miércoles, 2 de octubre de 2013

Otra forma de decir las cosas



María llena eres de gracia... Blanco y Negro (Digital) Retrato (www.artelista.com)



En mi país que tristeza, la pobreza y el rencor…
Dice mi padre que ya llegará desde el  fondo
del tiempo otro tiempo y me dice que el sol brillará
sobre un pueblo que sueña labrando su breve solar…

Alfredo Zitarrosa




Otra forma de decir las cosas, o lo que es lo mismo:

“Los tiempos en que John Lennon cantaba sin saber
 que el sería diferente”


Los días pasaban como el jueves de plaza en el viejo barrio Santa Cruz o la escuela y el tranvía que me regresaba a ese lugar privilegiado que era mi cuadra mi casa, el cine de barriada, la cerrada, donde jugaría por las tardes el tochito,  el bote, a la botella, las anchuras, el spiro.
Una lonchería en el pasillo del viejo cine me recordaba las grandes salas de café de un lejano parís, siempre soñado nunca visitado, alimentado por los filmes que en ese entonces pasarían por las noches del martes a 3 pesos por entrada y dos películas.

Las “marías” vendiendo en sus tendidos los vestigios del “milagro mexicano”: jitomates, ajos, chiles, tortillas azules, nopales y tlacoyos; sin embargo el sistema encarnado en las “julias” del gobierno, por querer embellecer una ciudad, arrasaría sus tortillas y los hijos junto a ellas. Por otro lado aparecían en la radio, noticias, canciones, comentarios suspicaces de una sociedad aún muy lejos de ser cosmopolita; el Tláloc, símbolo se piedra en los “Tiempo modernos”, era transportado a su nuevo recinto, yo lo había visto en su lugar original.

Los desayunos escolares antes del “milagro petrolero”, se repartían en todas las escuelas oficiales (las privadas se eximían de comer semejantes tonterías con el pretexto de abdicar para los “niños pobres” que no asistían al México). Había uno que otro maestro comunista y a los alumnos regalaban libros sobre la vida de héroes no “oficiales”, los hermanos Rodríguez aún no habían muerto en las calzadas del asfalto y los peraltes.

Eran tiempos del Memín y de la plaga, del camión de pasajeros que arrastraba con el esa vieja película de “Esquina bajan” con David Silva, de “Con quien andan nuestro hijos” y “Quinceañera” , de “Rebelde sin causa” y “Esplendor sobre la hierba”; “Ella te ama” era la canción junto con “Sombras” que se escuchaba por la radio y las niñas eran fresas y las niñas nos besaban en el juego de botella y las niñas comenzaban a ser mujeres, esposas, secretarias y  amantes del mismo señor que daba clases de moral alrededor de la mesa  a los miembros de su casa.

Los melenudos, piojosos, jipis le decían, eran ajenos en esa calle perdida de la Del Valle es cierto, “el milagro mexicano” era un éxito;  Salvador Novo en esos tiempos no lejanos era el cronista y Octavio Paz no había ganado el premio Nobel todavía. Solo pocos, como entonces, leían el periódico; en Siempre! la revista, surgía una nueva camada de escritores, periodistas, cronistas, mafiosos al decir de una sola voz por esos días. Mundo, Caballero, D´tiqueta, Vanidades, el Ja-Ja y otras tantas revistas, sin leerse, llenaban a rabiar el puesto de periódicos en la esquina.  

Todos íbamos de corbata a la escuela secundaria; pasaban documentales de antiguos emiratos que ahora por el petróleo se habían modernizado y nosotros, cantábamos las canciones del primer disco de los Beatles. Ni pensar que algún día existiría Avándaro o el viejo lagarto quemando mota en el desierto, María Sabina apenas era descubierta por turistas un poco mas aventurados que los chavos de mochila haciendo turismo ecológico y viajes iniciáticos.

Las fiestas con mocasines de gamuza y playeras de “vanlon” con el mismo color de calcetines, grises pantalones igual que los zapatos y amarillos lo demás, pelo corto, bien portados, Rocío Durcal, los Teen Tops, los locos del ritmo, Enrique Guzmán y Cesar Costa, era lo común por esos días en que otros lugares combinaban el jolgorio con la Sonora Santanera y Carlos Campos, el mambo, y Trini López, Sonia y Miriam y los Panchos, para alegría de los mayores, de esa última defensa de las “buenas costumbres”.

Es cierto que las noticias llegaban un poco menos lentas y los Beatles poco a poco llenaban el espacio de la radio, sin embargo Hungría, Checoslovaquia, la guerra estúpida en una ciudad de la península indochina, todas esas noticias, aún no alcanzaban las frecuencias.

Así empezó todo este relajo del cambio, el caos, el rompimiento del sistema, el miedo de los grandes, las buenas conciencias amenazadas por la música, y el discurso subversivo que también acechaba en los salones.


Mi pregunta es si acaso haya sido el rock a secas, o la poesía de Neruda y de Vallejo, Pedro Páramo, Revueltas, la República refugiada en los pasillos de la UNAM, o los barbones guerrilleros liberando a la isla del tirano y todas las muertes paradójicamente dos veces reprimidas por la radio, fueran los responsables de despertar a la conciencia del hombre arrodillado durmiendo a expensas del mentado milagro mexicano. Ocho años atrás, Jaramillo asesinado con toda y su familia, Vallejo, Campa y los acusados por ese artículo de disolución social, sacado de la manga, esperaban en la cárcel por nosotros y demás elementos invisibles que en un momento se unieron para otro “despertar”.


No se que pasó, solo se que en esos momentos, Parménides, José Agustin, entre otros, el jazz antes en los plásticos cafés existenciales, la barba de candado, las catacumbas, el “Randevoú” y algunos lugares que  no conocía: Lecumberri, la Sierra Madre en el pueblo de  Madera, el FLN, el ejemplo en ese entonces de “pulgarcito” defendiendo su porción de tierra y paraíso ante la “junai1” y los mafiosos, Arbenz y Guatemala, el despegue del Ché y el supuesto lugar de nacimiento del antiguo presidente, Camilo torres, Bob Dylan, “Rayuela”, los Grafitis reinventados en París, otra vez los Beatles o que se yo… por fin se pasearon por las calles de Tacuba y de Copilco, y después, las calzadas bañadas por la sangre derramada como hace siglos, en otro templo igual al mismo espacio el dos de octubre, fueron los que al fin detonaron con lágrimas y fuego, esa dormida rebeldía, el despertar una vez mas de la conciencia.

No se si fue el rock o las películas, los jipis, la UNAM, las muertes, Camus, Sartre, la brujería, la astrología, la poesía; Chico Buarque, Benedetti, pero ahora después de esos años, a pesar de tantas vidas sacrificadas y tantas muertes, las marías ya no venden milagros, solo hay rescates bancarios  con 40 millones de pobreza, narcotráfico, reformas, una tras otra que supuestamente nos harán ricos, sabios, educados. Ahora, seguimos con las mismas preguntas y abultando una vez mas las carteras de los otrora viejos gordos, retratados en los monos de Quezada y la novela Artemio Cruz de Carlos Fuentes, políticos, magnates, industriales, prestanombres; en estos tiempos: delgados banqueros deportistas y sin tener culpa en parte las escuelas, egresados de Yale, Princeton y Harvard; nosotros… a los que nos llaman “pueblo”… también llenamos los bolsillos con la ausencia de respuestas y de sueños.

Ahora, sin saber como pasó, ahora después de tantos despertares, volvemos a dormir sin poder alcanzar a nuestros sueños.


1.-  así le decían a la United Fruit Company

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