lunes, 22 de julio de 2013

Lluvia







Estoy solo, desmenuzando viejas notas que nos enviamos en esta primavera de desconciertos sincronizados por la distancia, territorio  de  nuestras complicidades, ahora  camposanto sin tumbas, palabras muertas.

Quedan los  epitafios de frases viajeras  de un punto a otro en este continente  donde tú y yo, nos reuníamos por  instantes, amorosos,  en un continuo inicio, con un reloj que nunca marcó  las horas de los momentos donde debíamos esperarnos.  

En esta lluvia de tarde melancólica se cuela el sonido de tu ausencia con húmedos  recuerdos que se juntan: tus huesos y tu sangre, nuestras bocas en un tiempo cubierto de pájaros y amaneceres, de temblores mutuos y dolidos silencios.

Entre la sensación agridulce del vino que me recuerda el  tamarindo y el otoño, me atrapa el verano de nuestras soledades.

Pero estamos aquí, presos de alguna forma en este lugar inexistente y mágico, donde los espejos se desplazan como cisnes refinados en el lago de las diferencias, entre  los  puntos inequívocos del discurso interrumpido y divergente, por esas notas sin corchetes y oración sin predicado.

Solo  (Yo) el sujeto aferrado
a la permanencia de tus besos,
como un marinero de Odiseo,
atraído por  el canto de sirenas,
sigue hechizado por tus labios.

4 comentarios:

  1. Tus versos entre solitarios y enamorados, siempre...con ese enigmático reloj que nunca marca esas horas. Hermoso! texto y música. Felicitaciones y besos, amigo.

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  2. Alguna vez leí por ahí,"los poemas son botellas al mar que por ahí llegan a la playa de un alma", algunas veces son aplicables. Este es un caso de ellos. Un saludo afectuoso Modes/tito.
    De tu cuais, Kiko.

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