Imagen de noticiasmvs.com
Cuando llueve en vez de
tristeza
recuerdo con cariño otros
momentos
en que el calor que asfixiaba
la rutina
en los días sin deseos
insatisfechos
era ahogado por el lamento de
las nubes.
Nostalgia ahora empañada con
sonrisas
no por las lágrimas del cielo
sino por aquellos tiempos
en que el sexo era conjugado
con el amor platónico,
la ilusión de verla alguna vez
entre mis brazos,
la pasión por la clases de
Física e Historia,
los juegos de temporada,
las primeras visitas al café de
la Parroquia
los bailes cursis de las
debutantes,
los paseos alrededor del
círculo
caminando en sentido contrario
a las manecillas de un reloj
estacionario,
las noches del domingo cuando
no eran tediosas
y los rostros de muchachas con
fingida indiferencia
que se sabían mirados y admirados
por nosotros.
Yo ilusionado, esperaba con
ansias unos ojos
color miel y sin saber por qué,
mi corazón latía
más rápido que en otras
ocasiones, cuando a lo lejos
veía llegar a la muchacha que
me hizo amar la lluvia
la plaza de armas, el edificio
de mi escuela,
las clases de Química, la
canción de "Payasito",
"Nunca mi amor" y los Románticos
de Cuba,
en esas noches de verano en el
nuevo malecón
donde los amigos hablaban de
mujeres, de autos,
de películas, de viajes al
Distrito Federal
Se acurrucaban los recuerdos de
los días
en que no importaba el dinero
solamente,
aunque era necesario para
entrar al cine,
tomarse una refresco o una
cerveza,
a las doce treinta en los
Portales,
o comprarse un pantalón para
asistir al baile,
también era importante aprender
un par de pasos
cuando por la calle principal
se caminaba
o en las fiestas escondidas se
bailaba;
irse de excursión al río
Atoyac,
viajar en tren a las 6 de la
mañana
mojarse dentro de la casa de
campaña,
hacer la junta del clan de
Rovers
con pantalones cortos en un
lugar
del centro, en que nos vieran
todos.
Sentir la lluvia me ubicaba
con una sonrisa entre mis ojos
en el mismo escenario de hace
años
la felicidad de atravesar con
dignidad
y algunos momentos de inconsciencia,
de dolor y mucho amor y
desamor,
aquellos días de adolescente
en que el mundo lo atrapaba en
un puño
y el sol cabía en mi bolsillo.
El ver caer la lluvia me hizo
pensar
en aquella muchacha hoy casi
abuela,
me regresó a las lunadas en la
playa,
el paseo en el auto de algún
amigo
por un boulevard amarizado,
escuchando el primer disco de
los Beatles
y para los amigos mayores y
románticos
un disco del trío de los
Panchos.
La lluvia no siempre es
nostálgica,
ni triste, ni moja la ciudad de
las ausencias,
no baña solamente la acera de
las penas…
también riega el páramo
olvidado
de los recuerdos dulces.
MHG 2008
No hay comentarios:
Publicar un comentario
GRACIAS POR TU COMENTARIO