viernes, 23 de noviembre de 2012

Las mariposas del tiempo




“Hoy recuerdo mariposas
Que ayer solo fueron humo
Mariposas, mariposas, emergiendo de lo oscuro…” (S.R.)


Hace unos años, una mariposa chocó con la ventana,
quería buscar la luz que provenía  de mi casa,
en el mismo acontecer, una canción presagiaba
el batir de alas hecho humo, en el instante
en que el amor se desbordaba con la noche
y se embarraba en las paredes de mi cuarto.

Hoy habito en un país en que los días son eternos
las noches demasiado cortas,
pero a pesar de los paisajes
y escenarios totalmente diferentes,
la luz, de otra forma,
proviene del sol y las estrellas,
es filtrada por la luna
y se baña con las olas,
mientras los cangrejos,
agazapados silenciosos
construyen escondites
para los días de gaviotas.

Y sin embargo en este país de ausentes soledades,
presentes soles y edades del tiempo discordantes,
a pesar de que se encuentran abiertas las ventanas,
solo los fantasmas del ayer se pasean en las paredes,
y los recuerdos de tarde en tarde se visten con palabras.

Regreso al instante anterior de las canciones,
al momento en que los dos encontrábamos un beso
y yo después, silencioso, lo guardaba.
No se si hubo brujería en ese acto
pero finalmente con un soplido,
aquel beso dentro de un capullo
no quiso transformarse en mariposa.

En este mes de mayo y recordando abril,
lleno de flores como todos los abriles de la vida
encerrado en treinta días del calendario
de todos los años antes y después
de lo que fue para nosotros
en esa noche de coplas y guitarras;
ahora, observando al pájaro amarillo,
desde el punto de equilibrio
en que me observa;
me hace recordar aquella noche entre mis labios,
aprisionado en el furor de tus abrazos,
sintiéndome morir entre tus piernas,
naciendo de nuevo por tus senos, 
al viajar  juntos con una carta sideral inexistente
en una cama de inmensas geografías,
trayendo a mi memoria  otros pájaros
que fluían por  tu boca, como planetas
gravitando por  tu cuerpo,
en esos besos repleto de recuerdos.

Las flores disecadas del olvido,
guardadas en las hojas de la ausencia,
evocan mundos distantes y remotos
en un amanecer que se extinguió con tu distancia,
en un país de nadie,
un país lejano,
mas cercano del recuerdo
de un  momento ya extinguido,
de aquellas mariposas vueltas humo.

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