A Pablo Schabes y Ulises Núñez, mis hermanos de la vida profunda.
A mis hermanos todos
El Laberinto/ primer canto
Camino rumbo al encuentro de los misterios
que escondidos me juegan un par de bromas;
solo son palabras me digo mientras divago
y sueño en encontrar los momento perdidos.
He recorrido muchos senderos que parecían
haberse desvanecido con el paso de los años
la idea primera siempre fue el principio del
despertar en otros mundos aún desconocidos.
Ahora los vislumbro, pasaron por mis ojos
Sin percatarme que se encontraban esperándome
en todos estos años que dormía en la parte
de la vida que era rutina,
supervivencia,
materia etérea.
Inicié el viaje con el líder camuflaje-hado
Entre las diferentes sílabas cabalísticas
de dos o tres teorías,
pensaba que en el transporte de las letras
me podría quedar suspendido en ese estado
entre una nota de Rock
y un compás de buena música esotérica.
Pero al final del inicio, al comienzo de la segunda
vuelta en el destino, la oportunidad llega nuevamente
ahora no busco las palabras brillantes o engañosas;
sino el misterio (uno de ellos) como punto final
cuando el principio se confunde encada paso por la vida,
como si fuera el guijarro escondido por la bruja
del norte en un cuento diferente al de Hansel y Gretel.
Al fin y al cabo el mundo de los misterios es como
un caldo pastoso en que los brujos lo cocinan para
los que no pueden beber de el, solo el intento es lo
que permite seguir aderezándolo con las respuestas
sin preguntas que nacieron en el mes del conejo.
No he querido pensar, ni escribir, ni soñar, ni sentir
que la historia es una parte sustancial de este viaje
Eneico por las aldeas solitarias de la ausencia,
el vacío que se encuentra en ese punto imaginario:
La nada como el color blanco al atravesar la luz
Por el prisma construido de los cristales del silencio.
El espejo que repite incesante la misma melodía
en el juego inexistente de Dios con él mismo,
en la conjugación del verbo en todos sus tiempos,
no solamente en el principio.
Se que esta travesía emprendida por cada uno
de los que pensamos que vale la pena pensar
que hay algo diferente al sol y la luna, o Dios
y los fantasmas; los que creemos aún
que la palabra se inventó a si misma,
Los que inventamos historias de cómo se formó
todo esto o los que se las creemos de vez en cuando
y tomamos partido, los que contamos cuentos
o los que asombrados oímos e interpretamos
que así tiene que ser y los que no escuchamos,
los que tenemos miedo siempre y solo cerramos los ojos
para después abrirlos en otros mundos que no son
los mismos de ayer y que seguimos buscándolos
entre dos o tres misterios menos engañosos que los tres.
Los inconformes, los subversivos, los soñadores,
Los locos, los desvariados, los perdidos, los buscadores
los guerreros, los miedosos a pesar de todo,
los que no piensan que el día es una cuestión de medida
y los que saben que la noche es el taller
donde los sueños se reparan para continuar
en la solución del acertijo.
Todos percibimos que el camino es una ilusión,
que el laberinto se planteó al principio y tiene
muchas salidas para los que no continúan
y además, a pesar de los ojos cerrados nuevamente,
el misterio que se desdobla, se encuentra escondido
esperando el momento en que vacilamos
para que esta viaje no valga la pena,
como si la permanencia y la eternidad,
lo perpetuo que detiene a la propia historia,
nos dijera algo.
La trampa se encuentra en una ecuación sin incógnitas
un teorema resuelto que desemboca en anatemas
en seguir pensando que vale la pena jugarse
el todo por la nada y que el murmullo del sonido
o el incesante juego de la vida y la muerte
sean los actores principales.
Es tan difícil pensar sin las palabras, sin los símbolos,
buscar el punto perdido en que la nada era el todo,
quedarse mudo y no sentir.
Algunas ocasiones en lo mas alto del mundo,
en el lugar en que las cordilleras se borraron
y el tiempo se detuvo,
han querido atrapar el misterio
con un juego de espejos y silencio,
con un juego de no hacer nada,
con el juego,
solo con el juego como la sonrisa del monje
que nos dice que no hay nada mas allá
de lo que no somos.
El sonido forma parte incesante del silencio,
También la paradoja de la travesía es no pensar
en el antes de llenarse con todos ellos.
Ótico, palabra en el taller de sueños,
sentimiento de viajes a través del viaje
como el camión de los “Ferry Pranksters”
y el retorno al Zen después del silencio.
Ese es el misterio descubierto,
el rompimiento, la entropía, el caos,
como partes yuxtapuestas de la misma soledad
de sentirse terriblemente solos,
del abandono de nosotros mismos,
de caminos que conducen al mismo sitio
y que algunas veces comentaba,
o me llegaba el aviso sin querer,
que era ese viaje prolongado de la fatalidad que es la nada.
Somos una réplica de alguien,
una larga trayectoria en que la secuencia de imágenes
se repiten desde los primeros días como si fueran los últimos;
es decir, somos lo que otro soñó que éramos
y que alguna vez soñamos que seríamos.
Laberintos sin pasajes ni salidas,
laberintos que nos encuentran,
escenarios que nos dibujan,
caminos que no conducen a ningún sitio,
transcurrir de almas en pena,
fantasmas de lo que nunca fuimos.
Solo instantes recuperados de memoria
entre los sueños que nos sueñan
como diálogos incesantes de la nada nuevamente,
el transcurrir de nuestros deseos
el despertar de nuestras realidades
el dolor
la ausencia
el vacío
el soplo de ángel.
Pero no solamente somos
el lado interno del espejo
ni la imagen repetida
en el otro igual a todos
ni el beso dibujado en la montaña
ni la lluvia que sorprende en la mañana.
No solamente somos polvo que se inventa,
ni el beso de la bruja en el lago de la luna,
no somos el mecanismo perfecto de la vida
o parte de otro sistema cronométrico.
En realidad no somos nada cuando se piensa
ni nadie cuando se sueña
ni nadie cuando se acusa
ni nadie cuando se vive
ni nadie cuando se muere;
entonces ¿Quienes somos los que somos
si no es lo que somos
que sin ser no somos nada?
El misterio se resuelve en no buscar,
dejarse ir y continuar el camino
a un hogar que se ha perdido,
y no sabemos si se encuentra al final.
El laberinto es una trampa
elaborada por las palabras.
Divagaciones / Segundo canto
Me despierta el jolgorio de los pájaros
lo que es vida se abre ante mis ojos
reflexiono en su rival la muerte
la ausencia de colores y sonidos
(sobre todo)
¿Es normal que me pregunte una vez más sobre la nada?
los pájaros son emisarios permanentes de la vida
ruidos pequeños, picos diminutos en que emergen
los pinceles que pintan la mañana,
idiomas que bordan el cielo de promesas.
(pienso en los amigos que se fueron
y los pájaros se ausentan momentáneamente
o se quedan callados)
hay mucho gorjeos y silbidos,
hay mucho ruido en el silencio
hay una ausencia de otras cosas
parecidas a la vida y cercanas
a la muerte, sin embargo hay rostros
que se fueron para siempre.
Esto es un continuo transcurrir de soledades
contrastes bruscos que se esconden
en los días que ahuyentan las verdades
solo hay sol – días de mar-
pájaros cantando a diario
despertando a los que dormidos
soñamos otros lugares del silencio
en que no hay palabras
que se encuentren agitadas
una con otra,
son los intentos de un estado
parecido al del nirvana
o la energía que se transforma en águila.
Los amigos que se han ido
me recuerdan el segundo
la unidad de tiempo mas simple,
en pocas palabras me recuerda al tiempo
y el tiempo me regresa a las palabras
y la palabra me conduce al sentimiento
y el sentimiento me lleva de la mano
nuevamente al pensamiento,
pero entonces hay vacío de tiempo
hay quizá la no parte del espacio
y (eso) a veces alcanzo a vislumbrar
que es el verbo quien también duerme.
Está bien, a veces lloro
y a veces
me confunde el egoísmo.
¿es por la ausencia de ellos o de mí?
O son lágrimas que deja en el camino
la parte en mí que busca su destino,
el camino del guerrero.
La ausencia, primero es un vacío
que se llena (¿de palabras?) en un
largo pasillo en que nos hablan
los espejos.
Vacío, ausencia de algo
Ausencia, lo contrario a permanencia;
luego es la parte paralela de la nada
la convergencia de la estática
el verbo congelado
pero es contradicción
no hay frío ni calor,
no hay conciencia,
solamente no hay conciencia.
II
Los sonidos lejanos de las máquinas
la brisa que trae el mar
el movimiento de las hojas en
los árboles y las palmeras,
la convivencia del concreto
con el viento y las palomas,
el miedo a la historia
la evocación temprana
de la noche,
las cigarras
y la selva
donde los cuentos se construyen
con los hilos de la araña
en la esperanza
de romper la dualidad
y ser uno
es no ser
nada.
Hoy me despierto con la vida
y en otras ocasiones la muerte
es la que acecha, entonces hoy
también sin estar desprevenido
me levanto con la muerte,
como la reina blanca y la reina negra
en un tablero de ajedrez jugando
una partida interminable.
No me salva un dios ni mis creencias,
solo el impulso de no ser importante
no ser nada o todo
en esta sinfonía oximorónica
de colores y contrastes,
siempre las alas presagiando la partida,
querer percibir el infinito,
borrar por un instante la palabra
y seguir elaborando la poesía.
“recordar al que sin sexo y chocolate
no es nada, de que sirve la vida”
Entender que ser brujo es solamente
aquel que elabora el artificio,
el que gana por instantes
la carrera al infinito
y en ese instante
detenerse en el instante
para sentir que la ciencia
es otro camino de la magia.
Ser brujo, aprendiz de historiador,
yerbero, profesor, cuentero o sacerdote
no es solución
para poder enfrentarse a su destino,
ser humilde ante lo que es irremediable.
Ser poeta también es fantasía,
pero es no sentir ese peso implacable del intento
ni cargar todas las metáforas del mundo.
Ser poeta es otro camino del silencio,
elaborar una muralla con palabras
despoblar el sentimiento,
llenar el vacío
salir del laberinto,
buscar el orificio en que los cuentos
se fueron construyendo
viajar con ellos,
repetir las historias de otra forma;
entender que el punto y coma
es regresar con pautas al inicio,
es regresar con pautas al inicio,
ser paciente con todas las respuestas
que no encuentran la salida,
tolerar las estrellas y esa sensación
de soledad en el momento de luchar con
las palabras.
Ser poeta finalmente
es poder decir al final
que no decimos nada,
pero también es olvidar
a la palabra,
abandonarla
y en esa paradoja
construir una trampa con ellas
en que no se atrape a nadie.
Ser poeta es otra forma del intento.
III
No quiero plantearme nada
que sea una condición de permanencias;
no quiero ser el que finalmente,
despoblado ante el abandono indiferente del tiempo,
deserte a sus recuerdos.
Tampoco creo que el amor
pueda ser una especie de mapa
adherido a mi cuerpo marcado
por las estaciones de la vida.
No es que sea viejo para ello,
solo el verano en su final
me anunció que la vida en su pensar
es algo mas que sexo y fantasía,
algo mas que bodas, nacimientos,
travesías, desembarcos,
abandonos y partidas.
Es la reflexión en esas puertas que detienen
a la señora ausente,
la que reclama en cada instante con mis dudas,
es decir, la que nos llena constantemente de preguntas
y nos invita a la aventura del no ser en este universo
donde muchas veces el vació se confunde
con esas preguntas que no tienen respuestas.
Quiero pensar de igual forma que en dos estaciones,
dos paradas antes de la muerte,
ese destino que irremediablemente
a todos nos alcanza,
a todos nos alcanza,
no es un final rotundo,
si no una parte crucial de la existencia,
la introspección, el retroceso,
el punto en que el inicio se pierde
en la respuesta de la nada,
esa metáfora que se esconde en el silencio.
No me salva el amor para morirme,
ni el verso que reclama por tus besos,
ni aquellos momentos locos de esperanza;
no me salva el tiempo
ni tu silencio
o la resignación de la paciencia.
Me salva el recorrido,
el camino hacia ninguna parte.
Dejé de ser Ulises buscando Ítaca
para dormir en los brazos de Penélope,
pero sigo siendo el Ulises en su viaje,
el de Circe la hechicera,
el cíclope de Nadie,
el que no se deja atrapar por las sirenas.
Un albañil para tapar el orificio
por donde se cuela el universo,
un oficiante de las letras y las cábalas,
los pasos sin pensar al infinito
en los momentos que se inicia el rito,
un artesano de cometas y poemas
que no intentan decir las mismas cosas
y al final,
un costurero, un sastre,
y en ocasiones especiales,
el hacedor de sonajas con ruidos de la nada.
Espero ser el viejo que sigue siendo niño
cuando juega con esas cosas
que los grandes juegan a que son serias;
saber que el poder es un pedazo roto de mi cuerpo,
es ir desnudo al mismo punto
en que salí desnudo,
enfrentarme con valor a mis fantasmas,
mojarlos,
desprenderme de ellos,
convertirme en ellos.
Es por eso que no quiero permanencias,
soy alguien que camina
y pretendo deshacerme en cada uno de mis pasos
de todas mis ausencias y presencias.
Hay muchos sortilegios para ahuyentar al pájaro nocturno:
criaturas, duendes, hadas, gnomos,
elfos y un sinfín de cuentos mágicos,
travesías de soledades compartiendo sus temores,
aunque al final todas son una
al intentar engañar a sus imágenes;
al final no es tu presencia,
ni tu ausencia,
ni esos juegos de verano y primavera;
al final no es la muerte en si la que nos gana,
sino la vida.
Al final, solo el espejo refleja el sonido de la nada.
Tu / Tercer canto
A Teo Revilla, cuidador de la palabra
A Teo Revilla, cuidador de la palabra
entonces ¿quienes somos los que somos
si no es lo que somos
que sin ser no somos nada?
No puedo sustraerme de tu encanto, me tienes atrapado
en medio de dos corrientes de agua en esencia diferentes
ambas son anáforas, sinónimas, parónimas, contrarias,
hermanas, rivales, sacerdotisas de la vida y de la muerte;
a veces parecen enemigas y otras por su origen incestuosas,
una baña el árbol que me brinda un manto protector
seductor y cristalino, la otra abre su boca siempre inmensa
y se empacha con su imagen por la esquina de mi casa.
Eres el mar embravecido, la calma necesaria en la tormenta,
el faro inservible en una noche brumosa y sin estrellas,
pero también la música de pájaros, luz que se cuela en mi ventana
tardes de abril sin prisas, la mirada serena y fija en la montaña.
Sin ti el tiempo entre una jugada de ajedrez es el rey muerto
pero también sin ti la reina es la señora pintora de los cuadros
la albacea de herencias sin fortuna en una mañana desolada,
un jardín sin crisantemos y vacío sin eco transparente.
En ocasiones voz solitaria sin orquesta, canción sin armonía,
a veces lince, pantera o loba protegiendo a sus cachorros de la hiena;
la selva negra, el momento anterior al sacrificio,
la antesala de la vida aprisionada. Pero contigo,
el mar verde y azul de las 6 de la mañana,
red que vence a las gaviotas y los peces, pescador de sueños,
coral arrepentido de agua dulce y huellas dejadas por el sol
en las arenas de la playa mientras mis sentimientos flotan.
No puedo abstenerme de tus reglas construidas en la nada
la conciencia sin verbo, la ausencia de palabras, la ausencia
de todo lo que pueda percibir o imaginar el pensamiento,
necesarias para poder acechar al hacedor de nuestro tiempo.
No quiero que seas mujer, amante, adverbio o adjetivo
no quiero mezclar las recetas que conjuran al misterio
y lo hacen regresar desde atrás para llegar a ese instante
en que la pluma o la máquina, al fin y al cabo dos cosas parecidas,
resuelvan la pugna entre lo que es verso a secas y poesía.
Vuelvo mis pasos a las canciones que escuché en otro poema
con otras voces ahora que no me dicen nada y sin embargo
pueden decirme lo que busco: el encuentro de mi yo perdido
entre tantas caminatas acompañado por el sonido en el vacío.
No puedo desprenderme de tu espera y salgo a tu búsqueda
con un par de cuencas, una bocanada de humo, papel y lápiz
la mirada difractada en el vidrio de la historia, amores idos
ilusiones escondidas en los caminos recorridos del silencio.
Sigo mis pensamientos que se refugian en el diccionario
ellos quieren encontrar la palabra que lo diga todo
como alguna vez fue el Verbo y otras veces el espejo,
el sentimiento desolado, la muerte, los fantasmas,
el cuerpo fragmentado, las frases congeladas como la rabia,
el destino, la soledad, el mismo tiempo.
Llevo a cuestas un proceso estéril al tratar de cocinar
nuevas palabras, saco algunas de mi viejo portafolios
construido por el viento, quiero coser una frase hecha
con otra ya desecha, la intersección o un conector diferente
a las vocales permutadas, el dedal, el horno a cuatrocientos grados,
los botones del placer, el ojal y el cierre, hilvanados
al cristal de las ideas de la misma forma que el camello
pasa por el ojo transparente del misterio.
Pongo punto y aparte en este momento en que te busco
y te encuentro, te acepto y te rechazo y sin embargo estoy
de nuevo en la conjura del sol de las once de la noche,
repitiendo las mismas frases, leyendo el cuento de una forma parecida
sin pensar que esto puede volverse diferente; el cansancio
y los párpados cerrados, el ron, el viaje, el cigarro, las reumas
que de un tiempo acá le aquejan a mi mente y sin poder contar
con esa yerba milagrosa que aligera las neuralgias y las penas.
II
Sigo en mi pensar, me duermo y pienso que al despertar
seré otro, después de una taza de café, y otros sueños,
después de haber atravesado tres historias de Toltecas,
Yoremes y Huicholes, de haber tomado un té en el alba
de salvia, romero y cruda, tres flores rojas, palo mulato,
después de haberme bañado con flor cuatemocate, anís
de estrellas y corazón de palo, con el poder del águila
que me dan por nacimiento los abuelos del Tlalocan
para emprender sin dolor las enseñanzas del Toltecayotl.
Me apresto a recibir tu ausencia con palabras nuevas
que en realidad son palabras que tienen dos mil años
y en la cornisa en que el tiempo y el vacío construyeron,
ellas esperan que una oración diferente las haga canto.
Ahora te invoco con el sonido del grillo y del tambor,
con los 20 cantos chamánicos del aprendiz de brujo
cuando el aliado le sopló en el ayuno del sexo,
y los bordaron con el fuego y los pases danzados
al compás del grito soñado del silencio.
La noche regresa una vez mas reclamando tu presencia;
te conjuro en una ceremonia conducida por el cuervo,
el coyote y la culebra y alrededor del fuego, la polilla
envidiosa nuevamente de las otras mariposas.
No es que seas una mujer,
o un collar de cuentas
o las ocasiones en que nuevamente
la nada te nombraba sin presencias nocturnas
ni aliados invisibles,
o reclamos de poderes en la cueva del abuelo;
solo eres la abstracción del principio de los tiempos,
la historia del mito en ambas partes del océano,
la mezcla de colores
para tejer con ellos el tapete del venado,
del peyote y el toloache,
agazapados en la bolsa que guarda los deseos
de dialogar con Tate Wari,
el viejo padrecito que ilumina la conciencia.
Soy el ayudante del que sueña sueños y por lo mismo
los descifra, explica, a los que sin ilusiones, mas allá
de los reclamos de esta gran sociedad de los insectos
consumen el alimento enajenado de las cosas
que no dan saber, ni aceptación, solo el hastío;
de igual forma ellos detienen los trabajos
de quien hace daño;
no se por qué no escriben sus memorias
aquellos que entre ellos se llaman Jiteveris,
Maracames, Ahuizotes, sanadores, brujos, poetas,
todos juntos artífices de símbolos rescatados en los sueños.
No se si en Wirikuta la tierra añorada del peyote,
haya abedules u otros tipos de árbol, solo se que
el viejo huichol emprende el camino cada año
mucho tiempo antes que Don Juan fuera leído.
III
No es el toque mágico el que me impulsa a continuar
ni el camino del corazón por las calzadas de la vida
esa idea que encierra el intento de bordar en el manto
de la noche mi firma indisoluble y manifiesta.
No es que piense en las palabras
cuando te estoy pensando,
quizá porque el largo cortejo de los rostros
como películas añejas ha pasado,
como pasa el tiempo
que a veces sin pasar por estos lugares
en que la paciencia es limitada,
parece decir que aquí efectivamente
no ha pasado nada, solo palabras ancladas
vetustas y caducas, como disco de acetato
que en los surcos de la ausencia
se repiten gastados, como ellas
que al mirarse en el espejo ante tu espera,
aparentan el cansancio de tantas líneas repetidas,
muchas oraciones que de tanto repetirse,
tampoco dicen nada.
No es cuestión de conjurar al diccionario
y rescatar los signos escondidos
del polvo de los libros no leídos, olvidados
y ansiosos por ser una vez mas renacidos.
Repetirse entre frases nuevas
que digan lo mismo repetido,
sentimientos que quieren ser los únicos,
los que en un momento exquisito del silencio,
se pueden convertir en criaturas diferentes
al batir de alas y pájaros nocturnos
y se esconden en el lado oscuro
de hace muchos siglos y milenios.
IV
El mundo híbrido ya no es mágico,
no hay burbujas encantadas;
los manuscritos
no revelados
para el grueso de la gente,
grabados con las piedras y el silencio;
son reescritos nuevamente por los signos
ocultos de la luz estacionada en la cabaña
en que el viejo Hooker cantaba “of big town”.
Ciudades grandes que se tragan mis palabras,
anzuelos como máquinas rastreras a la búsqueda
de mundos aún no descubiertos por los sueños.
Me encuentro a la espera de la carta
que se ha escrito en mil lugares,
con manos diferentes,
de personas con un solo lenguaje
que acechan la palabra que se esconde
en el sonido del jaguar y del tigrillo,
producido por varios instrumentos,
antes tambor, sonaja, teponaztli, huehuetl,
caracol, chirimía, berimbau, clavicordio, laúd
y ahora una guitarra valenciana.
V
Estoy rodeado de papeles y de libros,
de objetos inservibles,
y cuadros de los Beatles
de Alberto Einstein,
del Ché,
de Marcos,
de mi madre,
yo mismo hace treinta años,
mi mujer, mi hija;
un viejo pizarrón, discos
y una silla verde que recuerda mi nostalgia,
dos aparatos de sonido
y dos computadoras,
varias revistas de historia y de poesía,
un perro, viejo,
que por soledad, le hago compañía.
Sigo revolcado en mis entrañas mar adentro
de mis viajes interiores como Jasón y Eneas,
buscando nuevos continentes de palabras,
amuletos encontrados en la mitad del viaje
que acompañan este sentimiento de ausencia
y ansiedad por nuevas frases que atisben
el mundo de los muertos y renacer con ellos
en un país de olvidos y de símbolos perdidos.
Tengo en mis manos y releo Altazor de Huidobro,
Piedra de sol de Paz y Muerte sin fin de Gorostiza.
Narradores de ciudades celestiales e invisibles
exploradores del ser entre las trampas de la historia,
prisioneros de su búsqueda,
universales de si mismos,
sonajeros haciendo ruidos con metáforas
miradores del hombre
creadores de ventanas
hacedores de estrellas silenciosas
inventores de letras y de mundos
náufragos en mares de palabras
nuevos inquilinos en nuevos continentes
creados, recreados
y vueltos árbol y pájaros
en los pasajes desérticos de arenas amorosas,
críticos de si mismos y de los otros
que al final son ellos mismos de otra forma
recogiendo sus pedazos de alma
en los fragmentos del cuerpo repetido
en uno y otro viajando por los vientres
de mujer, oficiantes en catedrales
(de campanas) mudas,
suicidas concientes al caer en los desfiladeros
como tropos,
exploradores de montañas,
senos manando la savia de la vida
y muriendo en ellos.
Los que desnudan el agua
y le dan a Dios forma de vaso
y al vaso recipiente de almas hechas a medida,
sedientos de tiempo cuando los belfos fueron agua,
monjes cartujos que en sus celdas
hay reclamos de tiempos paralíticos
y silencios como pájaros
alrededor del beso
como pensamiento
al escribir en sus versos
la palabra beso.
Cantos a la poesía y el lenguaje,
creadores de infinitos,
inventores del amor con otras formas
y como pretexto:
el hombre, sus pasiones,
la mujer y Dios.
VI
Salgo de un mundo y entro a otro en que “el otro”
es el locutor del yo extraviado y fragmentado
de los espejos rotos, la llama como imagen fortuita
la cárcel con barrotes de palabras y de versos;
de animales mitológicos que vuelan a la mitad
del cuarto y buitres al acecho de los tiempos
olvidados por los muertos del mañana.
Mi cuarto es otra trampa, y otra trampa mi ventana
los ruidos yuxtapuestos, los sonidos lejanos
el poco viento, el ulular de la sirenas prediciendo
que el sol se extingue entre las ramas de los árboles.
El mediodía no es una hora adecuada para hacer poesía,
preferible la noche, recinto donde se aparean las serpientes,
lenguaje mudo de arañas cuando ellas tejen
la colcha del silencio, los hilos invisibles del rocío.
Una sombra que se piensa en su propio pensamiento
presagia lo que hoy es placer inmenso, después nostalgia,
líneas que marcan territorios y expulsan negaciones;
mala vibras, malos viajes en el rito del mitote
me impulsan a pensar en la meseta y abajo en la cañada,
el refugio del coyote cuando abandona la otra parte.
Me enfrento a mi Nahual, un animal de seis cabezas,
soy el coyote, la víbora y el conejo escapando de ambos,
vuelo con el cuervo al prestarme sus graznidos.
Regreso a mi cuarto aquí no hay nadie, ni yo mismo,
Lo cotidiano me persigue y en vez de sortilegios esperados
descubro nuevamente el holograma de mi ser que se pierde
en un vieja foto cuando me torno pájaro y después serpiente
que se arrastra por la tierra para encontrarse al fin con su morada.
VII
Me sustraigo en mi pensar
y solo te evoco y me recreo;
el dichoso pensamiento es un vórtice fotónico
en hoyos negros, micrométricos,
que me chupan energía,
es tu imagen que gravita por mis venas
y mi cuello,
detiene mi cerebro la oración precipitada
para clamar por tu regreso,
mientras el sonido de las almas
diluyéndose en el humo,
ahuyentan de igual forma los espíritus molestos
e invocan con su ruido silencioso
a todos mis aliados y mis muertos.
Hoy es el tiempo del conejo,
el salto de la iguana y de la rana,
afuera la explanada espera por sus velas,
la cañada es de nuevo el laberinto,
entonces escuchamos al que canta letanías y parábolas,
el hacedor de cuentas y de cuentos,
el que provoca que las piedras graviten alrededor del fuego;
danzan las partículas del cosmos
dibujan en un soplo los mapas de la nada
y en la segunda noche,
cuando el árbol tiene sed y el animal se duerme,
pueda salir del círculo de fuego,
robándole el secreto que me conduce a ti,
mariposa de las alas negras
y en el centro de su vientre
un punto rojo simbolizando al fuego
y en su manto nocturno las pinceladas de plata
las estrellas y una bola amarilla en cada ala
invocándose a ella misma, mariposa de la luna,
la que provoca terremotos al otro lado del océano,
la que desborda las palabras
y las convierte en manantial
de pájaros volando al infinito,
ecuaciones silenciosas
tapizando las respuestas que la ciencia niega
y eso que llamamos brujería,
tampoco explica,
solo el canto del hombre con bastón y la lechuza,
el que sueña los sueños de todos sus ancestros
y todos los ancestros de los hombres,
el que escribió la primera palabra
con las plumas del águila y del cóndor;
aquel que también se convierte en zopilote
para limpiar al mundo
de todas las inmundicias de los hombres
y todas las mentiras
y todas las verdades de la historia,
el que nos deja sin lenguaje
y nos conduce hacia la muerte
y nos regresa hacia la vida,
el que sueña que puede soñar lo que soñamos
cuando el sueño es el lado oscuro en que habita el universo
con todo su manar de gravedades y de cuerpos
y entonces, solamente entonces,
es el verbo, que nace igualmente de la nada.
Cuarto Canto/El despeñadero de las culpas
Caigo en mi mismo
y me despeño en otro
ser distinto a mi.
No es cierto que el hombre,
sea igual al hombre antes de mí
y los que leo ahora
desde la buhardilla
en que habita el infinito.
No importa si en un principio
fue el verbo o la palabra;
para entonces la idea
ha dado muchos giros
alrededor de un universo
muchas veces reinventado.
Nosotros
que en ese tiempo dejamos
para siempre el hogar
limitado de la esfera
continuamos navegando
con las mismas preguntas
y encontrando respuestas
diferentes.
Sin embargo nosotros,
yo mismo, enfrentamos
el camino del intento
como solo el hombre antes
de ser hombre lo fuera.
Fuimos “condenados”
irremediablemente
a estar solos
y la tragedia es la ruptura
de los límites de un cielo
inexistente.
Sin embargo el cielo,
como antes Mictlán,
el mundo de los muertos
de Ra, o eso que llaman paraíso,
era una esperanza,
la esperanza de morir
alguna vez con la mentira.
Una alegoría bellamente oculta
debajo de las piedras en un
lento caminar hacia la nada.
No hay culpas ni culpables
el designio en realidad es
un decreto que se forma
con palabras que transcurren,
se expanden, se desdoblan
y permanecen fieles en el tiempo.
Ellas finalmente nos salvan
en profético cortejo
como si el ser que habita
en ellas para darle forma
y a su vez ellas mismas
lo deforman, lo definen,
en ese punto inexistente
en que convergen los sueños,
en que solo un sueño repetido,
fuese el colapso inevitable del espacio.
Entonces el amor, esa palabra
que describe fielmente a los amantes
el impulso de Eneas
para construir ciudades
y como premio, una bella esposa
o de Ulises atravesando
el Valle de la muerte
Dante bajando a los infiernos
en busca de su amada
Homero describiendo una batalla
del mundo contra el mundo
al rescate de Elena,
Quevedo reclamando a los dioses,
la moral de los hombres en su época,
que el polvo a pesar de ser polvo
es un polvo enamorado,
Leonor de Aquitania cobijando poetas
en su corte para darle otro sentido
al relato de Tristán e Isolda
o del mismo Arturo nuevamente leyenda
por ser amorosamente traicionado.
El amor que entre piernas,
entre miradas, entrelazados
los hombres con todas las mujeres…
También es colapsado por el tiempo
y nuevamente nos quedamos solos,
nuevamente es un collar de verbos
una palabra tras otra y así formando
líneas y poemas, descifrando el
lento proceso de la vida y su parte
contraria que es la muerte; en medio
de ello, el peregrinaje de la Historia,
los capítulos escritos por los hombres,
el sueño vestido de palabras que
despueblan las criaturas que viven
adentro de nosotros o en otra parte,
una dimensión diferente
en que la realidad es un leve esbozo
de lo que puede ser la matriz,
de algo diferente al vientre de la madre,
la madre misma
que es tierra y cielo,
dadora de sustentos,
quitadora de penas y tristeza
limpiadora de los grandes basureros de la Tierra,
limpiadora de almas.
El mundo cambia realmente
cuando ella vislumbra
ese vasto universo de las letras
y es la metáfora: Coatlicue,
y en muchas partes del mundo,
Isis, Astarté, Diana, María,
mujer diosa
mujer universal,
mujer olvidada
y rescatada,
ente diferente,
misterioso,
más profundo que la nada.
Frente a mi frente no hay nada
solo el pliegue resbaloso de las piedras
apuntando al lugar de los enigmas;
busco en una larga noche sin estrellas
aquella misma luz y sin embargo es inútil,
el canto de la historia nuevamente nos retrata
en un eterno recurrir al acertijo cuando sabemos
la respuesta en este mundo que no tiene respuestas.
Es por eso que incursionamos en otras realidades
descifrando la carta de los navegantes de la nada
interpretando las metáforas de otras batallas,
las revelaciones del místico o un ermitaño
refugiado en una cueva construida con silencio,
el canto del cuervo en la parte iniciática del brujo,
los lances filiales entre el maestro por su alumno,
el beso enamorado que se da entre dos almas
que trasforman la naturaleza
de lo que en esa permanencia
es la esperanza,
el odio disfrazado de un tinte tolerante
por el que piensa diferente;
los manuscritos flotando
en el mar de los sabores agridulces,
las tradiciones cantadas
y trasladadas de una etapa a otra
en el mapa de la vida
desde el día en que todo era agua,
otra esencia descifrada.
Dentro de esos mundos
en que atrás de la mirada de otro
se ve reflejada una parte del poema,
la metáfora se interpreta
así misma
y así misma
se despeña
en otras realidades
que sin ser idénticas,
por el mismo sendero manifiestan
el canto universal de soledades
alrededor del viejo,
alrededor del soñador,
del escribano,
del que canta las hazañas de otros
a través de los sueños de los otros
y así se precipita en un caudal
de letras repetidas
que en el choque inevitable del vacío,
se transforma en otra figura irrepetible
a la que alguna vez se escribió antes del diluvio,
antes de que el pez nadara por las aguas,
o que el sol nos despertara con sus cantos
amarillos y dorados, anunciando
que a pesar de todos los manuscritos
de los dioses, que dejaban su huella
y sus palabras de una forma diferente
para explicar esto que llamamos vida,
continuamos escribiendo en su libro
el mismo acontecer de todo lo que pasa:
La lucha por dejar de ser monos
y querer ser dioses,
la bella melodía de dos seres de luz
cuando se entregan y sus cuerpos son uno
y uno es el destino de ellos al morir
repetidamente muchas muertes
y volver a nacer en otras vidas
en otros besos,
en otros seres iguales a nosotros en sustancia,
el crimen de los hombres a todo lo que es vida,
la violación irremediable de los río y los mares,
el destapar la coladera por donde el mismo sol
violento se transforma en muerte
en vez de todo lo que así mismo nos define;
el despertar del sueño de sus hijos:
la impotencia de Coatlicue,
Huitzilopochtli pervertido
y sobre todo,
el que se convierte en humo
y en humo como espejo nos retrata
en su mirada
y en su mirada refleja
el vacío de nuestras almas
la impotencia de ser hombres,
la terrible soledad que nos delata.
Pero la pequeña abertura,
el rincón del silencio en que descansa el infinito,
y en nombre de todos los dolores
y todos los placeres,
de todas las ausencias
y todas las plegarias…
Es la poesía en su eterno misterio
quien nos salva.
Quinto canto /El Brujo y la Teoría de cuerdas
Hay un boquete por el que salen los fantasmas
del mundo de los sueños.
Ellos en realidad asustan porque son seres extraños
que intentan hacernos regresar al mundo virtual
de las mentiras artificiosamente adornadas con verdades.
Son las otras realidades donde el águila acecha
y elabora el historial de cada uno.
Realiza su inventario de ideas oscilando con el tiempo
construye (con las palabras) la estructura resonante
de cada punto de la malla que envuelve al universo.
“Eso es sofisma”, diría nuestro poeta,
el brujo que supo saltar en ambos mundos
llevándose el secreto al lado de los muertos.
El es así, dialogaban conmigo las palabras
que salieron transformadas por sus manos;
fórmulas tratando de aclarar nuestro destino,
al desenredar las madejas de hilo que en realidad
son cuerdas y que al final son vibraciones
que dividen las notas musicales en ocho partes
y solo es un principio, otra metáfora perfecta
que la ciencia reinterpreta con los números
en un lenguaje articulado de abstracciones;
Paradojas, ahora en este siglo que pasó,
son los logros sustentados para inventar,
interpretar, reconstruir las otras entidades.
Avatares del álgebra y el cálculo, trilogía
de sacerdotes que al cruzarse en el camino
refuerzan las ideas de que no hacer nada;
es el intento único,
el supremo,
el que espanta los fantasmas de los sueños.
Los saltos que realizan para contar la vida
se combinan en una acústica con notas de silencio.
El Brujo, el Físico, el Poeta; los tres son atrapados
por la red y los tres son uno solo que interpreta
en tres caminos diferentes y tres procesos
igualmente dolorosos,
que el universo en su infinita pequeñez,
con solamente una teoría vibratoria,
teje la red, descubre al águila y encuentra la metáfora
entre sueños, teorías cosmogónicas y palabras.
SI hay números mágicos
para interpretar el camino del átomo,
entender la trayectoria,
el brinco de un lugar a otro
de un electrón encadenado
en el espacio
por fuerzas invisibles
y a veces,
encontrado al mismo tiempo,
en dos “lugares” diferentes.
También se necesita el “toque mágico”
el salto cuántico del brujo
para estar en ambas partes
y como el mismo electrón,
de igual forma cambia el Nahual
y el felino se convierte en hombre,
vence a la muerte
y es venerado por la ciencia.
Y algunos se enojan y paradójicamente
aquel que más se enoja,
se enoja por no querer aceptar
que Dios juega a los dados.
Es el brujo principal que abrió la compuerta
de otros mundos de luz que se desplazan
por un tapete inmenso y negro, a veces curvo
y en otras ocasiones y por otras gravedades
es el hoyo del mismo color quien la detiene.
O al revés: Solo el poeta puede percibir
con las palabras y las cábalas,
con un complejo sistema de rimas
y de ritmos, de octavos y tercetos
de cuartetos, nocturnos y sonetos,
que el poema no es un conjunto armónico
de sílabas que hilvanan las ideas solamente.
El poema, la poesía,
es el espejo en que los brujos se reflejan
y es reflejado de igual forma el misterio,
los secretos de un universo lógico y coherente
pero que en su esencia verdadera es mágico.
Y los fantasmas, los sueños, la música
hecha número o tropo imaginario
o sinfonía de silencios,
son atisbos en cascada ondulatoria
cuando atrás de la partícula mas pequeña del cosmos
solo la nada
representada en una nota musical
es quien la forma.
Sexto canto / La oración de los emisarios
I
Los emisarios de una historia ucrónica siempre avisan
de muchas formas que solo el que puede ver percibe
los mensajes depositados en el buzón del sueño,
en que un golpe de omóplatos es la receta
para desnatar el caldo en que se cocina la metáfora,
como una parte del trabajo invisible de lo brujos
y los que bordan el tapete invisible del silencio.
La palabra existe, siempre acecha en el rincón
y de repente llega en intervalos de puntos suspensivos,
por paquetes, en entregas inmediatas o mensajería;
ellas se derriten en el papel blanco y las ideas
construyen las señales que avisan el tiempo exacto
en que el cocido de versos se prepara con recetas de jazz
y en otras ocasiones con el sonido de la cuerda y de la jícara,
Macunaima como uno más de mis fantasmas anacrónicos
mas bien cronopios bailando tango en Brujas y en Paris.
Es en realidad una delicia,
como una delicia es encontrar
el punto exacto,
la cocción del evento que se fue gestando
entre una plegaria elaborada
con los ruidos del mar
y voces de un lejano país
vislumbrado en mi ventana.
Cuando la tristeza por uno mismo
se anuncia en cada célula,
cada vaso conductor
que además de sangre oxigenada,
también lleva en su transporte
al corazón,
una carga infinita de dolor.
Las lágrimas en un llanto
pincelado por una mañana
que no deseaba ver,
dibujada con sonidos libertarios
cuando los pájaros dialogan
con canciones cromáticas
del sentimiento solidario
por aquellos que sufren más
en cuerpo y doblemente en alma,
por ausencia de alimentos,
caricias y morada,
de una paz arrebatada
por desastres naturales
o guerras fratricidas,,
comprender que el real
significado de la vida
es el latir
de cada criatura del planeta,
cada gota de agua,
o cada lágrima que se vierte
en un cortejo de letras
que con ellas son pegadas las palabras.
La compasión por la cara angustiada
del que no tiene
un pedazo de pan
para el estómago
y el alma,
dos seres en uno igualmente con hambre
que no permite pensar en paraísos
y sin embargo,
no siempre una plegaria
o el canto solidario
es suficiente;
el deseo de ayudar,
la caridad,
el dar todo
por aquellos que sufren
y atraviesan el dolor
dos veces infinito
al que me aqueja.
Los emisarios de un tiempo diferente
siempre están presentes,
hacen brotar la bella flor
de una mañana diferente…
Hay que desprenderse de las cosas
que superfluas esconden
lo que realmente somos
y cambian la historia
del verdadero sentir de la existencia.
II
Frente al ocaso de mi reflexión,
pretendo vislumbrar el día
en que me pueda sentar así,
como lo hago ahora,
a terminar por fin
el cuento de la nada
que me propuse describir
en mil quinientos versos
pensando que los campos
en que crecen matorrales
y se esconden los conejos
del coyote y de las víboras,
no tienen puertas ni ventanas,
así el verso que en estos años nace
o mas bien dicho, se gesta,
sin ser sencillo o fácil,
no tiene fronteras ni cárcel
de cuartetos, ni forma de soneto,
es mas, la rima, es un artificio
para el que no encuentra
esa parte oculta del poema.
Este relato se inició
cuando me dispuse hablar
de laberintos, despeñaderos
del brujo y la teoría de cuerdas,
divagaciones en la casa
de otros necios que como yo,
se dirigen al reflejo del espejo
cuando la luz es quien proyecta
la sombra incesante de la nada.
Hay mucho material dispuesto
a comenzar en este cuento
en que la música de alguna forma
siempre está presente,
aunque sea la parte ausente
en estos momentos de silencio.
En mucha partes del cosmos
en otros firmamentos
en mundos paralelos
o igualmente imaginarios
está el hechizo del llamado
o de las voces de los ángeles
que yo les llamo brujos,
aliados del poder en sueños
o simplemente: los emisarios.
Este momento del relato comenzó
con el graznido sin sentido
del cuervo, mientras buscaba agua
y a través de sus gorjeos
o mas bien de sus cantos,
comencé a interpretarlos
en una mañana de verano.
Mientras caminaba por la playa
y la reflexión se gestaba con
un par de pescadores entre
las gaviotas y los peces
luchando ambos por su vida,
el pez doblemente por las redes,
así fue como apareció el tejedor
de telarañas en medio del océano
mientras el sol se estrellaba
con las piedras que escollaban
a dos aguas diferentes.
El cuervo comenzó entonces
a contar su historia anunciando
con su pico la llegada del brujo guardián
en medio de un escrito mágico
que tenía que descifrar
y darme cuenta del momento
que tenía que entrar por la ventana,
pero no sabía si ésta era igual
a la misma de mi casa
o de una madera diferente,
otro elemento sin cristal
ni mosquiteros.
Por ese entonces aparecieron
mas señales que no entendía
y sin embargo poco a poco,
con los versos iba asimilando.
Entonces me percaté que había
un poema que en murmullos
Me relataba las historias de los vientos,
de la noche, de un brujo perdido,
de harapos o jirones remendados
de estrellas y astros de humo,
hilos de araña tejiendo pensamientos,
deidades bailando con las llamas
de una hoguera solitaria, pájaros
negros diferentes a los cuervos,
sueños de esclavos transportados
en la galeras criminales de la muerte,
laberintos construidos con palabras
zurcidas en la travesía del viento
susurros de criaturas despojadas
de sus tierras, sus ríos y sus cantos
y una historia que comenzó
en la otra parte del océano
en que el espíritu del bosque
el alma inanimada de las cosas
los animales de la selva,
el jaguar de este lado del mundo
y el león simbolizando la otra parte,
serían los sacerdotes del lamento,
testigos de los desposeídos
que en ese entonces entre lágrimas
y cargas de dolor sobre su espalda,
crearían la red invisible
de conjuros con notas discordantes
que solo ellos entendían,
en la parte que los dioses
se ocultaban de los vivos
pero no de ellos,
casi muertos cosecharon privilegios.
Tendrían que pasar cientos de años
y aún así, mas de tres culturas
aniquiladas por el intento reflejado
de lo que el intento verdadero
quería regalar a sus aliados,
legaron las pistas adecuadas
las enseñanzas trasmitidas
a unos cuantos, pero no como
otros cuantos comentan
que pueden ser guardianes
del espacio, ellos,
los emisarios de los cuales hablo,
fueron los mismos que un día lejano
comenzaron a jugar con los tejidos
del alma y de los sueños,
artesanos,
humanos que aprendieron
a ser dioses constructores
de templos del saber y de la magia,
un conocimiento ajeno
al de los siete sabios
pero no tan lejano en sus principios;
solo caminando sin hacer nada
descubrieron la esencia de las cosas,
del mismo reclamo universal
de ajenos mundos, al comprender
que era solo un juego de la nada;
la enseñanza de otras vidas
en otras muertes por venir,
sistemas de un saber diferente
a la ciencia de los números
o de los astros,
o del crimen feroz
de lo que llaman finanzas.
Algunos abuelos, otros hombres
que creían en otras vidas
y le rendían el culto soberano
a la muerte, ahora desaparecidos
hace mas de dos mil años,
intentaron descifrar el manuscrito,
los papiros del mundo de los muertos
y de nada sirvió,
tuvieron que pasar mil años más
para que un avatar producto
de todas las creencias de los siete sabios,
del maestro en la montaña,
de los creadores de Ra y Amon,
les enseñara sin resultados mágicos
que el principio de todo es armonía,
dejar que pasen las cosas simplemente
que el pez grande se come al chico
porque no piensa y el chico se hace grande
cuando escapa a su destino,
pero su destino es siempre el mismo
devorado por el signo inevitable
de ese tejido que llamamos cosmos
y sin embargo es un principio
que todo lo que está aquí,
será devuelto a sus orígenes
y que el polvo cósmico
es el panteón de otro principio
intentando regresar a si mismo
por el mismo camino de la nada,
cuando antes de lo que llamamos vida
o percibimos que es la vida,
no había nada,
quizá un recipiente para guardar
la medicina que permita aliviar
el alma y olvidar que eso somos
antes de este ciclo que comienza,
estalle en mil pedazos en su inicio,
se expande, luego se enfría,
después de calentarse
y como si fueran paradojas,
vuelve a convertirse en nada
y en medio de ello
se encuentra el manuscrito
que hay que descifrar,
y es la música inventada con plegarias,
gritos, lamentos, sonrisas
y la paz del que se sabe muerto
antes de que esté con vida,
y así disfrutar la esencia real
de lo que llamamos libertad.
Así nació el canto por todo.
Cuantas veces la palabra nada,
se tendrá que escribir para entenderla;
es cierto que la nada es nada
y sin embargo después de ella,
en esta sinfonía del universo
y lo que los físicos llaman materia
y energía,
combinadas en doce dimensiones
y varias vibraciones de las cuerdas,
en ese tiempo aunque infinito
(o abstracto)
en lo que llamamos percepción,
se cumplen esas leyes,
no obstante, antes de ello
y después,
solo la nada
nunca transformada
siempre cantada en mil palabras
o pintada,
o dibujada
con los colores profundos
del vacío,
es lo que al final,
o al principio
nos representa en el concierto
de todos los seres que no vemos
pero se encuentran escondidos
susurrando en nuestro oído
las notas musicales de este himno
que pude mas o menos descifrar
por medio de la rima sincopada
a veces a dos voces
y otras ocasiones
con todas las voces del que sufre,
del que llora, del que ríe,
o simplemente del que nada dice
pero entiende que esa pautas
de silencio son los tiempos
que marcan las historias
de los hombres y de los ríos
que desembocan casi siempre
en un caudal de agua
con agua
que también es la parte espiritual
de todo aquello que se inicia
en este canto que emerge
de la nada.
Después de los murmullos,
de tres historias diferentes,
de la jícara que hace sonidos
para ahuyentar a los fantasmas
de la selva, de las cuerdas
que se estiran para lanzar suspiros
de viento en los rincones del sueño,
después de la extinción de las ideas
que se fueron construyendo
con el ritmo de las piedras
y las formas geométricas
de los lamentos;
comienza el caminar sin objetivo,
el inicio del misterio:
descifrar las palabras de los magos
el crucigrama escondido en el tapiz
construido con las historias
que platican los Huicholes
del venado y del peyote,
emisarios de otros gigantes
de la nada o mejor dicho:
herederos del no hacer,
tantas veces recurrentes
en mis cantos
y sin haberme topado
con ninguno,
que no fuera en mis sueños,
o en el trance epistolar de las palabras
que invisibles desarrugan el tiempo,
desatan los nudos del conjuro
cantado por el cuervo,
escrito en el largo poema
de la Historia, o mas bien,
de todas las historias conocidas
y aún por conocer;
y aquí comienza en realidad
el manuscrito que escribieron los dioses
con los signos inconclusos de la vida:
Dos mujeres hablando
en otras lenguas perdidas
en la sierra donde antes
se escuchaba el canto del venado
y las yerbas de agua
quemando las gargantas,
el barro negro
y las grecas de colores
bailando alrededor de sus caderas,
fueron masacradas por la muerte.
Como hace varios años
otras veinte mujeres
fueron igualmente destrozadas
por las bestias del alcohol,
de un supuesto poder de las ideas,
y del atraso de eso que llamamos tiempo
en otros tiempos
habitando el mismo espacio.
Otros personajes del siglo fueron incautados
de su alma y trataron
de encerrarlos entre rejas,
como jaulas de pájaros
al querer callar su canto,
mujeres por cantarle a la esperanza
de un sexo puro
y nunca mas corrompido
por el vientre abultado del alcohólico,
el perverso,
de igual manera fueron transportadas
hacia un infierno igual que Beatriz,
sin embargo tampoco pudieron embozar su canto
y el clamor de unos cuantos
invadió el salón de los macacos
para impedir el crimen del incesto
entre dos almas gemelas.
Los hombres de corbata que hasta ahora
no se si es el símbolo del cáñamo
o la sujeción de un poder
abstracto como el águila,
pero de un matiz contrario,
siempre permanecen
indiferentes
a los cantos del cenzontle,
del colibrí y del canario complaciente;
insensibles a la máquina atroz
que degüella las gargantas
de aquellos que claman
por que el agua fluya
dentro de sus cauces.
Que hacer si lo único que tienes
son palabras,
finalmente son el arma angelical
del manuscrito,
el ropaje del sonido de las almas,
la parte vestida de la nada,
las rocas que construyen la muralla
en que chocan las armas asesinas
de los que no entienden
otra vez el canto universal
de esto que llamamos existencia,
los que muertos hacen morir
a los que aún no han nacido,
a los nonatos que esperan
nuevamente incorporarse
al himno hidrogenoide
de eso que los dioses
de otros continentes
llaman amor
y por aquí decimos armonía,
canción del espíritu,
susurro de la hamaca
al columpiarse con el viento
y dentro de ella,
dos hermosos animales,
macho y hembra
dialogando con sus cuerpos,
las caminatas al cerro de la abuela
para cortar las flores encantadas,
que nos hacen hablar con las estrellas
y con la señora que alguna vez
fue diosa viviente
entre los hombres de maíz,
la misma que despoja de impurezas
a la tierra y la convierte en vergel,
con ríos liberados de los tubos
del pecado de los hombres
que engañaron con su ciencia
al macehual y al sacerdote
mil veces mas sabio,
mas inocente,
que ahora integra la parte oculta
de los seres que vigilan a los brujos,
emisarios del amor cantado
en mil formas distintas.
Solo el que repite la canción
puede alinear el tiempo
nace la luz
que dio origen a la nada
Juan el agua
y casi su hermano
el fuego
se juntan en esta parte del océano
en una palabra
que encierra dos mil años
Atl Tlachinolli:
Agua quemada
asciende de la tierra
traspasa el zaguán
palabra decantada
en
puerta
y
camino
Temazcalli
el Sol
quieto
detenido
esperándolo
en estos días.
Oremos
Om
silencio,
Ain, la nada
está pensando.