jueves, 7 de mayo de 2015

Permanente deseo





Oh espíritu universal
soledad de ti misma
mujer
multitud
permanente deseo,
Así te amo.

Escucho Silencio de Charlie Haden , me acerca mas al placer de recordarte, cuando las palabras que pronunciabas por aquellos días, se quedaron bailando en acordes musicales o colgadas en el techo de mi cuarto, cayendo sobre mi cuerpo como si fueran gotas, lluvia de sonidos.

A la espera del próximo encuentro, se enciende tu imagen en mi memoria, en este momento como si lo hubieses preparado; te extraño, extraño tu aroma, las palabras que me envolvieron lentamente con la suavidad de la seda; te deseo y entonces el deseo se transforma en esa sensación de capullo maduro y reventado dentro de mi pecho, se desplaza hacia otros planos que se convierten en colinas verdes y doradas, bañadas por el reflejo de la orilla del vaso, del borde de la copa que tiene luz de sol y luna, que tiene luz de ti:
mujer-pájaro
mujer-ángel
Mercurio y Venus

El discurso de tu cuerpo enamorado, fue el manifiesto de tu soledad en un diálogo distante y solitario entre dos peñascos separados por una laguna bañada con un beso de la noche, como un río de pájaros silentes y orugas aceptando su destino al transformarse en mariposas, peces que se disputan los suspiros, abandonados por tu silencio reflejado en el espejo, arquitectura isométrica del alma, mis besos que se pierden en la nada.

En un milagro escondido, te materializas en Casandra, en Coyolxauqui, en Penélope y Circe del otro lado del espejo, y llega a mí la presencia de la mujer-símbolo; mi necesidad (de ti) se diluye en todas ellas y adivinas mis secretos mas profundos: mujer multitud, permanente deseo…

Eres todas mis muertes y mis vidas por delante, la búsqueda que se esconde en algo inesperado, repentino como un beso, que me fue conduciendo suavemente hacia el silencio en comunión con las plegarias de la luna reclamando tu presencia, la continuación del diálogo de nuestros pronombres enlazados, bañados en el lago de nuestras soledades.

Cae el sudor sobre mi frente, en un surco que se hace río cuando te pienso y viajo por tu cuerpo, dentro de ti, por tus pensamientos, para recordarte mi presencia.

Para recordarte que nosotros, a pesar de todo, no nos pertenecemos desde entonces.

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