viernes, 3 de mayo de 2013

Paradigmas





I

Me pisa los talones la nostalgia,
esa sensación sin plenitud del alma
y que el espíritu teje con tiempos
a destiempo;
me detiene
me aplasta
me delata,
hunde su estaca de silencios 
robados por el alma.


En esta soledad, 
sin la clásica respuesta del vacío
el mástil sobresale de la niebla;
como un árbol sin hojas y sin ramas,
una ventana de nubes trasparentes
abre sus puertas en el cielo,

el ermitaño canta en el desierto,
ante el ruido sordo de la nada,
los brujos se alejan en la noche
para esconder las intenciones.

II

En estos años de paradigmas nuevos,
un solo camino se repetía en nuestros sueños
como un cristal de mil caras reflejando luces
en infinitos coloridos
y el color negro como música de fondo
para el  grito de protesta pronunciado en otro idioma.

Aferrada a  una nota de guitarra,
una pisada en Do
seguida de un Re prolongado
y una pauta de silencios,

la dulce música sin dueño,
en ese lugar donde la mística,
punto final del paradigma,
fue la respuesta para la soledad 
de nuestra especie.

Viajando a través del universo reaccionario,
el ermitaño ha muerto
después de haber cruzado el puente
y traducir la palabra sagrada en otras lenguas.

Mientras escucho su plegaria
las abejas intentan pasar por la ventana
en una canción que se desdobla en dos letras
para una multitud de solitarios.


III

La nada espera
la soledad es pasajera del intento
el color blanco no existe,
es el  símbolo de una mujer
sin huella por la playa del olvido.

Aquí, el tiempo es otra nota sin arpegios
en La mayor de abeja inquieta,
pájaro dormido en una zona mágica
donde la selva esconde el sueño
en las cuatro fases de la luna.


IV

Es cierto,
el universo nunca se detiene
y sin embargo el tiempo del recuerdo
es insepulto y reversible,
el pasado de un futuro muerto
negación del eterno movimiento
la doble flecha de un vector que no tiene sentido
algunas canciones suspendidas por el eco
que regresa su confuso nacimiento.

Es cierto,
el mundo cambia
su rostro es el mapa de un barco sin rumbo
después de haber partido en varios puertos,
la negación del tiempo sin destino
el reconocimiento de que el amor existe,
continentes que no fueron del todo conquistados,
pelícano viejo en un mar de peces quietos,
entropía constante del vacío
mientras la muerte espera.

Ya era especial cuando el silencio fue dorado.

Es cierto,
el mundo se detiene dentro de un cuarto,
es su rostro  geografía de tiempos sin futuro,
pueblo del retorno donde las veredas no se pierden
para llegar al sitio donde los espejos duermen,
puente dorado,
puerta florida que es leyenda,
ciudad abierta,
punto de encuentro,
tumba de paradigmas rotos.

Del poemario Travesía (2010)

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