martes, 29 de septiembre de 2020

Contrapunto

 

 

 

En alguna ocasión tus senos,

como si el sexo fuera el punto del encuentro,

la convergencia de todos los momentos,

el Aleph detenido en ese cuarto de hotel

para turistas diferentes

y personajes de un cuento de Fuentes.

 

En alguna ocasión tus azules ojos,

el único color en la habitación,

un vino corriente en el buró

y al lado la novela de Bob Dylan,

tu y yo inmersos en el rincón del cuarto,

desnudos, abrazando al infinito

mientras tus ojos nos contemplan,

conjuramos el pasado en un futuro que no comprendía

y   la melancolía se transformó en lágrimas.

 

Fuiste la bruja que me regaló el encanto

de una noche viajando entre dos mundos

que se desdoblaron en todos los mundos,

la lectura de un poema de Cortázar

y un café perdido de San Ángel por las calles de San Francisco,

con los espejos amorosos de las soledades.

A lo lejos escuchaba una canción de los Beatles en un bolero

y todas las calles perdidas de un México

que se resistía a no salir de un cuento.

A lo lejos se encontraba el Sur y el Norte

mientras lo más dulce se nos escapaba de las manos

por los recuerdos que ya eran viejos

y tu desaparecías sin poder entenderlo.

 

En alguna ocasión la poesía nos rescató de un naufragio  

nuestros cuerpos decían adiós en el ceremonial de la historia.

Después te busqué toda una vida y morí muchas veces en el intento,

nunca pude resolver ese lugar sin tiempo

y con todos los tiempos del mundo,

sin mundo

y con todos los mundos del mundo,

cuando ya era demasiado tarde

y me vi en este momento sin Dios y sin ti.

 

En alguna ocasión resolviste todas las dudas y todos los misterios,

los guardaste en un pañuelo y una mirada,

sabías que ya era tarde

mientras besabas mis silencios y sepultabas el tiempo.

 

lunes, 14 de septiembre de 2020

La elegida

 

 

                          https://lineassobrearte.com/2014/04/22/la-virgen-de-gustav-klimt-1913/

 

Leo la palabra amor y tu apareces siempre

elegida por las divinas manos de la nada

esencia de lo imposible en este tiempo

 que se alarga por presencias invisibles.

  

En esta distancia que se expande

nuestra cercanía tiene la frustración

del verbo que no pudo encarnar.

 

A lo lejos tu rostro y el sonido de tu voz

 

La palabra fortalece recuerdos distantes

que se resisten al sepulcro y al entierro.

 

Amada por Dios desde el principio

fui constructor de catedrales y oratorios

antes de leer silencios por tu nombre.

 

Leo la palabra amor

y milagrosamente apareces

un evangelio de miradas que no se dieron

para encontrarnos frente a frente

con una letanía de sinónimos que te esconden.

 

En un ilusorio juego de disfraces

el monólogo es el reflejo del espejo

soy yo el fantasma que te descubre

en un laberinto entrelazado de verdades.

 

Leo la palabra amor y tu apareces siempre

martes, 8 de septiembre de 2020

Tiempo II






En algún momento me pude percatar que tan lejos el tiempo se encontraba e imaginé que sería de mi por esas lejanías ahora que las distancias se entrecruzan.

La infinitez de lo pequeño me sorprende, no sé si me tomó desprevenido o el viaje fue por otro camino ajeno a mi destino, pero tampoco hay tiempo para poder analizarlo en este otoño atípico de inviernos prematuros y oscuras noches en vigilia.

Hasta hace poco los pájaros me despertaban cantándome al oído y las gaviotas caminaban a mi lado, el recuerdo no me visita.

Ahora cuento los instantes como antes los años y a veces los encierro en recipientes para destaparse en momentos de apuro, “Ábrase en caso necesario”.

Etiqueté un frasco con mis cosas personales y lo guardé en un pequeño maletín donde la nada es lo único que cabe, me han avisado que hay que acomodarla de tal forma que en estos días pueda acostumbrarme a ella.

Porque las despedidas no me gustan, no haré caso y abriré el frasco etiquetado para que al menos los pájaros salgan, porque ellos más que las gaviotas o los gatos siempre me han acompañado.

Cuando llorar limpiaba mi alma y el reír la engrandecía, los pájaros no dejaron de anidarse entre palabras y silencios para empollar al verbo que sin ellos no habría nacido.

A veces el tiempo no importa, aunque siempre es útil tener un recipiente para abrirse en estos casos de apuro.  

Así
los pájaros vuelan.