sábado, 8 de junio de 2013

Una noche...





I

Te quitaste el sostén con la paciencia
de quien aprendió toda una vida para seducir
y entonces tus dedos
pasearon sensualmente por el borde de tus senos,
invitándome a contemplarlos,
deseando ser el marinero en un barca
que se desliza por la playa
donde las olas acarician tus anhelos
en el justo momento en que tus hombros
sin querer son descubiertos.


Ellos me esperan,
me invitan a un abordaje sin clemencia
y me convierto en un amoroso explorador
al conquistar los territorios y montañas,
colinas y  hondonadas de tu exquisita geografía.


II

Brotando de la tierra que te procrea
mil veces anunciada en el rito del amor,
mis manos, mi boca y mis deseos,
se transforman en aprendices de tu encanto
un sortilegio de rituales para enamorarte.
.
 Soy el que suspira y viaja por tu espalda
para liberar los ángeles del deseo
cuando desnuda,
sensual,
te ofreces a los  privilegios
dulcemente con un beso
y tu beso con mi beso
se transforma en pájaro,
abeja,
colibrí,
gaviota
y se posan en las flores
como una mariposa en tus pezones,
dos alas de  hermosos coloridos.

III

Hoy te descubro cubierta de poesía
aunque sea pleonasmo que circule por tu cuerpo,
mar embravecido de peces silenciosos
metáfora de pájaros que anidan en tus senos
la imagen dibujada por tus muslos,
un recorrido mágico por el bosque de mis sueños.

Con el color de mis deseos, desaparezco
en una encrucijada entre tus piernas,
me despojo de mis órganos,
de mis huesos;
me despueblo de ciudades habitadas  
por los poros de mi piel,
muero en la bóveda profunda de tu sexo
somos  el verbo conjugado en el silencio,
ahogado en el líquido vital de tus anhelos.

y así vuelvo a ser yo, para nacer de nuevo.

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