El relojero Remedios Varo
Mi lenguaje se va
tejiendo como siempre
entre recuerdos
inmediatos del presente
y esos piquetes de la
nada como aviso;
amor sin tiempo,
inmaculado y asexuado
fuerza motora de mis
pensamientos (La poesía MHG)
A María Laura, poeta, tejedora de silencios
Después de
secarme el mórfico sudor con un trapo
inservible,
deshojar un
árbol de letras moribundas y sedientas,
sacudirme de mi piel los sueños resistentes y molestos,
abandono el
mundo construido con supuestos ontológicos
el armazón que
da sustento a las formas incoherentes,
despierto a
una realidad que abruma
en esta
mañana de conciertos solitarios,
cuando un
pájaro macho dialoga con su amada
una pequeña
y negra mariposa regresa a este lugar
igual que yo de la vigilia trasnochada y amorosa
y un par de
gatos compañeros de infortunios
reclaman su
pedazo de aventuras.
Me resisto a
quedarme atrapado
en un cuarto
de teoremas no probados,
recurro a la
poesía de las cosas milagrosas
saco mi
lista de deseos que tenía guardada,
- entre los
trompos y los comics,
el juego de
pelota por la calle,
una
fotografía de mi primera novia-
en una caja
inexistente de recuerdos
y remedios
para aliviar la tos
que me
provocan los maleficios
del feroz pirata ladrón de los silencios
o de la
bruja que me arrebató señales
del camino
de los sueños.
Rompo las
cadenas de lo cierto,
en esta
pajarera sin barrotes,
me escapo al
tobogán y me deslizo
al salón de
los espejos y viajo de nuevo,
por un sin
fin de historias verdaderas
que se
esconden de la malvada bruja del
presente,
debajo de
cualquier piedra,
de un libro
de poemas,
y otro de
aventuras,
a ese mundo
agazapado entre juguetes oxidados
mientras
pinta de blancos amarillos la mañana.
Descubro
nuevamente otros axiomas
en una
letanía de frases sueltas:
Una ventana
por donde el Rock se asoma,
una sirena
que me llama
y una mujer
que me reclama,
la estrella
dentro de un jarrón de vidrio,
cuatro
margaritas por cada rincón del cielo,
una mesa
tapizada de teoremas,
un corazón
imaginario en el camino,
la esperanza
como cura para las reumas
un guiño,
una sonrisa,
y la tristeza que se cambia
a una
rebeldía encabronada
cuando un
niño,
en cualquier
parte del mundo
se va sin
sueños a la cama
sin un
mendrugo,
mientras el
cínico leviatán se regocija,
Destapa la
coladera por donde el mal humor,
la distopía
y la muerte
habían
invadido mi porción de versos
y de sueños
y de sueños
y estoy
aquí,
como siempre,
como siempre,
de vuelta,
elaborando
un conjuro diferente
que no me
haga olvidar lo que soy
cuando soy
retratado por los otros
y en los
otros (como vos) me encuentro
y cada verso
me dibuja (y me delata),
a ese yo que
es mi verdadera esencia
donde la
palabra, el octosílabo y la métrica
en un juego
de vocales y notas musicales,
le dice a mi
muerte que regrese
que no es
tiempo,
porque una
mujer me quiere
y el mundo
completo me reclama
y mi corazón
es un diagrama
de mil
carreteras de amores infinitos
y tengo que
recorrer todos sus tramos
y entonces
no esperar a esa señora
mientras
vivo
y sueño
y deseo
porque estoy
obligado a construir el paraíso
en este
mundo sin dioses que me ayuden,
y como dice
el poeta
“porque
ellos no existen si yo no existo”
y si existo
muero
y me
resuelvo en un simple silogismo
y eso,
compañera, compañero
que
reconstruyes conmigo esta ciudad
de
catedrales milagrosas
eso,
no es
Poesía.
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