lunes, 18 de noviembre de 2013

Máscara de obsidiana

                                                   Imagen tomada de la red




Como una respuesta de los callados lamentos de la noche y  su discurso  despeñado por las sombras, se develará el misterio  refugiado en la obsidiana y sus reflejos solitarios en la dialéctica del sueño. Y se rebelará la espera, la tan ansiada caminata por los astros, por los cristales celosos del encuentro, la constelación de alcatraces y su aroma que ocultaba tu expectante mirada. 

Nos cruzamos en una vereda circundante de las malaquitas pintadas con las señales del final consumado de mi búsqueda.

Estabas ahí, sin nombre ni pasado, sin gramáticas sobre tu piel que pudieran señalar la ortografía en la historia de tus días, antes de que fuéramos bañados por esa cascada de imágenes sin rostro con  los líquidos acordes de una sinfonía, en un armonizado compás de soledades que se mezclaban con el sonido de la espera.

Cruzamos el Aqueronte y le robamos a la muerte su secreto para volver a nacer en otras multitudes de silencios. Desenterramos los espejos que escondían la palabra en medio de la soledad que nos despedía con un ramillete de tenues lilas que se posaban sobre tus labios, con una lluvia de esperanzas rojas, como si el humo dibujara la orilla, el contorno en nuestros cuerpos después del enardecido fuego que se ahogaba en el grito despeñado en la profundidad de nuestras voces.

Nació el dialogo entre las palabras sin que los dos las pronunciáramos, por ese lugar donde la nada era soberana. Entre susurros fueron desprendidas como pájaros al vuelo, guisantes de colores divididos por las franjas de la noche entre la luna y sus sollozos, agazapadas por una resonancia diferente, mientras las piedras, esas enormes arquitecturas de los símbolos, con frases monolíticas  tejían  el tiempo en los costados  de un vasto universo detenido con otro silencio en nuestros labios.

Nos cobijamos de ese feroz sentimiento  que nos conducía al encuentro  sin mascaras, con el azul de atardeceres mágicos que dibujaba el horizonte, el destino reflejado por tus ojos.

2 comentarios:

  1. Es un hermoso texto Modesto, ya su título de una de mis preferidas piedras semi-preciosas me atrajo. Felicitaciones.

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    1. Gracias Beatriz, un poco simbólico, sí, que bueno que te haya gustado, Un abrazo!

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