Palabras
clave para este fin de año:
Andrés Manuel, el fin del
mundo,
Beckett, el nuevo cine
mexicano,
lo que se va, a Dios
gracias,
lo que viene, por
desgracia,
la feria del libro, Carlos Fuentes,
la novela Libertad de Jonathan Franzen,
el fin del sexenio,
el café colombiano y la
poesía,
un domingo con Bebo Valdes
y el jazz cubano,
García Márquez y Macondo,
el pan de plátano elaborado
por mi hermano,
el cambio de mentalidad,
los mayas y morena;
la cultura en México
y el último lugar en
educación.
El 132 con mas respuestas,
la parte conservadora
de mi familia,
las mujeres de mi mundo,
Luciana y la psicología,
el poema inconcluso
el tema espiritual enredado
en la política,
Gaza e Israel,
58 millones de pobres
y miles de muertos
en esta batalla pírrica,
(las bajas colaterales de
Calderón)
la última película de Oliver
Stone,
los tributos a los hidalgos
de la banca
después de quinientos años,
Enrique Krause y su Mesías
tropical
Eduardo Galeano y Los hijos
y los días,
tragedia al fin del ciclo,
fraude electoral…
dolor y circunstancias.
los ensayos lúcidos de Jorge
Volpi,
Juan Villoro y su premio
merecido
el recuento de estos años
y las paradojas de Keynes.
Malvec, Tempranillo y
Pinot,
mis uvas consentidas,
la música de Joan Manuel
Serrat
y la poesía de Machado
sin olvidar a Martí y
Piedra de sol,
los días terrenales de
Revueltas
Mi amiga Mel Morrison
y su exquisitez musical,
Los versos de Jennifer y María,
La poesía de Silvia Plat,
la poesía de J Pellicer,
Zaraceno,
de Pat y Teo,
los cantos del blusero en
sus murmullos.
El taller del Abordaje,
Martí, Vallejo y Victor
Parra,
las matemáticas y los
Huicholes,
la Teoría de cuerdas,
la escuela de Frankfurt
y los libros de Castaneda,
la música de Grieg y Bach,
el segundo movimiento de la
Quinta,
Los detectives de Bolaños,
Marilaila y Eric Clapton.
Pero también un país con
hambre,
un país donde confunden las
palabras
bondad y pendejez como
sinónimos.
En esta lista de palabras
clave
para entender mi mundo
y obligarme a comprender mas
a mis perros,
Un águila entró al
departamento contiguo,
tumbó una jaula, atrapó a
un periquito,
su condición de cautivez
por los cadetes
no le quitó el instinto.
Las palabras, alguien dijo,
se inventaron
en la profunda necesidad
del ser humano
de reclamar a Dios sus
descuidos
y los graznidos del águila
fueron el cruce de dos mundos
ante los ojos de sorpresa
del vecino.
El mundo es una caja sin
herramientas
para armar el modelo de
Cortázar,
es una noche de Jazz
en el Chicago de los
veintes,
una guerrilla inconclusa y
deformada,
la mirada incomprensible de
un niño
en algún lugar que se
dispute la abstracción,
es decir, la guerra y la
codicia,
o como diría Octavio Paz en
Piedra de sol:
la quijada del asno, el
ruido opaco
y la mirada incrédula del
muerto
al caer en el llano
ceniciento…
Seguimos sin entender al
otro
a pesar del espejo
y las necesidades comunes,
a pesar de los fantasmas
que habitan en esta casa
varias veces dividida
por la ausencia de amor
o la soberbia manifiesta,
como si fuera el pergamino
perdido,
la carta para los reyes
magos
en este país de unos
cuantos privilegiados,
mientras afuera las ratas
se disputan la comida
como siempre cuándo, en una
noche de Rock
en Yosemite, de la colonia Nápoles,
me hizo olvidar que Salinas
había ganado
y era imposible que
entendiera a Pink Floid.
Aceptación del fracaso con
el paso de los años
y el romanticismo en un
libro de Historia.
En esta lista de palabras
clave
se encuentran las viejas
calles de Narvarte
y el cine en la facultad de
Ciencias,
Teorema de Pasolini,
el hombre de mármol de
Wajda
y el coleccionista de
mariposas.
La canción Hey Jude de los
Beatles
y la frase preferida:
“Esta puta y bendita
soledad sin nombre”
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