Dedicado Al abordaje de la letras
Entre la bruma que me dejaban los recuerdos
como si fueran el barco que se aleja
del puerto
en medio de la zozobra de los días
por venir,
la sorpresa agazapada en la espera
del acontecer,
me preguntaba nuevamente por la Historia
como el eco necesario para predecir
el futuro
en surcos de sangre derramada en el
Oráculo.
La barca
había partido en un mar incierto y apacible
emergida de las paredes del llanto y
la fortuna,
experiencias de otras embarcaciones
sin futuro
que el pasado reclamó en las manos de
aquellos
marineros cargados de esperanza y algunos
miedos,
cuando en la fantasía de otros, los
monstruos nacían;
eran fantasmas a vencer para llegar a
tierra firme.
Regresan las esperanzas perdidas
ahora duraznos
en flores blancas y colores sepia de
retrato antiguo,
que se confunde con las rejillas de
números abstractos
perdidos en la curvatura de luz hecha
metáfora
en gravedades que devoran nuestras
esperanzas,
hoyos mágicos en la profundidad del
verso amoroso
y místico, silencios que se
confabulan con la partida.
En los cuatro puntos cardinales el
símbolo colorido,
los ritmos acompasados de tristezas
en cuatro etapas,
siempre la muerte sin desprenderse de
su hermana
como dos mujeres en Delfos en un
grito dividido,
antes la lira, madre inicial con el
madero hueco de la selva,
y los sonidos de arena encerrados en
la jícara de los lamentos,
la voz como inicio del cuaderno
pautado en el oído de otro.
El suave murmullo de las aguas en su
recorrido decantado,
el peñasco en lágrimas diluidas por un Cronos rebelde
el camino escondido a la gruta donde Acuario
se abastece
y Erato susurra las cuerdas de su
lira con los dedos,
mientras del agua emerge Clío con su
tropel de tiempos
en un concierto de silencios que
inventan la palabra,
presencias que nos acercan más al viaje
sin retorno.
Construimos un mapa dibujado en medio de la nada.
De todos
los puntos de la tierra llegarán embarcaciones
a una Atlantis
renovada que los fenicios añoraron
la tierra de armonía y danza donde
las ninfas nacieron
así este puerto sin nombre, punto de
encuentro imaginario
bañado por las aguas de un océano de
letras líquidas,
metáforas, misterios, intentos del
poema, hemos zarpado.
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