sábado, 31 de agosto de 2013

El otoño prematuro





 


 Tiempo en el hueco de su mano maestra
 yo en el vértigo del ser
 tratando de resurgir de las horas
  para renacer de la nada



Me preguntas como estuvo este verano
donde estuvimos alejados,
distanciados por un sin fin de circunstancias
 cuando el invierno era el punto equidistante
(entre nosotros) .
La dualidad del clima
fue un constante ir y venir
de pájaros que partían hacia el norte
y nuestro centro en común palpitaba,
esperando al otoño entre los espejos.

Así pasaron los días de este lugar remoto.
El verano fue una estación sin pasajeros
la antípoda de mi corazón,
mientras las tardes desoladas
dibujaban con lágrimas tu ausencia,
sin embargo, de vez en cuando
el sol anunciaba el rito de la sangre
y la flor de piel sobre tu cuerpo.
La flor a labio abierto,
la guardabas para tu retorno
en el cristal de las permanencias
siempre vivas y los girasoles...

Ahora, en esta carta de respuestas
con preguntas anidadas en tu silencio,
en la geografía de nuestras inquietudes
por saber uno del otro,
la  respuesta escrita  de la sangre
abre la compuerta de nuestras necesidades
como un caudal de presentes
sin estaciones detenidas o soñadas…

El tiempo se detiene por instantes,
la tarde presagia lluvia y viento,
el otoño espera por nosotros
en una sinfonía de anaranjados maples,
de cadenas montañosas
donde el águila nos aguarda
y una plegaria de silencios diferentes
nos sorprende en el camino.

Tus manos encuentran su acomodo
en el hueco de las mías
y el universo es sorprendido
por este lento caminar hacia ninguna parte,
 solamente el recorrido de sentirnos juntos
cuando navegamos por corrientes púrpuras
en este quehacer de la nada
que nos sorprende con un beso.

jueves, 22 de agosto de 2013

II





Como me abraza el frío y la nostalgia
en caricias de cielo sin estrellas,
noche sin lunas y lejanas geografías,  
 como un cuarto  sin ventanas
en una  oscuridad cuadrada,
solo el conjuro temeroso de la llama
de una vela amorosa me acompaña
en una cama solitaria arrugada de silencios.

Es una tarde  con  vértices de lluvia que  se cuela
por los bordes de la puerta entre abierta del balcón
donde pienso en geometrías de tu cuerpo  
entre teoremas que resuelven soledades y misterios
con sus besos de mar en escollera.

Y es que todas estas tardes solitarias
me hacen temblar cuando te pienso,
tan ausente,  tan lejana, tan sin mí.

Afuera el tronido mojado de los cohetes se resbala,  
naufragados por la lluvia en una calle que llora tus ausencias,
que recuerda  tus ayeres,
besos que llovieron  sueños locos
ahora ventanas melancólicas sin tiempo.

Como me aprisiona la nostalgia Cuando llueve.

martes, 20 de agosto de 2013

Tarde de lluvia




La tarde cae como la lluvia
afuera hay frío y aquí adentro
lamentos de cristal empañado
por la ausencia de los pájaros.

El día es diferente, gris y bello
como una melodía  griega
con ritmo de tango,
el acordeón es melancólico
mi corazón es acariciado por su sonido,
dentro de mí  también llueve
y no hay ventanas 
donde se pueda asomar mi rostro,
solo un espejo borroso
que no quiere reflejarme.

Hoy el café me sabe amargo
y sin embargo lo saboreo,
me besa el borde la taza
y yo mojo mis labios
mientras mis pensamientos
se llenan  de silencios
entre una multitud de ausencias.

La tarde languidece,
no estás conmigo…

sábado, 17 de agosto de 2013

El andén





Me he estacionado en el andén de los recuerdos, detenido mi andar en el periplo de la vida y sus misterios; no deja de sorprenderme cada día ni aún aquellos que la rutina es la cárcel de mis sueños.

La vida es un suspiro en el aliento de los dioses y con el tiempo de los hombres otro suspiro en el encuentro cercano con la muerte.

Viajo entre rostros, sentimientos, patios de escuela, bosques y playas, ciudades distantes y países lejanos, escritorios y papeles, a través de las canciones, todo en un punto de tiempo, un instante imperceptible como un pájaro que vuela y deja su nido para enfrentarse con sus alas al dilema del ciclo sempiterno de la tierra navegando alrededor de un dios que no perdona.

Y sobre todo viajo con dos sueños siempre escurridizos que en momentos son atrapados por un cúmulo de frases.

¿Será la poesía la otra cara de una mujer inabordable o la misma mujer rendida a sus encantos sin percatarse que el hombre de sus sueños no es un ser poblado de huesos y de órganos? Sobre su piel son las palabras que transpiran sus pulmones y dibujan escrituras que relatan encuentros amorosos, crecimientos de la niña de sus sueños, aventuras de gigantes escondidos en las nubes, duendes y fantasmas, hadas y ninfas en el bosque de versos y palabras, escenarios en que las plantas son de piedra, los árboles de piedra, de piedra el mar y los arroyos, ríos de piedra en que son cincelados los diferentes paraderos de mis estados de ánimo.

No hay un instante sin silencio, un microtiempo, mejor dicho, en esa unidad de tiempo que el reloj no marca, con  los ciclos del planeta en sus momentos angulares, ni con el salto cuántico de un electrón de un estadio a otro.

No hay silencios en este andén de pensamientos líquidos, que indiquen lo que en otras discusiones  con la nada, me haya equivocado

Son de piedra mis palabras y mi alma estacionada entre huecos de vacío.
Es de piedra nuevamente la escritura indescifrable de mis sueños, tejen su código secreto con metáforas prestadas de otros tiempos y otras voces, de otros lenguajes en este universo con sus hoyos negros, poesías ocultas en el lado mas profundo del cerebro y en lugar de atraer mis propios versos, mis pensamientos sin palabras, estos expulsan una cantidad infinita de teoremas y signos que entrelazan las imágenes como un plasma.

Hay un estado de ánimo distinto, impecable, donde el castigo de un dios con pensamientos maniqueos lo ha ignorado y es el estado borrado por todos los parlamentos y armisticios entre un alma enamorada que ha perdido la batalla al salir victoriosa de otras guerras de dicha pasajera. Es, el estado de sitio de los sentimientos que han guardado su porción de paraíso para otro tramo del camino  en este corto recorrido hacia la muerte.  

Dos sueños que se escurren por mi cuerpo y abandonan la estación de un andén sin pasajeros, el despertar, el nacimiento, la gestación  como símbolo del útero y yo soñando mi sueño en la placenta de la nada.