I
Con esta
ansiedad que no se quita y con un malestar
que según
de los que saben de esto es por el alma
comienzo
a describir esta parte que no se había resuelto
debido a
tantos en tinglados de las letras y las penas.
Dicen que
el dolor por algo inexistente es locura
que la
espera de algún acontecimiento desastroso
es
paranoia, que es el estrés el que mancilla el pensamiento
y en
ocasiones opaca de vaho y luz negra el sentimiento.
Recorro
las acciones de los últimos eventos en estos días
espero
siempre el devenir de cosas buenas y aún no se porqué
espero de
igual forma en otro lado del camino: la tragedia.
No
siempre la pasión desbordante por la magia
el
fanatismo del que reza todo el día en algún culto
o el que
conjura hechizos y milagros es lo correcto
a veces
es mejor el verso que fluye puro y cristalino
como
corre en libertad el agua milagrosa en la montaña
la
mariposa en colores de verano refugiándose en la nieve
el pez
saltarín como salmón contracorriente por el río
y la miel
revoloteante de las alas trasparentes de la abeja,
palmas de
lluvia, senos de lluvia en el país de las tristezas
que se
empecinan a recordar paisajes solitarios de dunas calcinantes,
dátiles
de sueños en un sol quemante y sin piedad para el viajero
árboles
de pan y sangre para regocijo de la vida y los hambrientos,
cuartetos
de cuerdas entonando la melodía impronunciable,
esperanzas
de paz que en medio del odio entre unos cuantos
se pueda
interpretar no nada más el hambre sino promesa
de frutos
para las bocas del espíritu apagadas por la sombra.
II
Hace unos
cuantos días en que el cielo estaba despejado
sin
vestigio de tormentas o avisos de tragedias que los pájaros,
marineros
pescadores y viajeros de los mares del silencio,
declaraban
que el horizonte presagiaba una porción de tierra.
Colocaba
por fin después del juego nuevamente las piezas del tablero
cada
pieza en su porción de luz o su porción de sombra amable
ya que el
tablero en su arlequín encasillado, era benigno
no había
maniqueos en esa batalla de dos almas gemelas.
Ciclones,
vendavales, aguaceros, turbulencias de arena,
Brillaban
en la ausencia y solo días de pájaros y flores,
perros
alegres persiguiendo a las gaviotas y olas juguetonas,
eran el
marco de mi caminar hecho ritual para santificar el alba.
No
obstante que las amarras de la barca en el puerto eran sólidas
llegó
como un invisible acontecimiento el primo lejano del silencio
se metió
por los poros de las rocas y lentamente las fue desmoronando
así de
invisible fue el tormento de un suceso quebrado por el viento,
aunque
después se supo que el viento no era el culpable
alguien
dijo que el brujo de la choza de los peces muertos
fue
responsable, otros dijeron.:
¡No, no
es cierto!
“el
culpable es el rey y su séquito”.
A ellos
se los llevaron en cortejo y después los encontraron muertos.
III
Recorro
el camino obligado para entrar al paraíso de un caminar
por las
arenas, ya no tan blancas, de una playa donde recuerdo
otros
escenarios diferentes al blanco de las casas en el paseo de Boca
los días
que el cielo permitía juguetear a las gaviotas en su regazo
y los
pescadores realizaban ese trabajo mágico con la red sin condiciones
la mañana
era un constante prisma donde el color arrebolado se filtraban
las
ciudades se construían con las rutas del cangrejo y las conchas marinas
que ahora
inexistentes, la rutina de una ciudad de hormigones y concreto
las fue
borrando en mi memoria para no darme cuenta del nuevo escenario.
Así este
palacio en construcción que será templo al mar adentro de la música
Me ha
provocado un sentimiento cruzado mientras camino y veo sin esperanzas
la red de
los mismos pescadores totalmente perforada y sin sustento diario
Como si
otra red agujereada de pescadores del valle del Anáhuac hace 500 años
Fuera la
misma cuando al sacerdote hombres sabios le contestaron
que esa
era su historia, porque se había colada por ese negro abismo
la
cultura y el cosmos Y junto con ellos, el canto dulce y amoroso
a los dadores de la vida. el
equilibrio de una naturaleza
que
comenzó a quebrarse con falsas promesas de una tierra prometida
en otros
mundos para la salvación de todos sus pecados,
mientras
el falso profeta le arrancaba sus entrañas la vida en gestación
Los
mismos que decían que el aborto era pecado y Dios lo castigaba.
Ahora
regreso, escucho a una mujer amorosa de ochenta y siete años
apoyando
al oprimido, me da una lección de historia en todos los sentidos.
rescato
el canto matinal de los pocos seres mágicos que sobreviven
mientras
escribo y me olvido por momentos de la ciencia de los números
para
refugiarme en un universo de metáforas buscando el verso
que fluye
puro y cristalino, el que conjura hechizos y sueña con milagros
en que un
día puedan cantar todas las voces una oración al universo
para que
pueda detener ese otro canto destructivo del hombre en el planeta.
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