En
un nudo de espejos eclosionas en el hálito de tiempo
como
respuesta de una larga cadena de vidas olvidadas,
navegamos
en una nave de humo que en colores se disipa
por
el viaje obligado de las almas en el mar
infinito del silencio.
Flor
impenetrable en el inmenso azul del universo
mágico,
verbo
sin pronombres en la profunda luz del ser divino,
tu
frágil geografía en otras historias que no fueron las mías
se
rompe en un millón de signos de apariencias luminosas,
Ahora
somos el cáliz en que nuestras muertes son depositadas,
fragmentos
instantáneos de aconteceres y karmas adquiridos,
bosque
donde las genealogías son árboles que nos definen,
pentagrama
descifrado en esta dulce melodía de soledades.
Pero
finalmente en un susurro del verbo emitido por
la nada
como
respuesta decantada de otros momentos que olvidamos,
en
una líquida cascada de murmullos incesantes,
encarnamos
en
ese mar, espejo de silencios eternamente enamorados.
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