jueves, 7 de agosto de 2014

Lamentos ( a 20 años de la magia)






No se que saldrá de la vida en caligrafía
como un cristal en mil ventanas de colores,
siempre hay una flauta que se cautiva
con el azul y el rojo de la naturaleza,
los seres alados que nos recuerdan a la tierra
y los gusanos,
las serpientes que nos encantan con el cielo,
así el amor que en abstracto se erosiona
al lejano clamor de las miserias y las rebeldes notas
asumidas en un grito de esperanza muerta.

Ellos  liban de la sabia lechosa de la selva
al compás de las cigarras,
yo, al ritmo de una cerveza,
de la kena, el teponaztli,
la charanga, el huéhuetl
y la hermética mirada,
los vientos fríos de la meseta
apuntando hacia el alma
los sonoros coloridos de las nubes rasgan el cielo;
el alcohol de la chicha fermentada ya se muele con las hojas
y los árboles del descontento asoman su misterio.

Allí estamos, desde hace siglos, esperando, catando,
a la espera silenciosa de las flores en guerra
en medio de la tormenta de grillos y luciérnagas;
a la espera de las mariposas gestándose  al calor del silencio
como palabras tejidas en el manto de la nada,

Descubriendo paisajes donde el infinito se desdobla
y la nada misma se repite en el bordado callado de esperanza,
atisbos de viajes sin vehículos terrestres en medio del vacío
como reflejo de lo que hemos sido antes del tiempo de los otros,
aquellos que en semejanza nos miraban como extraños
y no entendían el callado batir de la alegría con las alas
silenciosas y veloces de un ser diminuto nacido entre las rosas.

A través del universo viajo,
a través de dos ojos que observan
sin celo ni dolo,
con extrema medida de las cosas,
como lágrimas de un cristal resinoso
que no se trasparenta
en una vacua mirada de abandono,
me regresa a mi conciencia.
aquella que perdí hace veinte años
y una niña silenciosa en sus dulce pasos
de un fastidio secular
olvidados en esa indiferencia por las cosas,
se traslucía en el prisma de sueños,
el consumo clásico del mercado
de un Kanek fantasma, analfabeta,
con gritos de una música rebelde para todos
la parte urbana que me retrata
la misma que me dirigió en su momento
a Machado, Martí y sobre todo a Roque Dalton,
un poeta muerto por las balas pesadas del ladino
que como en otras ocasiones se disfrazaba

Religiones impuestas para el humo del copal
y los cerros de estrellas majestuosas
como el manto florido de Coatlicue o Tonantzin,
entre los silencios ahogados del asombro;
otra mirada acuosa
rescatada en el fondo del iris de la historia,
el espíritu, la vida florida de las garzas
en el valle del conejo y las piraguas,
en aquellos canales donde la red no se había perforado
por las mentiras impuestas de otros dioses
que escupían la muerte y aforismos en latín o castellano,
el mismo lenguaje que como pirámides de la luna
se sobreponían  al canto prodigioso del abuelo,

con su bastón, regaba lluvia de flores
la amistad del hombre por el hombre
y la sensación de que la vida era limitada
hasta que la muerte llegara.
fuimos pasajeros,
jardineros para los visitantes del mañana.

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