viernes, 10 de agosto de 2012

Triángulo




I

Me he empachado de mar,
de su belleza.
Me cambiaré a la ciudad para extrañarlo;
pero será en verano, cuando las olas
transportan minúsculos azogues por sus crestas,

porque con esa imagen infinita de mi yo
desvanecido en otros yos perdidos,
no podría resistir su alejamiento,
mi partida.
Sé que es el mar mi esencia
Y es que a veces yo tampoco me soporto.

Por  estos últimos días de invierno
con una sudadera protegiéndome,
camino por una de sus playas frías
con la parte nostálgica del alma
sorteando espejos de la melancolía

En estos días, el mar no me atosiga
de tanto colorido, amor y vida;
mas bien me sirve de buena compañía,
me susurra de brisa para no alejarme
y juntos tolerar el amor entumecido.

Resulta que a veces su belleza cansa
y es la tristeza, a veces necesaria,
quien permite pegar las partes quebradas
de tantas sensaciones de pájaros dichosos.


Definitivamente el mar me cansa
por esos días que apenas llegan
y es insoportable su belleza
y el horizonte es una línea imaginada
entre lo que es claridad en sus entrañas,
el misterio del punto imaginario
donde convergen las preguntas sin respuestas
y esa soledad de dulces pájaros acuáticos
que desemboca en otro mar profundo.

Resulta que a veces, ni yo mismo me entiendo.




La ciudad

La ciudad espera mi descanso de mar.
Miles de galaxias incrustadas en la tierra
esquinas mágicas con planetas solitarios
al arribo de la nave del fastidio
con seres repetidos y mundos clandestinos,
gavinas callejeras en la calzada del olvido
bardas pintadas de conciencia,
plazas de mármol en contraste con la arena
monolitos de concreto y  de ladrillo levantados
donde antes lagos existían,
condominios en lugar de los arbustos
plantas de luz artificial,
letras ahogadas por ríos de metal y de neumáticos;
centros de reunión para cualquier gusto de gente,
palomares limitados
artistas de a diez pesos en cada estación del metro;
verduras, gallinas, vacas, caballos destazados
y mariscos a un lado de lo que es el puerto necesario
en que los barcos Thorton abastecen al ganado.

Pero hay espacios de infinitos prematuros
y postreros
lugares donde el espíritu descansa,
café lechero en los rincones del marqués,
centro superpuesto y agujeros de tiempo
por donde se cuela el sabio, la historia,
mi futuro y mi pasado,
fantasmas de un presente muerto
librerías del Centro al Sur,
dichosos libros que me esperan,
rincones para el blues y una buena sinfonía,
resquicios culturales en medio de un bosque de piedra
puntos de reunión entre eucaliptos,
varias pinturas que se inventan a sí mismas
de personas en  el desafío de llegar a su destino,
paranoia y stress para sucesos posteriores
mujeres con el encanto citadino,
amigos del ayer lejano, cuando las calles
no eran cautivas de los automóviles,
edificios que te dan los buenos días,
amantes escondidas,
la misma ciudad maquillada de soledad prostituida
en que la nada tiene restricciones
y el vacío deambula por sus callejones,
donde  se compra lo que no es necesario.

Añorada ciudad de mis amores,
oculta entre ciudades diferentes
víboras de fuego en sus entrañas vivas
electricidad y gas en la región del aire
ríos entubados y mensajes encriptados,
al fin ciudad mas grande que mi playa
repleta de misterio y de leyendas...





III



El Bosque

A lo mejor el bosque
con ese misterio por sus cuevas,
vida fluyendo entre sus árboles
y aves acechando por el aire
criaturas que corren y  recorren
entre la tierra y el follaje...
El bosque con sus hadas y sus duendes
me servirá de bitácora reciente
donde pueda borrar de mi cuaderno
a la soberbia,
la  vanidad que siempre debilita
y entonces escribir de otra forma
la introspección profunda por todas mis arterias
para limpiar  las partes oscuras de mi alma.

Porque en el bosque,
también florece la metáfora
los versos son mariposas y torcazas,
carpinteros, petirrojos y pichones,
en ausencia de gaviotas y pelícanos;
hay tropos  e imágenes cambiantes
en abedules y ahuehuetes,
hongos a la sombra de los pinos,
ardillas volando por sus ramas
y esa sensación de paraíso,
el caldo de magia necesaria
para pensar en brujas, ninfas y cigarras.

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