sábado, 8 de febrero de 2020

Impredecibilidad




                                                  El atractor de Lorenz. Fuente: Wikimedia



A María Laura y Rafael Madrid

He regresado desde la oscura indecencia del caos
a un castillo de ventanales coloridos y translúcidos
semejantes a la crítica en mayúscula
de todo este hermoso acontecer de la palabra.

Un devenir incierto en círculos quebrados
por el reflejo imperceptible del espejo,
como la vida (mi vida)
en el centro de la espiral
-nunca resuelta- postergada,
la mujer o la palabra
pasajeros de esta incierta travesía
entre lo tribal cotidiano y la otredad.

He regresado a mis raíces,
a lo que siempre he sido,
(a estar aferrado a mi destino como la solitaria ballena
muriéndose en un tranvía, que Revueltas descubrió
con su irreparable encanto hacia el mundo del quebranto).
No lejos me encontraba de esa historia
tentado por el vórtice de una fuerza imaginaria
en una dialéctica encarcelada
entre la abstracción y la metáfora,
la interpretación y el destino,
la incertidumbre de la condena,
de lo que puede ser la estadística del verso,
a la probabilidad de estar vivo
en un inmenso (largo) cementerio
donde las cruces o las estrellas colgadas
a una luna fragmentada,
no eran el único símbolo…

Aún queda la magia del espejo
y esos decires liberados
rescatados del suicidio colectivo,
al quedarse sumidos a la palabra
encadenada a los monolitos sobrevivientes,
vigilantes de lo que puede ser veraz
y en ocasiones me cobija:
El silencio.
 
Modesto HG Febrero 2020