“Tocar tu espíritu,
como la brisa
en otoño,
en su caricia
viaja una hoja,
como la brisa
en otoño,
en su caricia
viaja una hoja,
el árbol la despide”.
La lluvia
le provoca dulces jirones al aire
y
sangran las heridas de un domingo triste
porque
se encuentra lejos la esperanza
y la ausencia del intento es futuro incierto.
Un
colibrí solitario me visita en mi ventana
anuncia
el temor de lo que puede pasarle
me
dice adiós en una tarde sin flores.
En
este planeta se sufre la muerte diariamente
tres
veces promedio de los seres que se extinguen
cada
vez que el sol muere y se reinventa,
pero
ya no puede dar la vida a lo que ya no existe.
El
abuelo de mi abuelo lo decía,
"no creas que el progreso nos dará mas vida",
"no creas que el progreso nos dará mas vida",
observa
esta mañana de luciérnagas,
las
mariposas coquetas con las flores,
los
conejos salen de sus madrigueras,
los
niños atrapan caballos voladores,
peces
de colores, mangos y chicharras,
la
serpiente al asecho de las ranas,
una
sinfonía de grillos ahuyenta los pájaros
y
los pájaros le cantan a los árboles
mientras el agua se desliza en el arroyo.
En
estas reflexiones capté el intento,
tocó
mi espíritu como la brisa
acaricia
mi pensamiento y se retira,
me
deja su recuerdo para ver,
cuida
la palabra, descifra el silencio…
La
mañana es triste, también es bella
cuando
entro al sentimiento del sonido
con el
ruido del amor y los tambores,
el
lamento de los indios navajos
por
un universo que se extingue,
el
camino rojo de los Lakotas,
la
tierra prometida del Huichol
los himnos impotentes del Tzotzil
las canciones de los seres vivos…
En
esta reflexión entretejida llega un niño
de
repente me sorprende con su lógica:
el
por qué de la matanza de los hombres,
si
no sabemos que un insecto si se extingue
rompe
toda una cadena alimenticia
o si
el dolor que sufren en el rastro los porcinos
o
que a palos son muertos los delfines y las focas.
No podemos callar lo que puede ser importante
en estos
días aciagos de un planeta moribundo.
No
sabemos cuidarnos entre todos, solo “los nuestros”
cuando
somos todos nuestros y los que no somos,
porque
los cuatro colores no son suficientes,
falta
el color de los hermanos animales y las plantas
para
que el sol combine las heridas de la lluvia
y en
el aire se pueda formar el arcoíris.
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