navego
por ese río de pájaros
que me
conducen con sus cantos
al
perpetuo susurro del silencio.
Lleno
de luz recibo anhelos que antes no existían.
El
tiempo emerge a partir de este reencuentro
como
si fuera un tiempo nuestro
naciendo
por si mismo,
donde
las horas tejen con silencio
esa
doble algarabía en que la magia,
es un jardín de flores cósmicas
que
invocan al espíritu
y
pueblan de dicha
esta
necesidad sin cuerpo
donde
las tinieblas ya no existen,
El
universo sabiamente diseñó el momento
en
la esquina indecisa del vacío,
como
agua de vertiente
antes
lágrima en la piedra
donde
se bañaba nuestra ausencia,
ahora
caudal en mar profundo.
Es
cierto, aquí solo escurre en el cantil
tu
presencia enamorada,
bebo
en ella para saciar mi sed de verte,
las
palabras se abalanzan queriendo bautizarte
están
de fiesta sin fronteras, sin poder nombrar
lo
que sentimos
cuando
estaba inscrito en la calzada del
destino
este
lugar onírico, impoluto, sin ultraje,
al
que no pude arribar antes.
Llegaste
como espíritu gemelo, como
un
retorno en este inmenso tiempo
con
la otra parte de mí, desintegrada
y
ahora solo es futuro permanente
al
saberte donde el temor no existe,
solo
las ansias por borrar distancias
y
en la parte de la vida que llamamos magia,
recinto
de paz, el Karma, nuestro refugio.
Y
permanece esta divina somnolencia
divina
magia sacudida,
divino
sentimiento en que la nada es todo,
como
una esquela que viaja eternamente
y
salen de ella tus palabras
sanadoras
del espíritu,
invocadoras
del deseo de las almas,
voces
que se escriben
y
traspasan esa parte del viaje
cuando
se tornan melodía de luna
creando
un universo diferente,
desmenuzando
lo que somos,
confrontarnos
sin temor,
despertando
del letargo...
Hoy
nazco de nuevo y me pronuncias:
Yo te acojo con la manta
del suave tejido del silencio,
en una forma mística, poética,
amorosa, sublime
y te envuelvo en mi círculo de amor.
me
adentro en el y me atrapan
los
susurros impregnados de silencio
y
me atas con murmullos de flores diferentes
que
has encontrado en tu jardín de sueños.
Llévame
pegado a tu cintura
a
tu primera vez,
y
siente el regocijo de encontrarnos,
viaja
conmigo, fluyamos
por
tu cuerpo sin tiempo
y
por tus flores,
como
por un río sin barca renazcamos.
Viajo
por tus brazos, por tu boca,
como
por tus pensamientos sueño
y
despierto en ti,
nos
dejamos llevar a un continente
que
nos estaba reservado,
nuestro tiempo ya tiene
puerto donde anclar...
Es
cierto, la tersura acariciante del murmullo
nos
ha empapado de un dichoso advenimiento,
nuestras
palabras se pronuncian al unísono
como
un eco de señales, faro intermitente
para
llegar al sitio que el universo convocó
para
el reencuentro.
Sígueme
por este sortilegio de sentirnos nuestros
con
esa forma que nadie lo ha sido de nosotros
y
dejemos que el puerto nos encuentre
sin
percatarnos que antes de saber
uno
del otro,
ya
lo habíamos conquistado.
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