(Poema gráfico de Amalia Cabral de Zalles)
Estoy
partido en tres mundos,
dividido
por palabras que se cuelan
por
los recovecos de mi cuerpo,
se
apoderan de un lugar
y
se estacionan para gestar letras;
son
gallináceas
en un lugar sin mallas.
En
otro mundo hay una ventana
donde los pájaros se cuelan
y
hacen de mi sed su abrevadero,
juntos nos saciamos de la nada.
Ríos
secos me recorren
en este sistema planetario,
cuencas,
páramos a la espera de las aguas,
en
tanto los pájaros dormidos
sueñan con mis sueños
y
las gallinas ponen su ración de letras
concebidas
por este mundo de palabras,
diluvio
interminable,
monzón,
ciclón,
tormenta
repetida.
En
esta trilogía de semánticas
en
que la abstracción del pensamiento
es
el nirvana del hambriento,
mi
piel es el periódico del tiempo,
mi
rostro un libro de historia inédito
que
solo es recorrido por mis ojos
en
las pocas ocasiones que me postro ante el espejo,
la
ausencia de fugaces emisarias
una
huella de olvido dejada por el viento
mientras
la tarde sin prisas se levanta.
Resulta
que en revistas literarias se han perdido
las
otras palabras no gestadas,
los
deseos de muchas voces cacareadas
en
ese gallinero de metáforas.
Hay
un mapa estelar dibujado
por
brujos medievales
que
se definen con círculos perfectos
las
elipsis de los astros decadentes,
una
colina en la métrica del verso
y
la torcaza solitaria picoteándome los sueños.
Tres
son la señales que han tenido a bien
dejar
sobre mi cuerpo en el camino de la vida,
los
bufones del destino:
A
saber el día que me perdí en una enciclopedia
y
nadie me encontraba,
hasta
que en la sección de los mitos y leyendas,
dormido
había crecido;
en
otra ocasión por esas ironías del mayor de los bufones,
una
ola de historias sustentadas,
me
arrastró a la orilla de una playa
desnuda,
solitaria
y una
mujer
envuelta
en apotegmas o teoremas,
me
pidió que encontrara los axiomas sustentados por su sexo.
Entre
estas tres señales mi cuerpo ha sido recorrido,
dibujado,
escrito,
sepultado;
ha
sido nido de sentimientos inconclusos
alas
de deseos insatisfechos
paradojas
de noches amorosas
con plenilunios
de amores no resueltos
y
finalmente,
atado
a la diosa más cruel y despiadada,
aquella
que no perdona un minuto de descanso
adoradora
en si misma de sus dones
que
a veces se apodera de mi savia.
Atado
me encuentro en sus extremidades.
Sinécdoques,
imágenes de pájaros,
otra
vez condenado por los pájaros
como
una marca feroz sin resolverse
al
no encontrar ambos la fuerza suficiente
para
dejar sus brazos;
manos
de pájaros sus alas
pájaros
despiertos sus entrañas
pájaros
picando mis entrañas
alimentándose
de versos y palabras
al
fin pájaros
mi
fiel imagen
el
símil repetido
en
silencio de trinos en las
hojas
del periódico incrustado
a
la parte mas oscura del relato,
figuras
que se pegan a la palma de mis manos,
huellas
violentas en un dulce desafío,
brújula
pájaro,
mujer
pájaro,
diosa
pájaro
que
en pájaro transforma
cada
una de las letras de mi cuerpo.
Es
la poesía sinónimo de pájaros
cautivo
eterno hasta que el cuerpo muera
soy
por ella fiel adorador de pájaros
como
pájaros los dones en que estoy encadenado
finalmente
pajarero,
su
eterno enamorado.
Los pájaros que me concibieron y alentaron mi vuelo, se tornaron poesía en el silencio de trinos de tu fiel amante. Sigue volando Moyeto...
ResponderEliminarGracias Lety
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