“En el ceremonial de espejos
nos zambullimos en mares desconocidos
para
colectar auroras, ensueños y naufragios.
Ahí en la colmena celestial
donde la palabra es la abeja reina
pulsamos las cuerdas del infinito,...” Waldo López
En el lugar insoportable del hastío me sacude la palabra
como una colmena embravecida
asisto al ceremonial de los espejos y con cautela
me refleja
en su inmenso peregrinar
hacia la nada
en ocasiones existo
y en otras ocasiones mi
fantasma deambula como imagen
sin alma y sin reclamos.
formo parte de el
y es cuando la letra se
dibuja en el espacio virtual del infinito
la realidad se aleja en un
tren de oraciones ahogadas
en el fúnebre silencio de los
muertos
las metáforas despliegan su
abanico de significados.
La sensación de estar vivo me
atormenta en la tragedia
de este relato infernal de
ser parte del enjambre.
De ser el cuerpo de un
monstruo
creado en las arenas de la
sangre
derramada
en el lento desollar del
espíritu
de los que no pueden gritar.
El reclamo es un tiempo que se
colapsa
en la gravedad del inconciente
en la gravedad del inconciente
la otra parte de mi
indiferencia a
nte el asesinato del planeta.
nte el asesinato del planeta.
Muero lentamente sin
percatarme
en la dualidad del espejo,
en la dualidad del espejo,
los que somos convertidos
en lo que no deseamos ser,
en lo que no deseamos ser,
nuevamente el canto de la
desesperanza
y ante la palabra, como
último recurso,
la conducimos por el pasillo de la tragedia
que nos devuelve las imágenes
que nos devuelve las imágenes
de lo que algún día pudimos
ser
y en este columpio de lo
eterno
entre las nubes de la
fatalidad,
la fiesta del vació nos emborracha
con su silencio clonado
la fiesta del vació nos emborracha
con su silencio clonado
para la satisfacción de
nuestro yo
perdido en el anonimato.
perdido en el anonimato.
Somos una obrera más en la
construcción del suicidio
el pájaro carpintero repiqueteando el eco del
ozono
el diluvio en instantes que
se repite en el reloj del infinito
que nos conduce al destino de
nuestro propio epitafio.
Como dices: “un ceremonial de
espejos”
la imagen repetida en miles
de fragmentos
que nos hace recordar la historia
que nos hace recordar la historia
y enterrarla entre los
espejos
de la repetición del bucle
de la repetición del bucle
donde “la abeja reina” se
posa
en “las cuerdas del infinito”
en “las cuerdas del infinito”
lo que nunca hemos sido
que sin ser lo que somos
que sin ser lo que somos
nos refleja la historia
intermitente
del primer asesinato, la quijada del burro
como símbolo del crimen
del primer asesinato, la quijada del burro
como símbolo del crimen
a este espejo enorme que se
desintegra
en la oscuridad del vacío
en la oscuridad del vacío
y que en algunos instantes de
luz perdida
nos regresa a la nada.
nos regresa a la nada.
Somos la vomitada de un sueño
equivocado
aprendemos a salvarnos con la
palabra
y se nos olvida el verbo
y se nos olvida el verbo
como origen del caos,
el verdadero enjambre de lo
impredecible
donde se gesta el
advenimiento
de la fatalidad y la dicha
de la fatalidad y la dicha
como siameses de la propia
realidad.
Gracias por el “Ceremonial de
espejos”
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