Nada
me salva en esta soledad sin cuerpo
de
un solitario recorrido hacia el eterno,
sin
las veces que fuimos compañeros,
y
en otras partes del devenir del karma,
vivos
sin reconocernos,
o lo que después se nos revela
estando
muertos.
Quiero
morirme en ti
y
así encontrar el infinito,
morirme
siempre así
pero
también en ti nacer
y
verme reflejado en un sueño
sobre
otro sueño y otro,
rebosado
de un místico placer,
estacionarme
en cada poro de tu piel,
y
en cada puerta tuya, precipitarme
en
este abismo de sabernos juntos.
Y
olvidarme de aquellas noches
cuando
me desplazaba como un muerto
por
haber resucitado en otras vidas
diferentes
a las que viví contigo.
¿Pero
no es eso la vida cuando te sientes vivo?
¿Un
sin fin de asombros?
En asombro tras asombro
nos
hemos convertido
y
en el misterio profanado
te desdoblas dentro de mi asombro
que
le regala un lecho a nuestros sueños.
La
certeza de saberte en ellos
se
traslada para sentirte palabra
irrefutable
donde puedas dormir conmigo en mi siguiente muerte.
Nada
me salva si,
salvo
las vidas que morimos juntos.
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