domingo, 4 de noviembre de 2012

El punto imaginario




Alineo mi energía a un punto imaginario
donde mis pensamientos se dirigen,
no es un punto de amor,
ni un lugar paradisíaco,
solo es un punto que atrae mi luz cuando hacia el viaja
no es  un lugar real por donde fluya el  tiempo,
éste  se rompe en una vasija sin contorno;
pero ahí, en ese punto imaginario,
se encuentra el innombrable,
el que es conocedor profundo
de todas las cosas que suceden
en el devenir del universo,
el que mira sin ver y no se queda detenido,
el que es dueño y creador de eso que llamamos nada
y que de ese punto de luz sin resplandor,
espacio, materia, o palabra que decante.
emerge lo que percibimos con el alma
o con los ojos del cerebro
y la razón,
aquello que Tomás el santo
tenía que ver para creer.

He gastado miles de palabras
para encontrar la metáfora perfecta,
al menos aquella que pueda interpretar
el susurro de luz negra
o un murmullo de luz blanca,
ambas nos definen en torrentes
en estas reflexiones del sentir,
que mi pensar es relativo
y que la nada existe
como existe la materia
pero también desaparece.


Me olvido por instantes
de este crujir de espíritu
y salgo de lo que llamamos día,
supervivencia cotidiana,
aconteceres en la vuelta por sí misma
de la tierra,
unidad del círculo,
Pi, número ancestral y mágico.

Pero así como el Zen indica
que para entender que el momento
siempre ha estado con nosotros
hay que olvidarse del momento,
así la tierra, y todo lo que bulle
de la vida y de la muerte
donde son olvidadas mis plegarias
y el lamento surge repentino.

Ya no soy yo, el que pide una respuesta
sino el hombre,
el colibrí sin flor,
la gaviota atrapada en un polímero,
el niño retratado con una carabina
en una fila de soldados de la muerte,
las focas blancas recién nacidas
en el lumen prodigioso de la nieve
para ser depositadas en el río enrojecido
de crímenes siniestros,
la mariposa que bate sus alas
sin ese ritmo alegre de hace algunos años
o la chicharra, abejorro de mis tierras
con un canto de amor ahogado
por el rugido del sol no tan lejano.

No solo es el niño que porta un arma
para placer de sus maestros,
también es aquél que en  una imagen desfallece
ante la mirada siniestra de los buitres.

O el que se enferma mortalmente
al tomar de un charco de agua
que se encuentra repleta de desechos
para que otros la desperdicien en una alberca
y botellas de agua pura para el sediento,
computadoras para llenar con el silencio
la soledad indiferente de una sociedad robotizada.

Siempre hay playas de lujo y hamacas finas
para ese tipo de viajeros
espacios resguardados para los privilegiados
mientras el mundo se muere
con otra luz en el cielo perforado
y se cuela en sus pecados,
porque pecar es quebrar a la armonía
y eso es lo que el hombre como especie ha realizado,
no solamente la bestia sanguinaria de si misma,
sino matar a cuanto ser viviente se encuentre en ese estado.

hoy dirijo mi energía hacia la luz
de un punto imaginario,
donde mis pensamientos se polarizan
y sin embargo la intención de pedir por mis miserias,
afortunadamente se olvidaron.

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