Foto de Miguel García
Leo y viajo entre las historias del viento,
la
flauta las evoca en puntos exactos
la
falda de maíz ondula y canta.
La
falda de maíz después del tiempo
se
ha podrido entre los palos de guayabo,
largas
caminatas de los pies cansados,
crímenes
siniestros...
Solo
hay un grito en el destierro
en
la parte en que es uno con la tierra
y
no tiene que ver con el zócalo,
esa
caja de madera que nos roba historia.
Son
las mismas faldas de hace treinta años,
con
un tendido de cilantro y rábanos
antes
nopales, cebollas y chiles serranos.
Ahora
son despojadas de las manos
ayer
la vida en una llamarada
tiempo
de temporal para los gusanos,
desperdicios
del muerto
carcomido
del gobierno,
las
mismas chingaderas
en
cuatrocientos años,
lo
mismo de siempre
pero
ahora con otras dosis de reclamos,
de
encierros diferentes
secuestros,
crímenes
entre hermanos,
cofradías
siniestras de la droga
subsidios
de corbata,
caja
de pandora reventada
sin
guerrilleros o estudiantes presos,
solo
niños y mujeres muertas,
seres
encerrados,
prisioneros
de sus mismos miedos
finalmente Cronos, el monstruo.
El
fantasma sindical del civismo
llueve
sobre nosotros
y
nos mata.
Somos
la presa que maduró en la ignorancia
los
reclamos silenciosos del tiempo,
las
lecciones que no escuchamos
las
noticias maquilladas,
los
dolores de cabeza.
Somos
una larga fila de seres sin pasado
sobreviviendo
a la historia del reclamo.
.
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