domingo, 18 de noviembre de 2012

Cuando la luz se ausenta.





I

Con esta ansiedad que no se quita y con un malestar

que según de los que saben de esto es por el alma

comienzo a describir esta parte que no se había resuelto

debido a tantos en tinglados de las letras y las penas.


Dicen que el dolor por algo inexistente es locura

que la espera de algún acontecimiento desastroso

es paranoia, que es el estrés el que mancilla el pensamiento

y en ocasiones opaca de vaho y luz negra el sentimiento.


Recorro las acciones de los últimos eventos en estos días

espero siempre el devenir de cosas buenas y aún no se porqué

espero de igual forma en otro lado del camino: la tragedia.


No siempre la pasión desbordante por la magia

el fanatismo del que reza todo el día en algún culto

o el que conjura hechizos y milagros es lo correcto

a veces es mejor el verso que fluye puro y cristalino


como corre en libertad el agua milagrosa en la montaña

la mariposa en colores de verano refugiándose en la nieve

el pez saltarín como salmón contracorriente por el río

y la miel revoloteante de las alas trasparentes de la abeja,


palmas de lluvia, senos de lluvia en el país de las tristezas

que se empecinan a recordar paisajes solitarios de dunas calcinantes,

dátiles de sueños en un sol quemante y sin piedad para el viajero

árboles de pan y sangre para regocijo de la vida y los hambrientos,


cuartetos de cuerdas entonando la melodía impronunciable,

esperanzas de paz que en medio del odio entre unos cuantos

se pueda interpretar no nada más el hambre sino promesa

de frutos para las bocas del espíritu apagadas por la sombra.


II


Hace unos cuantos días en que el cielo estaba despejado

sin vestigio de tormentas o avisos de tragedias que los pájaros,

marineros pescadores y viajeros de los mares del silencio,

declaraban que el horizonte presagiaba una porción de tierra.


Colocaba por fin después del juego nuevamente las piezas del tablero

cada pieza en su porción de luz o su porción de sombra amable

ya que el tablero en su arlequín encasillado, era benigno

no había maniqueos en esa batalla de dos almas gemelas.


Ciclones, vendavales, aguaceros, turbulencias de arena,

Brillaban en la ausencia y solo días de pájaros y flores,

perros alegres persiguiendo a las gaviotas y olas juguetonas,

eran el marco de mi caminar hecho ritual para santificar el alba.


No obstante que las amarras de la barca en el puerto eran sólidas

llegó como un invisible acontecimiento el primo lejano del silencio

se metió por los poros de las rocas y lentamente las fue desmoronando

así de invisible fue el tormento de un suceso quebrado por el viento,


aunque después se supo que el viento no era el culpable

alguien dijo que el brujo de la choza de los peces muertos

fue responsable, otros dijeron.:


¡No, no es cierto!


“el culpable es el rey y su séquito”.


A ellos se los llevaron en cortejo y después los encontraron muertos.



III





Recorro el camino obligado para entrar al paraíso de un caminar

por las arenas, ya no tan blancas, de una playa donde recuerdo

otros escenarios diferentes al blanco de las casas en el paseo de Boca

los días que el cielo permitía juguetear a las gaviotas en su regazo

y los pescadores realizaban ese trabajo mágico con la red sin condiciones

la mañana era un constante prisma donde el color arrebolado se filtraban

las ciudades se construían con las rutas del cangrejo y las conchas marinas

que ahora inexistentes, la rutina de una ciudad de hormigones y concreto

las fue borrando en mi memoria para no darme cuenta del nuevo escenario.



Así este palacio en construcción que será templo al mar adentro de la música

Me ha provocado un sentimiento cruzado mientras camino y veo sin esperanzas

la red de los mismos pescadores totalmente perforada y sin sustento diario

Como si otra red agujereada de pescadores del valle del Anáhuac hace 500 años

Fuera la misma cuando al sacerdote hombres sabios le contestaron

que esa era su historia, porque se había colada por ese negro abismo

la cultura y el cosmos Y junto con ellos, el canto   dulce y amoroso

a  los dadores de la vida. el equilibrio de una naturaleza

que comenzó a quebrarse con falsas promesas de una tierra prometida

en otros mundos para la salvación de todos sus pecados,

mientras el falso profeta le arrancaba sus entrañas la vida en gestación

Los mismos que decían que el aborto era pecado y Dios lo castigaba.



Ahora regreso, escucho a una mujer amorosa de ochenta y siete años

apoyando al oprimido, me da una lección de historia en todos los sentidos.

rescato el canto matinal de los pocos seres mágicos que sobreviven

mientras escribo y me olvido por momentos de la ciencia de los números

para refugiarme en un universo de metáforas buscando el verso

que fluye puro y cristalino, el que conjura hechizos y sueña con milagros 

en que un día puedan cantar todas las voces una oración al universo

para que pueda detener ese otro canto destructivo del hombre en el planeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS POR TU COMENTARIO