He
querido alejarme de la ventana,
la
entrada a un sinfín de realidades,
la
trampa del intento es una percepción falsa,
escapo
del presente para vivir sin tiempos
para
entender que el verbo es una regla
de
signos incoherentes mas allá de la gramática,
el
arquetipo del símbolo,
el
sastre del espacio tiempo,
una
imagen sin metáfora,
la
estática en el otro lado del espejo,
la
línea paralela alrededor del círculo
el
otro yo al acecho.
El
universo es un pañuelo de huecos infinitos,
una tobogán donde el silencio fluye
y
yo soy un punto sin parámetros
en
el desliz del verbo,
el
acento imperceptible del sonido,
un
número muerto en la ecuación del tiempo.
Me
asomo a la ventana
y
una sensación de música sin notas
me domina dentro
de una placenta
mágica e insondable.
Estoy
solo y el verbo me convoca:
la
percepción de Dios, el amor,
la
nada y todo, se dibuja con palabras
en
esta soledad sin nadie.
Estoy
dentro del verbo,
en
este capullo nazco y muero.
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