sábado, 29 de diciembre de 2012

El viejo en el espejo



Atravieso la avenida de los ahuehuetes en el corredor de la memoria, los juglares del pasado me acompañan, el abanico del tiempo me despoja de sueños y los espacios del recuerdo se desvanecen entre mis ojos;
 

      

La edad se me vino encima mas que los años y todavía se encontraba mi espíritu joven y en un cuerpo viejo, el intermitente saludo de la luz me recordaba que Patty Smith era la pasión desbordada de la respuesta a una contracultura olvidada en los sótanos de algún tugurio de New York, mientras U2 me regresaba a una época que no existía en mi calendario sin fechas, solo acontecimientos prematuros, nonatos que me darían el pase a una interminable salida al infinito, siempre a punto de despegar siempre a punto de morir, siempre a punto...
como esperando el cocimiento de las habichuelas en un día sin nada en el estómago después de una jornada agotadora de sol y desierto, de tierra agrietada por la miseria de la lluvia que implorábamos que llegara cuando en ese momento me encontraba desnudo en el rito de iniciación de los sin cuerpo, de los adoradores del águila blanca, de la música a través de los honguitos en un bosque lejano o del peyote con su flor morada y blanca en el lugar de la tierra sagrada: Wirikota; siempre los huicholes sin poder atraparlos, siempre las ideas que llegaban sin nada que decir en este silencio de palabras que desembocadas, como caballos cimarrones, me recordaban a los esclavos que escapaban de los cañaverales hacia algún lugar perdido del otro lado del río de las mariposas para convertirse en salta pa´tras y así formar la trilogía de lo que hemos sido en todos estos años de silencio que se gestó en medio de dos o tres agresivas violaciones del cuerpo y de la sangre, necesarias para reclamar la parte de paraíso perdido entre las aguas de un río sin el bautizo del Jordán o el come niños en el desierto; sin un ápice de fortuna en los tiempos que solo ellos arribaban en el pasado.
 Mientras tanto me acordaba de los días en el atardecer temprano de mi despedida, de los símbolos y el aprendizaje del brujo en medio de una legión de cantantes subvirtiendo la tranquilidad del suburbio y la aparición de la bruja blanca presagiando mi ceguera años después, la ausencia de la luz en el pozo del tiempo sin que la gravedad tuviese forma ni masa, solamente la sensación de quedar atrapado en el suburbio de las pesadillas entre vehículos motorizados y motores de aliento para la interminable espera de estos acontecimientos que llegaban sin poder entender que ya no estaba ahí, en ese tiempo que saltaba de una dimensión a otra como recordando a las cuerdas que me ataban en su sintonía de muerte y conjuro a la par que quemaba un cigarro de mota y Jordi Soler, como un fantasma en la red narraba una que otra canción de una estación de radio que ya no existía, solo las ondas sonoras que se reproducían en la pantalla virtual de mi computador a la par que la vista danzaba entre el blanco y negro hasta quedar en el cementerio de las mentiras.
 II 
Atravieso la avenida de los ahuehuetes en el corredor de la memoria, los juglares del pasado me acompañan, el abanico del tiempo me despoja de sueños y los espacios del recuerdo se desvanecen entre mis ojos; el horizonte se cruza con mis pensamientos alcanzados por  los años que se perdieron en las especulaciones y los momentos de decidir sobre alguna de las historias sin futuro:
El viejo detrás de los espejos me refleja, ya perdí la inocencia del futuro; me enterré en la esperanza y la soledad se desdibuja con los senos aguados del destino, secos, sin aquel manantial que me llenaba.
 La madre, la tierra, la nave nodriza de los sueños sin tiempo se fueron desvaneciendo en el carrusel de las canciones que se escucharon entre mítines de los sin rostro en ese atraco del mundo en un sobresalto sin períodos de historia por el tiempo que exigía su porción de sexo y vida.

Quedé solo, en ese punto en que la espiral se acercaba por cada una de sus bandas y la frecuencia del instante se desvanecía por el efecto Dopler. Devorado por  el horizonte en el hueco del segundo, en la oscura noche de la espera del cambio mientras mi cuerpo agotado se resistía a morir.


2 comentarios:

  1. Muy bueno amigo, tiene mucha nostalgia,melancolía, me gusta, es mi alimento. Un placer para la lectura. Besos.

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    1. Gracias qurida Bea, tienes razón, está cargado de , lo escribí en 2010, besos

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