jueves, 27 de junio de 2013

Sobre tu mas profunda piel y Rayuela





 
 
En esta vaga vainilla de tabaco que hoy me mancha los dedos se despierta la noche en que tuviste tu primera, tu última pena. Cierro los ojos y aspiro en el pasado ese perfume de tu carne más secreta, quisiera no abrirlos a este ahora donde leo y fumo y todavía creo estar viviendo.


Con música de fondo de jazz ( Boulevard of broken dreams) , leí por primera vez  y después  de 15 años, a mi compañera, el poema que me dejó impactado hasta este momento en que por fin y gracias a la “red” pude tener de nuevo entre mis manos… leerlo, apapacharlo, saborearlo, reconocerlo y sentirme otra vez yo, porque después de una búsqueda larga, de preguntar a los amigos que edición tenían de Último Round y al no contar con la edición que contenía el poema, me desilusionaba…

Pero comenzaré por el principio: en mis lejanos 17 años a la par que Ulises y yo reanudábamos una amistad interrumpida por la distancia durante largo tiempo, nos habíamos dado cuenta que algunos gustos en común  se habían conservado y  no nada más era el amor por el fútbol o el tochito, sino que la lectura nos había hermanado de otra forma, a el le debo esa primera lectura del fragmento de Piedra de Sol (está cumpliendo  mas de 50 años desde su primera aparición) en la edición de Cuadernos Americanos, y la lectura de ese poema que nos abriría la puerta a otros universos y muchos despertares en ese juego esencial de la vida que es arbitrado por Eros, hasta la fecha protector y parte fundamental de este engranaje en el que nos encontramos.

Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos…

Después de varios días de haber leído Piedra de Sol en esa parte que inicia… “Frente a la tarde de salitre y piedra…”,  coincidí nuevamente en la biblioteca de su padre hojeando el libro Último Round de Julio Cortázar, con un formato cuasi de revista, ya que había notas periodísticas, cuentos, crónicas de viajes, poemas, etc.;  mis ojos se detuvieron en esa hoja que comenzaba con el título mas provocativo que mis sentidos y mi imaginación, sobre todo, pudieron experimentar y esa incipiente escalada de mi erotismo en el que siempre ha estado enriqueciéndose con las palabras.

No se cuantas veces leí (leímos) el poema  pero fue una de las entradas mas espectaculares que pudimos haber tenido con la literatura erótica, y que nos provocó (junto con el Poema total de Piedra de Sol) el compartir libros, intentar poemas y dialogar sobre la poesía misma.

El poema, escrito en prosa, nos dejó marcados para siempre y a mi, aparte, una deuda pendiente con Eros, que desde entonces no la he podido pagar como yo quisiera.  Me imaginaba a las mujeres que no habían llegado del todo y esas noches de amor, de goce y cachondería, de exquisitez de la misma sexualidad y el erotismo por medio de las metáforas que se desbordaban como un río por las páginas del libro.

Cada memoria enamorada guarda sus magdalenas y la mía —sábelo, allí donde estés— es el perfume del tabaco rubio que me devuelve a tu espigada noche, a la ráfaga de tu más profunda piel.

La imaginación cobró frutos en mi propia dialéctica amorosa, y a través de los viajes a otros libros, otros poemas y otros ensayos, siempre regresaba al puerto de Tu más profunda piel… Fue el punto de partida para leer a Ortega y Gasset en su ensayo sobre el amor,  a Platón, André Maurois y Octavio Paz, entre otros,  hasta  llegar al capítulo 7 de Rayuela en que Cortázar de nuevo se me rebelaba como el gran chamán, iniciador de mis aprendizajes eróticos en la poesía y aparte constructor de personajes fantásticos, cuentista insuperable, hacedor de cronopios y otras cosas mas…

(Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos…)

Por ese puerto tantas veces desembarcado y otras tantas partido y siempre con el deseo de regresar a el; los besos me sabían diferentes, el roce de la piel con la piel de mis primeros amoríos me provocarían sentir cómo un caudal de pájaros y mariposas chocaban al salir de nuestras bocas, me enamoraría del amor a ellas y del mismo gozo de sentir, hablar, decir nada en el silencio, y seguir acariciando…temblar de emoción y volver a leer mi poema favorito después de haberle  robado un beso a mi novia en el portal oscuro de su casa o  en ese rincón rico del cine en que nuestras manos sudadas se peleaban por entrar en ellas y así tocarse interminablemente para trasmitirnos todo lo que en esos momentos de espera, de pudor y de una moral caduca, no rebasada, nos dejaría temblorosos, ansiosos del próximo encuentro, con deseos de estar mas y mas juntos hasta convertirnos en  un ser andrógino con 8 extremidades y esos ojos de cíclope y de nadie, descrito en el capítulo 7 de Rayuela.

Yo aprendía contigo lenguajes paralelos: el de esa geometría de tu cuerpo que me llenaba la boca y las manos de teoremas temblorosos, el de tu hablar diferente, tu lengua insular que tantas veces me confundía.

Ahora en este momento preciso que escucho “Lamento” con el sax de Slide Hampton, me “hace recordar y hacer vivir todo instante transcurrido, como un río de peces que se alarga…”.

Ya después en esas noches fantásticas de Yosemite, en que  las reuniones con amigos y amigas tenían como objetivo primordial leer poesía, siempre estaría presente Tu más profunda piel y yo siempre quería leer, me pertenecía en ese momento, la había dado a conocer a esos amigos locos  que conjuraban a la magia y el amor con el verso y la palabra, con la metáfora y los encuentros de los espejos y la imaginación y los momentos de amor.
Ya había pasado una década y  el poema seguía fresco (en mí), vigente, observante, enseñador, retador y mágico, terriblemente mágico en el momento de conjurarlo con la conjura misma de la magia y la locura de reunirnos a leer poesía, solamente a eso.

Sé que cerré los ojos, que lamí la sal de tu piel, que descendí volcándote hasta sentir tus riñones como el estrechamiento de la jarra donde se apoyan las manos con el ritmo de la ofrenda; en algún momento llegué a perderme en el pasaje hurtado y prieto que se negaba al goce de mis labios mientras desde tan allá, desde tu país de arriba y lejos, murmuraba tu pena una última defensa abandonada.

El poema tiene música de jazz, saxofón principalmente y no es necesario convocarla para sentir los acordes y las notas en el momento que lo atravesamos. Uno de los muchos temas jazzísticos  que  pudieran salir de la lectura, oírse con ella, sería el álbum “John Coltrane Love Supreme”  o John Coltrane In love “Uno de los discos mas cachondos” comentaría alguna ocasión ese gran comunicador que tanto extrañamos: Emilio Ebergenyi,  en algún programa de su querida Radio Educación; pero al escuchar a Lee Retounor con su canción Linda, no puedo mas que pensar en esa mujer que le decía al chamán: 

Me da pena, sabes” …, y volcada de espaldas me miraste con ojos y senos, con labios que trazaban una flor de lentos pétalos. Tuve que doblarte los brazos, murmurar mi último deseo con el correr de las manos por las más dulces colinas, sintiendo cómo poco a poco cedías y te echabas de lado hasta rendir el sedoso muro de tu espalda donde un menudo omóplato tenía algo de ala de ángel mancillado..

2008

2 comentarios:

  1. Estuve aquí, más de una vez con los ojos cerrados escuchando tu más profunda piel de Julio Cortazar, gracias amigo, Modesto por esta publicación.

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    1. Querida Beatriz, no había leído tu comentario, mil disculpas. Un abrazo grande y gracias por tus visitas

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