bubuas baja
bargo devia savi mahim deoyola
om santi
La oración de la madrugada se
confunde
con el grito de parto que tiene el
alba,
una mujer canta una frase repetida,
en él deposito mi ausencia y mi vacío,
la parte oscura de la noche se
disuelve,
todos encontramos la luz perdida
y la mañana nos devuelve la alegría;
no hay mas desequilibrio en la
tristeza,
todos giramos al unísono en dos
letras,
en una entramos por su vientre ancho
como un buda que nos sonríe al inicio
y luego una jugada en tres palomas,
tres árboles ramificados en una copa,
nos brinda el símbolo de lo que es
vida,
lágrimas que se pierden en el
silencio.
Un hombre santo pinta su consuelo
y en polvos mágicos nos devuelve el
ánimo,
es cierto, no nos sorprende lo
sucedido,
en el remoto tiempo ya no existe,
el mundo es una galleta de harina y
miel
o una pócima milagrosa para el
enfermo,
la muerte agazapada siempre en acecho
y un costado de luz es nuestro tiempo
en la plegaria del canto repetido.
Entre la parte inicial de los lamentos
la letra m en su misterio nos protege
y en una vocal inmensa nos bañamos.
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