Quería
encontrarte
después de
discusiones pírricas,
enfrentamientos
de dolor
después de que
no se pudo resolver la solución
del amor que
volaba en una mariposa,
en un pájaro
o un ave
nocturna,
en medio de ese
pliegue de tus muslos vírgenes
no tan vírgenes
(¿importa acaso?)
al unísono eco
de lamentos que no entiendo
ante la
explicación racional de que no me amas
y ante la
sensación de querer tenerte entre mis brazos...
Dormida estás,
fecundada entre palabras
y hormigas que
danzan en tu cuerpo
solo tus piernas
que prometen un día distinto
amaneceres
descubiertos por la sombra del mensaje
oculto entre tu
seno, desperdiciado amor sin postulados
al fin amor sin
ser, esencia de nadie, de ninguno
al fin un ser
indiferente que piensa en una compañía
solo el placer
de la necesidad de reafirmarse en uno mismo
ante el espejo,
somos dos los que enfrentamos un destino
sin embargo no
hay nadie aparte de nosotros
la oquedad del
silencio
la nada misma
repitiendo una mentira
ni tu ni yo
enfrente de nosotros
no hay nadie que
nos salve
solo el juego
del decir las cosas sin querer
“quería que me
ayudaras solamente”
“no sabía que
nos íbamos a tardar en la taberna de las confesiones”
el día pasó sin
huellas cuando no te vi ni pudimos resolver la tarde
hoy no es ayer y
no quise que te fueras
no importa,
solamente es el contacto de dos amigos que se encuentran
pero tampoco es
la necesidad de sentirse acompañado
cuando una
soledad de camposanto nos envuelve.
Y sin embargo no
son dos amigos, ni dos seres solitarios.
Tienes miedo de
enfrentar que somos seres encontrados
en ese punto de
amor imaginario
seres de amor y
luz que viajamos en nuestras propias soledades
y en ellas
frente a frente ignoramos hasta que otro día
otro momento de
un amor no pronunciado
sigamos en la
farsa de sentirnos amigos
necesitados
desahogando el
ansia del alma
y que el sexo,
tan distante
extinga con
palabras su silencio.
Amanece...
2009
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