Fotografía de Ralf Kellotat
I
Los
sonidos nos confunden
como
murmullos en frenesí
cuando
atrapas el silencio
en el centro de tu vagina,
con el tropel de desconciertos
a
la espera de lo inevitable.
II
Escribo
en automático
y
respiro tus palabras
las
voy tejiendo entre las mías
se
amontonan en el níveo líquido
de
las sensaciones no resueltas.
III
Emerges
entre dos metáforas de luz,
la
búsqueda de mí es inevitable ya,
me
encuentras entre símbolos binarios,
repeticiones
periódicas de la ausencia.
IV
Te
necesito
y
sé que es etéreo el deseo
como
volátil el pensamiento
que
te piensa humo
entre
mis manos
tus
caricias.
VI
Sabemos
almas viajeras por la nada,
fluimos
en ella y nos reconocemos
somos
espejos sin reflejo,
el
mundo no existe,
el
tiempo es detenido en nuestras manos,
tus
pezones se cubren de mariposas y sereno
la
noche es tibia y nos cobija
en
ella nos quedamos detenidos.
VII
en
un soplo de alientos que se cruzan
nuestros
sexos son árbol y puerta
vereda
entre bosques derretidos,
veladoras
de llama mística,
miradas
extraviadas
en
la inmensidad del vacío,
pasión
pasajera
nuestro
viaje es el destino,
el
punto final de nuestra almas,
ellos
hablan por nosotros
en
lenguajes extraños.
Llueve
dentro de ti
me
transformo en jardinero
cuido
la flor que antes protegiste.
VIII
Los
símbolos se llenan de palabras
que
no existen en ese lugar
en
que nos detenemos
y
te respiro otoño sin verano
solo
hay árboles sin hojas …
IX
La
semilla es depositada en un balde
de
sombras en la noche líquida,
en
el lugar que fecunda la luz,
gestada
en la parte oculta de tu sueño,
el
ya no está,
despojados
viajamos
y
las palabras nuevamente
nos
definen
la
nada y el silencio
se
encuentran entre gravedades
donde
la luz se curva
y
dibuja el contorno de tu cuerpo.
X
Seguimos
siendo espejos perdidos en un mar de silencios.
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