Quiero llevarme cada color y cada sombra
cuando emprenda mi viaje obligatorio,
rescatar cada persona y cada nombre,
quiero construir con cada una
de las palabras que me dieron,
un relicario de historias
y una biblia diferente
donde las tumbas
sean despojadas
y la memoria no naufrague
con los sacrosantos del olvido .
Que sean los pájaros mis heraldos,
los que no dejen de
avisarme
que cada una de las cosas
que mis ojos descubrieron
revelan la sorpresa
de la vida.
No quiero olvidar ningún rostro
y quiero recordar todos los besos
y todos los labios
y todos los nombres
que se han grabado letra a letra
en este territorio de huesos
y comunicantes avenidas
cincelados frase a frase
en el oratorio donde
mis sueños
fueron invocados por el verbo.
No dejaré de mencionar aún
las cosas supuestamente
inútiles
como ese agobio carcelario
y aparente que tiene la rutina ,
que me hace pensar en
ocasiones
con el asombro
congelado
cuando nos ahogamos de silencios.
Daré las gracias a un
almanaque
sepultado de recuerdos y fantasmas
especialmente a los
pájaros,
las prodigiosas aves que despiertan
a ese blanco crisantemo que me crece
y lo mojan diariamente
con sus trinos.
En ese rito conjugado de nocturnos
con la magia y con los números,
encenderé la hoguera con
la ausencia,
arrojaré a mis miedos, a la desdicha,
la indiferencia, al olvido, a mis fantasmas,
a un apartado tenebroso y acechante
donde la bendita soledad no tiene nombre.
Y en ese compendio de presentes rescatados
volveré a nombrar las cosas por su nombre
bautizaré de nuevo a cada persona y cada día,
con un nombre diferente por
la tarde
y con la palabra vida
entre mis labios,
o la palabra, así
sin adjetivos o pronombres
volveré a nombrarme.
Fascinante. Otro de mis favoritos, Moyeto.
ResponderEliminarGracias Lety, que gusto que pases por aquí y te haya agradado.
Eliminar