lunes, 26 de octubre de 2015

Entre un espejo y otro.. como si una cascada





Como una respuesta de los callados lamentos de la noche y  su discurso  despeñado por  las sombras, se develará el misterio  refugiado en la obsidiana y sus reflejos solitarios en la dialéctica del sueño y se rebelará la espera, la tan ansiada caminata por los astros por los cristales celosos del encuentro, la constelación de alcatraces y su aroma que ocultaba tu expectante mirada.
Nos cruzamos en una vereda circundante de las malaquitas pintadas con las señales del final consumado de mi búsqueda.
Estabas ahí, sin nombre ni pasado, sin gramáticas sobre tu piel que pudieran señalar la ortografía en la historia de tus días, antes de que fuéramos bañados por esa cascada de imágenes sin rostro con  los líquidos acordes de una sinfonía, en un armonizado compás de soledades que se mezclaban con el sonido de la espera.
Cruzamos el Aqueronte y le robamos a la muerte su secreto para volver a nacer en otras multitudes de silencios. Desenterramos los espejos que escondían la palabra en medio de la soledad, que nos despedía con un ramillete de tenues lilas que se posaban sobre tus labios con una lluvia de esperanzas rojas, como si el humo dibujara la orilla, el contorno en nuestros cuerpos después del enardecido fuego que se ahogaba en el grito despeñado en la profundidad de nuestras voces.
Nació el dialogo entre las palabras sin que los dos las pronunciáramos, por ese lugar donde la nada era soberana. Entre susurros fueron desprendidas como pájaros al vuelo, guisantes de colores divididos por las franjas de la noche entre la luna y sus sollozos, agazapadas por una resonancia diferente, mientras las piedras, esas enormes arquitecturas de los símbolos, con frases monolíticas  tejían  al tiempo en los costados  de un vasto universo detenido con otro silencio en nuestros labios.
Nos cobijamos de ese feroz sentimiento  que nos conducía al encuentro  sin mascaras con un azul de atardeceres mágicos que dibujaba el horizonte, el destino reflejado por tus ojos.

Paradojas del intento







Cierro el libro en una parte interesante,
reflexiono sobre la palabra que cose en zigzagueos
el sentimiento difuso de mi estado de ánimo.

la mesa alberga mi desorden
este caos natural que no he podido desterrar en mi vigilia
y me sorprende con saltos discontinuos en mis sueños,

me presiona para expulsar la frase
estrangulada por los últimos minutos
de ocio sin defensas.

La ausencia rotunda de los pájaros me llena de tristeza,
el sol acecha mi recuerdo de otras vidas en rutina
en el encuentro con la noche evocadora,

ejércitos de magia en llamaradas
y la inconciencia colándose en mis pensamientos.
El tiempo me reclama,

Hoy formo parte de un calendario
atosigante y rutinario,
matriz de vectores vacilantes
hacia el reencuentro de otras esperanzas rotas,
paréntesis de un diálogo perdido por las necesidades.

No es momento ahora de pájaros ausentes
me preparo a recibir lo inesperado en un nuevo escenario.

La palabra es nuevamente el Nahual que me domina.