Quizá me haga falta volver a tus fotografías para recordarte con más
intensidad, darle cuerpo a este sentimiento que provoca dolor de corazón, de
ausencias y nostalgias, de espera y desencanto.
Quizá sea una sensación de vacío
en mi memoria como si estuviera descifrando el enigma de un silencio que tiene
todo el signo de la indiferencia, y un recuerdo vago que no se
deja atrapar, sin noches iridiscentes o colores de otoño entre caminos con
sabor a bellota y hojas muertas. No hay nada más triste como este reconcomio, vorágine
de fallidas esperanzas y desencantos. Mejor el vuelo interrumpido del Agapornis
y su inseparable compañera en el borde de su muerte, presagiando que el alma
tiene fin y no viaja hacia otras gravedades.
El desamor es un
libro sin capítulos con páginas en blanco que tuvieron un final al principio de
la historia…Y el tiempo, el silencio, los espejos, los pájaros y una ventana, convulsionan
al vórtice de un verbo colapsado en la quietud de un universo derrumbándose con
las imágenes arrasadas de una memoria arrinconada.
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