miércoles, 13 de marzo de 2013

Nuestro silencio





navego por ese río de pájaros
que me conducen con sus cantos
al perpetuo susurro del silencio.



I

Lleno de luz recibo anhelos que antes no existían.

El tiempo emerge a partir de este reencuentro
como si fuera un tiempo nuestro
naciendo por si mismo,
donde  las horas tejen con silencio
esa doble algarabía en que la magia,
es  un jardín de flores cósmicas
que invocan al espíritu
y pueblan de dicha
esta necesidad sin cuerpo
donde las tinieblas ya no existen,

El universo sabiamente diseñó el momento
en la esquina indecisa del vacío,
como agua de vertiente
antes lágrima en la piedra
donde se bañaba nuestra ausencia,
ahora caudal en  mar profundo.

Es cierto, aquí solo  escurre  en el cantil
tu presencia enamorada,
bebo en ella para  saciar mi sed de verte,
las palabras se abalanzan queriendo bautizarte
están de fiesta sin fronteras,
sin poder nombrar lo  que sentimos
cuando estaba  inscrito en la calzada del destino
este lugar onírico,
impoluto,
sin ultraje,
al que no pude arribar antes.

Llegaste como espíritu gemelo,
Como un retorno en este inmenso tiempo,
con la otra parte de mí,
desintegrada,
ahora solo futuro permanente
al saberte donde el temor no existe,
solo las ansias por borrar distancias
y en la parte de la vida que llamamos magia,
recinto de paz, el Karma, nuestro refugio

donde permanece  esta divina somnolencia,
divina magia sacudida,
divino sentimiento en que la nada es todo,
como una esquela que viaja eternamente
y salen de ella tus palabras

sanadoras del espíritu,
invocadoras del deseo de las almas,
voces que se escriben
y traspasan esa parte del viaje
cuando se tornan melodía de luna
creando un universo diferente,

desmenuzando lo que somos,
confrontarnos sin temor,
despertando del letargo...


II

Hoy nazco de nuevo y me pronuncias:
me adentro  en el y me atrapan
los susurros impregnados de silencio
y me atas con murmullos de flores diferentes
que has encontrado en tu jardín de sueños.

Llévame pegado a tu cintura
a tu primera vez,
y siente el regocijo de encontrarnos,
viaja conmigo, fluyamos
por tu cuerpo sin tiempo
y por tus flores. 
Como por un río sin barca renazcamos.


Viajo por tus brazos, por tu boca,
como por tus pensamientos sueño
y despierto en ti,
nos dejamos llevar a un continente
que nos estaba reservado,

Es cierto, la tersura acariciante del murmullo
nos ha empapado de un dichoso advenimiento,
nuestras palabras se pronuncian al unísono
como un eco de  señales, faro intermitente
para llegar al sitio que el universo convocó
para el reencuentro.

Sígueme por este sortilegio de sentirnos nuestros
con esa forma que nadie lo ha sido de nosotros
y dejemos que el puerto nos encuentre
sin percatarnos que antes de saber
uno del otro,
ya  lo habíamos escrito.

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