A mi querida amiga y hermana Liza
Hay días
en que es muy triste atravesarlos,
quizá
porque ese sentimiento de tristeza
no es tan
fácil de quitar y se manifiesta
en cada
célula, cada vaso conductor
que, en
vez de sangre oxigenada solamente,
también
lleva en su transporte al corazón,
una carga
infinita de dolor.
Las
lágrimas en un llanto pincelado
por una
mañana que no deseo ver,
llena de
sonidos y canciones cromáticas de vida,
la
libertad en que los pájaros dialogan,
el gusto
por millones de seres
llenos de
amor o de esperanza en su trabajo,
de
encontrar con ilusión el amor manifestado
en cada
una de las cosas que se tienen para ello:
la salud,
las ganas de ver crecer a la gente
que
depende de uno, compartir la tristeza
y la
alegría, la fe por saber que siempre hay algo
que se
puede revertir en señales positivas,
la vida
misma llena de luz, y a lo lejos las sombras,
la noche
que en estos momentos ya no es mágica.
El sentimiento solidario por
aquellos que sufren
más en cuerpo y doblemente en
alma
por ausencia de alimentos, caricias
y morada,
de una paz arrebatada por
desastres naturales,
o guerras fraticidas o el robar
oportunidades
por parte del poder, a los pobres
cada vez mas pobres,
el saber que hay alguien en el
mundo que a pesar de todo ello, conserva en su alma la bella flor de una mañana
diferente… Posiblemente me consuele, me obligue a salir de mi tristeza
y enfrentar al día de otra forma
Y capotear como siempre mi
destino
transformando el presente en
cosas buenas,
perdonando a todo el que me ofende
y comprendiendo que el verdadero
significado de la vida
es la esencia de lo que late en
ella por cada criatura del planeta
Cada gota de agua, o cada lágrima
que se vierte
en un cortejo de las letras que
con ellas son pegadas
las palabras. La compasión al ver
la cara angustiada
del que no tiene un pedazo de pan
para el estómago
y el alma, dos bocas igualmente hambrientas
que no permiten la entrada a
paraísos y sin embargo
está de nuevo el canto solidario,
el deseo de ayudar,
la caridad, el darse todo por
aquellos que sufren
y atraviesan el dolor dos veces
infinito al que me aqueja.
Todo este recuento me permite
pensar que mi llanto
provocado por tristeza, cuando
todo lo tengo
y no me falta nada, es lo que me
provoca olvidarme
de mis penas, de mi supuesta
indiferencia a la mañana,
y ofrecer una plegaria a los que
verdaderamente
no tienen pensamientos por lo que
están sintiendo,
que nada tienen, nada sienten,
solo el impulso de pedir
a quien lo tiene todo, a la misma
humanidad,
un mendrugo, una caricia, y compartir
no solamente una plegaria
sino el verdadero desprenderse de
las cosas
que superfluas esconden la verdad
de lo que realmente
somos:
seres de luz privilegiados,
que el verdadero sentir de la
existencia es dar,
compartir y sobre todo lo que un
día R Tagore escribió:
Amar, ... Servir.
MHG 2008
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