlo,
hacer llover sobre las letras,
pronunciarlas en nuevos nacimientos,
renombrarlas
y recoger en otro adverbio la metáfora.

Olvidar de que tamaño es el planeta,
dejar descansar a los teoremas
e ir al encuentro de misterios diferentes, 
(que se arropan con la misma esencia)
 y hacer coincidir las preguntas y respuestas.
Encerrarlas en un poema de igual forma misterio
ese lugar y tiempo donde ambos mundos coinciden.

Es cierto, el misterio es femenino,
motor y espejo,
silencio y verbo
entrelazado en un instante,
una respuesta dual con tres adverbios
aquí, ahora y otro punto diferente,
atisbar la trilogía de otra forma
encarcelada entre los versos
y liberar a la palabra de su jaula de silencios
... Nombrarte.