domingo, 9 de junio de 2013

Tocar tu espíritu




“Tocar tu espíritu,
 como la brisa 
en otoño,
en su caricia 
viaja una hoja,
el árbol  la despide”.



La lluvia le provoca dulces jirones  al aire
y sangran las heridas de un domingo triste
 porque  se encuentra lejos la esperanza
y   la ausencia del intento es futuro incierto.

Un colibrí solitario me visita en mi ventana
anuncia el temor de lo que puede pasarle
me dice adiós en una tarde sin flores.

En este planeta se sufre la muerte diariamente
tres veces promedio de los seres que se extinguen
cada vez que el sol muere y se reinventa,
pero ya no puede dar la vida a lo que ya no existe.


El abuelo de mi abuelo lo decía,
 "no creas que el progreso  nos dará mas vida",
observa esta mañana de luciérnagas,
las mariposas coquetas con las flores,
los conejos salen de sus madrigueras,
los niños  atrapan caballos voladores,
peces de colores, mangos y chicharras,
la serpiente al asecho de las ranas,
una sinfonía de grillos ahuyenta los pájaros
y los pájaros le cantan a los árboles
mientras  el agua se desliza en el arroyo.

En estas reflexiones capté el intento,
tocó mi espíritu como la brisa
acaricia mi pensamiento y se retira,
me deja su  recuerdo para ver,
cuida la palabra, descifra el silencio…

La mañana es triste, también es bella
cuando entro al sentimiento del sonido
con el ruido del amor y los tambores,
el lamento de los indios navajos
por un universo que se extingue,
el camino rojo de los Lakotas,
la tierra prometida del Huichol

los himnos impotentes del Tzotzil
las canciones de los seres vivos…

En esta reflexión entretejida llega un niño
de repente me sorprende con su lógica:
el por qué de la matanza de los hombres,
si no sabemos que un insecto si se extingue
rompe toda una cadena alimenticia
o si el dolor que sufren en el rastro los porcinos
o que a palos son muertos los delfines y las focas.

No  podemos callar lo que puede ser importante
en estos días aciagos de un planeta moribundo.
No sabemos cuidarnos entre todos, solo “los nuestros”
cuando somos todos nuestros y los que no somos,
porque los cuatro colores no son  suficientes,
falta el color de los hermanos animales y las plantas
para que el sol combine las heridas de la lluvia

y en el aire se pueda formar el arcoíris.

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