jueves, 28 de marzo de 2013

Cuando la tarde murmura





 
La música poco a poco  
se ahueca en esta soledad
de relojes “espirálicos”;
después de un bocanada
de silencio sin tiempo,
los sonidos se disipan
en el color del crepúsculo,
cuando la vida se detiene
dentro de un cuarto pintado
por el  inventor del grito
en púrpuras profundos,
donde mis pensamientos
se cuelgan  a las paredes
de tres en dos, de dos a cuatro
y los  números esperan su turno
en la probabilidad de lo inmediato.

Como estrellas fugaces dibujan
la trayectoria en  respuestas
con  sabor a  soliloquio
y remembranzas agridulces,
visto por otros caleidoscopios
cuando  la bruja soplaba
conjuros sobre mi espalda
para ver el infinito
que los espejos disputaban
en sus reflejos luminosos
con la canción de antaño.

Por esos “entonces y ayeres”,
los caracoles y las chirimías
se cruzaban en la calzada
de los almendros olvidados,
anunciaban  el  encuentro sagrado,
en el lugar cuando la luna dormía,
desde los tiempos incrustados
en la piedra donde cantaban
las flores alrededor del fuego nuevo.

Fue cuando el chamán comenzó el mitote.

La tarde se esfumó
entre murmullos con el espejo,
solo quedó el grito pulverizado
por los hombres ciegos
que no podían ver las
acciones de sus conciencias
a pesar de la enseñanza
depositada dulcemente
en la sabiduría de los niños.

miércoles, 27 de marzo de 2013

Verde





Los pelícanos descansan después de un festín histórico,
hoy los hombres del mar dejaron tras sus redes
a un montón de peces en la playa.

El sentimiento de abundancia es grato
por que son un grupo más de otra especie
que puede ser barrida por el hombre
al dejar sus toneladas de inmundicias
en un lugar que es de otros vecinos.

Yo espero en la esperanza, otra salida
para esta especie que se va desmoronando
y al paso de su muerte siembra muerte
a  casi todo inquilino que habita este planeta.

Los mismos peces lentamente pierden su destino
que en alguna laguna, mar o río les fue arrebatado
de igual forma por desperdicios generados del progreso.

El cosmos,
la poesía,
una flor depositada en el alba
por unas manos amorosas,
un atardecer de ensueño,
las vista de un grupo de alces por el bosque,
un amanecer de un sol diáfano atravesando entre las hojas,
niños hermosos jugando en un parque recreativo,
oseznos al cuidado de la madre
los mismos cocodrilos en algún lugar del Nilo.

Postales que otros mundos retrataron
y en esta parte del tiempo
son postales, recuerdos de otros tiempos
al principio de lo que fue el carbón transformado,
o el panteón de hace un millón de años
de los seres vivos ahora muertos,
transformados en petróleo
alimento necesario para que el mundo acabe
y el hombre acabe con el hombre
y de paso con todo ser viviente.

Ahora las postales son de niños
arrasados por la guerra,
un buitre a la espera de su muerte,
brazos y piernas mutiladas
rostros de odio atrás de ellos,
aves que se ahogan con polietileno,
tortugas y otras especies marinas
que ingieren aluminio,
seres humanos perseguidos
arrebatados
despojados
descarnados.

En las ultimas décadas del siglo que pasó,
recuerdo que Alemania fue el primer país
que rescató el color verde
(antes mis ancestros, mis abuelos del teocalli
y todos los ancestros de los hombres)
y lo condujo hasta el salón de las grandes decisiones
para un futuro ya pasado en un presente incierto.
Ahora es un color inevitable cuando se habla de violencia.

Se está extinguiendo la sustancia del alma,
el magma de este tiempo,
la clorofila como parte esencial de lo que es  vida
la fabrica natura, la que es imprescindible
y sin embargo solo hay un paso muerto sobre el otro
y después las guerras podrán ser por otras causas.

En este octavo año del presente siglo,
hay un alerta por la ausencia de alimentos
cuando en parte son transformados en ausencia del petróleo
para no detener la maquinaria de la guerra.

De nada sirve que haya espacios acotados,
pastos verdes, lagunas
y valles ausentes de la muerte
llamados parques nacionales,
de nada sirven, Yosemite, Nairobi,
los Apalaches, la selva del Congo,
San Andrés, El Sumidero,
cuando algunas partes,
 por todo el amazonas por ejemplo,
el progreso está secando las especies
y los cuidadores ancestrales de esas tierras
son ahogados lentamente en un río de desperdicios;
antaño el surtidor mas importante de agua dulce
necesaria para colmar de mariposas a este planeta
y de pájaros viajando por sus cauces
y animales marinos,
acuáticos,
selváticos,
cantando en armonía con el hombre.

Ya fue ayer,
y pasó rápido el asfalto
la urbe
las maquinas que rompen el sonido
las otras maquinas de fuego y de consenso
las que producen plástico,
sustancias de muerte,
los satélites,
la radio y la tv
todo ello, nos dicen que es necesario para el progreso
cuando este arrasa con mas del ochenta por ciento del planeta y
solo una parte de los miles de millones, goza el beneficio.

La oscuridad se apodera por la envidia
y por el hambre,
transforma antaño religiones del espíritu,
sagradas,
en armonía misma del espíritu
de todo lo viviente,
en armas de guerra
por el coraje de unos cuantos
que arrasaron el planeta.

No es Marx quien alguna vez lo dijo solamente,
fue Jesús pero también fue Buda, Mahoma
y otros grandes iniciados, líderes de antaño
que por miedo transforman en guerreros
guerrilleros, terroristas de la miseria y la ignorancia,
a los millones de fanáticos descalzos,
desarraigados de la vida y arraigados a la muerte.

Dios mío que bueno que los pelícanos hoy también comieron
y en mi casa también
sin embargo,
solo pienso en los que hoy murieron
por el hambre
por la guerra
por el odio
por la supuesta patria
por Jesús
por Mahoma
por Jehová
o Yahvé
o Krishna
o Bali
o Isis
o la nada.

martes, 26 de marzo de 2013

Escribir








Eso lo sé... lo he sabido,
lo sabemos,
somos la catedral de cada uno
donde oficiamos nuestros ritos solitarios en comunión (MHG)

Tengo una necesidad muy fuerte de escribir, cuando estoy en  la lectura de ensayos y poemas sobre lo mismo, pero es verdad: Si lees, escribes y mientras más lees, menos escribes; ahora mismo, con el libro abierto en un poema de Antonio Del Toro, me impide el ansia de la pluma entre mis dedos poder terminar esa lectura.

Si alguien me preguntara para qué escribo, cual es la causa principal de este vicio insostenible que algún día me encontrará con la muerte entre las letras, no sabría que contestarle.

Pudo ser una necesidad que en el momento de nacer a la lectura, se  me fue impuesta la escritura.

Algunos dirán que escriben para dar a conocer sus mundos interiores o los paisajes que sus ojos y su andar han recorrido en el transcurso de sus vidas.

Otros dirán: “Ese es mi oficio, con ello me gano el pan de cada día; soy periodista, guionista, novelista y a veces por contrato, soy escritor parcial de medio día”; pero tampoco creo que esa sea la razón, me he ganado veinte pesos solamente para escribir un texto por encargo y eso es como  un asteroide en un cúmulo de estrellas.

Algunos desean comunicarse con el alma de los “otros” (dicen), construir un puente de luz imaginaria donde el verbo es quien impone el ritmo.

A lo mejor en ocasiones muy contadas así he sentido.

Resulta que el tedio o si prefieren llamarle ocio, vagancia, no hacer nada ni pensar con objetivos, sea la causa principal de esta necesidad de sentarme en un café, leer un rato y después abrir el cuaderno y anotar las tantas cosas que se me vienen a caudales como un río desbordado de su cauce, arrastrando con palabras lo que a su paso encuentre.

El escribir, dicen muchos, es un oficio que requiere de talento,  trabajo y es como todo:
Comenzar en la primaria escribiendo lo que se hizo en vacaciones y después leer a todo el grupo y si se ignoran las burlas, la indiferencia, sentirse satisfecho de haber plasmado con los símbolos,  las acciones y los días que fueron especiales; es el inicio.

Para escribir, es cierto, hay que aprender, pero tampoco eso es importante.
No una vez, tan solo, me he quedado fascinado cuando escucho las historias de un anciano, un hombre con la  carga de los años y los días; hacernos viajar con sus palabras. Esa, es otra forma de leer cuentos, historias, poesía, también es otra forma de escribir.

Para escribir tampoco es cierto que hay que vivir en varias partes o salir para encontrar a  las historias.  Tan es un mito como Rimbaud vivió muy poco y con cincuenta años Monsiváis atraviesa el océano por primera vez por mencionar a dos escritores que más admiro.

Ambas verdades son del mismo lado, leer es la simbiosis, no hay salida a mi pregunta, sin embargo la respuesta es mágica, va más allá de la causa esencial de la pluma o el teclado entre mis dedos.

Yo escribo porque un día me encontré con la poesía, quizá fue la novela quien me condujo  a ella o la poesía misma me condujo a la novela y aparte de ello: los mitos, las leyendas, los fantasmas que las viejas del pueblo nos contaban. Primero fue la abuela (algún día lo escribí) y a la par, las historias de piratas  y otros dioses, de locos viajando hasta la parte mas lejana de planeta para encontrar un vellocino mágico, o pelear con una Hidra, un minotauro, o contestarle a una esfinge su pegunta sobre el destino de ser hombre.

Escribo para pensar que un día pueda sacar de mí todas esas historias que llenaron mi alma como el maíz, el buche de una gallina. Para salvar ciudades inundadas o quemadas y muchas historias de amor que se quedaron agonizando en alguna de ellas. Escribo para que la geografía sea borrada y no aparezcan tantas capitales ni naciones. Escribo porque el ser que habita en mi, se encuentra aprisionado entre murallas, ciudades habitadas, pueblos fantasmas, seres de otros mundos, o de otros tiempos, continentes extinguidos que siguen sepultados en mi cuerpo y porque me percato que también dentro de mí, se encuentran el universo y Dios y el Diablo y todos los ángeles de eso que llamamos cielo, las mujeres más sensuales y amorosas y también los hombres más tristes del planeta.

También escribo porque hay miles de niños dentro de mí que quieren escapar de su destino y muchas culturas diferentes, adorando un sinfín de entidades igualmente diferentes. Escribo para exorcizar dentro de mí los males que le aquejan a la tierra y que si no me hubiera detenido a pensar que están también en mí, tampoco hubiera sido yo este que escribe, sino el reflejo de otro ser que para mi punto de vista en este instante de igual forma escribe.

Escribo por todas las mentiras y todas las verdades que han pasado por mis ojos y son tan parecidas que hay que describir con precisión cada uno de sus símbolos.

Es cierto, por eso escribo, soy una minúscula parte de la vida de igual forma de la muerte, donde  a veces me rescato de otras vidas y muertes que pueblan mis tejidos y mis huesos.

No es querer distinguir que soy único, solamente explicarme que todo esto que soy yo y que me habita, es tan vasto como vasto el infinito son los números, como interpreté a un poeta en su poema: el que es representado por esto que me puebla y son los otros.  Oh paradoja de mis ansias, si no soy yo el que escribe, sino los otros; entonces los otros que conviven en todas las partes de mi cuerpo, soy yo mismo, también el otro.

Finalmente el espejo repetido de una historia dentro de otra y en muchas historias de pueblos que me nacen y me mueren y alguna vez partido en dos no era suficiente Iberia, ni Aztlán, ni el continente negro, ni este continente tan sufrido que me alberga, puede explicarme a mi mismo la extraña, misteriosa, ilógica razón por la cual sigo escribiendo.

Así que solamente escribo porque así soy yo, los otros que somos; así me definí y así vivo, así voy a morir y estoy muriendo en otras vidas y viviendo en otras muertes.

Y así me encontrarán cuando yo no exista; escribiendo para otros los que otros ya han escrito.

Prisma (Silencio)





Eres como un prisma,

en cada una de tus caras me reflejo,

salgo de las sombras  con otro color.



Eres diferentes pájaros

que se desplazan por el silencio,

pero también esa parte del día

donde no es poesía,

navegas en ella

y  se refugia en tu cintura.



Eres todas las mujeres y ninguna,

te pierdes en mis pensamientos

y te encuentro en tus ausencias.



Eres un presente sin tiempo,

me conduces al Caos,

al  dialogo de los espejos

en un reflejo de silencios

donde salgo redimido.