A mi hermano Manolo
La vida se
te va como un soplo
y el mundo
se construye como si fuera eterno
y todo
cambia para seguir igual
como si
fuera una barca abandonada
a la orilla
del mar ensimismado y taciturno,
con una
indiferencia engañadiza.
El tiempo se
transforma en un viajero
no pintado en el cuadro de la vida,
nos
percatamos que estamos dibujados
con los
colores de la ausencia
y la
ausencia de los otros enlazada
con nuestra
propia ausencia,
como esa
barca detenida con la arena
que quiere
ser la de nosotros.
El mundo y
los nombres se transforman.
Nosotros
también partimos
se queda el
dolor en los pronombres,
El, que no
puede mirarnos y nos duele
y ese yo tan
personal y fragmentado
que se mira con
los ojos de nosotros.
De esta
forma el tu, el yo, el nosotros
el viajero
ausente en el cuadro de la vida,
paralizan el mundo en un instante
reconstruyen
el silencio y la partida.
Somos el
pintor del cuadro,
todos los
nosotros que no se encuentran.
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