I El centro del silencio
En el centro de la música
que reencuentro después de años,
en medio de la inmovilidad por las palabras,
los muertos
y las festividades sagradas
de la resurrección de la vida,
entre pantallas líquidas
que en otros días fueron papel
quemado por el tiempo
quemado por el tiempo
y de sus cenizas,
un pájaro sin alas remonta el vuelo
a través de un universo imaginario
en que los espejos
como radares o faros de luz,
devuelven la oscuridad a las sombras
y proyectan la ruta de un camino sin fin.
En el centro del silencio
me despojo de mi cuerpo
y regreso (a ) la palabra,
a su espacio original.
Alrededor de la llama sagrada,
el viejo canta,
(soy yo) ante la imagen danzante del color azul
en espera del espíritu,
el Nahual acecha en el cuerpo de un coyote,
Joni Michel anuncia el final de los tiempos
de una época que se quedó atrapada
en las paredes del viento
en las paredes del viento
y como una piedra
estacionada en la mitad del siglo,
estacionada en la mitad del siglo,
me vigila con los carceleros del lenguaje,
con una frase solitaria
sin pronunciar,
sin pronunciar,
hasta que el silencio,
en su muda gravedad,
se colapse con la oscuridad de la noche
y se aleje de los sueños sin realizarse.
He cumplido con el tiempo de espera
para cocinar al infinito
en la cacerola del olvido y de la magia,
he desnudado los ruidos del vacío
y cantado el diálogo de los desposeídos
con los seres sin alma.
He danzado con la muerte en un lugar del norte
al ritmo de una nota de samba
escrita por un mariachi;
me han mostrado el largo viaje sin retorno
con el humo que se disipa
en la desgarrada presencia de la nada.
En el corazón de las tinieblas
me han imaginado
sin la belleza de una palabra
y dibujadas con metáforas,
la trayectoria de una mariposa nocturna
revolotea al compás de la luz
que generó el silencio mismo
la trayectoria de una mariposa nocturna
revolotea al compás de la luz
que generó el silencio mismo
cuando me asomé a la ventana
y vi pasar el cortejo de la historia
sin poder hacer nada,
solo miraba los rostros que aparecían
y se alejaban como una larga fila de trenes
reclamando el abordaje.
Y yo observaba,
mientras mis dientes se caían lentamente
y mis ojos se
alejaban del paisaje.
Vi llegar a los soñadores
a la casa de los locos,
bajaban uno a uno de la rueda de la fortuna,
se estacionaban en el anden de los sueños detenidos
y otros se quedaron atrapados
entre los estantes de los supermercados
y sentados en su féretro
los fines de semana,
enfrente de la caja de las imágenes.
Otros habían regresado al polvo
y algunos rescataron a la flor
que se transformó en la mirada de una mujer
que esperaba año tras año a su amado
sin perder la esperanza
de que algún día,
antes de su partida,
el la rescataría del olvido.
En el centro del silencio
me he refugiado de los sueños líquidos
y de las dulces melodías del alba
que bañan con su sonrisa
los cristales de mi ventana.
He sido un apóstata del ritmo
en la construcción de las líneas imaginarias
que separan un pensamiento de otro
para viajar juntos.
II El testereo del espíritu
Entonces me pregunto:
¿Acaso el sentimiento que esconde un signo,
se cobija en el pensamiento
y con la intuición de lo que es,
viaja sin parámetros
hacia el momento que no ha existido aún?
Las mariposas salen apresuradas
de una cárcel obligatoria
cuando el silencio
es la paradoja del crecimiento,
la metamorfosis del alma
en la búsqueda del cuerpo,
la otra habitación que nos espera
en medio de la soledad sin nombre,
la cortesana del amor sin repliegues del espíritu,
solamente un cuarto sin ventanas
para que la imaginación no escape
y cultive con sus especies el caldo de las
respuestas
que no tuvieron una pregunta.
Recorro sendas que coquetean
en un lugar del bosque
donde la verdad es una palabra
sin reflejo en el espejo de la
historia.
Salto de una verbo a otro
para atravesar el riachuelo de
los sueños,
entonces los versos son de
piedra,
los susurros del viento se
cuelan
entre las jaras y los bambúes,
para despertar al centinela de
los sueños
que en otros tiempos co
habitaban
en la cueva de las profecías.
Otra palabra se sacude
de los sonidos de la noche
para quedar desnuda al bañarse
en la cascada de interrogaciones.
El poema se construye con los recuerdos
de otras vidas en el sepulcro de los deseos.
de otras vidas en el sepulcro de los deseos.
Reconozco el rostro de mis
antiguas compañeras
Y vuelvo a preguntar si ellas lo tuvieron
como la delicada flor que me regala la vida
en esta parte de mi recorrido.
El misterio de la palabra
vientre,
el ombligo como recordatorio
que alguna vez fuimos
luciérnaga
que danzaba en el reflejo de la
luna.
Todos los versos encuentran su
repuesta
cuando el espíritu me susurra
al oído:
Todas las mujeres son un solo rostro
en los intentos de equilibrio mágico,
las palabras son los puntos luminosos
en la gran telaraña de los tiempos,
la Historia es una madeja de hilos rotos
en el otro lado que nos define,
la memoria quebrada ante la fragilidad,
instante en una realidad sin tiempo.
“dentro de mi se encuentran los intentos
de equilibrio mágico”
“La puta y bendita soledad sin nombre”
siempre agazapada en los pliegues de las sábanas.
El salto del brujo en la
percepción del aprendiz,
las largas tardes de una
canción repetida
por las viejas calles de un
barrio mágico
mientras cuatro personajes de la nada
nos ofrecían sin percatarse,
el don del cambio,
La mesa en que se apoyan las palabras
para el regocijo de la poesía
los libreros mágicos…
Y el sonido de una Kena
que reproduce los caminos
que las nubes construyeron,
hace muchos mundos,
para el reencuentro
de lo que fuimos:
Hendidura en el polvo,
la otra parte del hemisferio,
donde reside el espíritu
en su disfraz
de vieja sacerdotisa del conjuro
que nos susurra nuevamente
que somos el amor,
la carátula de la nada
metáfora del pájaro
en una palabra
y otra
y otra
y
otra
y así
de peldaño
en peldaño
subimos
por el camino de las nubes
acompañados del viejo cóndor
centinela
que nos conduce
hacia el verbo.
Efectivos versos, Bocanadas de metáforas, hermosas imágenes, figuras y juegos literarios esa manera tan sensible y tuya de crear poemas, apreciado amigo. Una alegría leerte de nuevo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,
Teo.
Gracias por tus palabras y lectura querido amigo, lo atesoro, un abrazo
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