En el silencio,
el viento cubre de danzantes hologramas a la noche
la perfuma de otoños e inviernos prematuros.
Las calzadas y las avenidas circundan la soledad ennegrecida.
(El silencio) resucita el moribundo diálogo
en un festín de espejos absorbentes,
la idea del amor una vez más la mujer
el otro símbolo despertado por un compás de espera
entre notas silbantes otrora pentagrama encapsulado.
Despierta al verbo y los pronombres se atropellan
en esa negritud de espera
hacia el divino túnel.
De que nos sirve el sol si con nosotros
se encuentra encarcelado
y una palabra, una frase, el árbol
en tornasoles rodeado de hojarascas,
la ventana y el color verde de la espera,
la llevan dentro, muy adentro
de esa prisión donde nos tienes atrapados
en un corazón imaginario
con la quietud de tus conjuros mágicos,
Entonces nosotros nuevamente entrelazados
con la señal de una mirada que alguna vez
nosotros fuimos y seremos.
El viento escurridizo me roba las palabras
y este manuscrito,...
El testimonio es un nocturno fraccionado
en una sonata interminable,
Así la muerte que no podrá borrar a nuestro olvido,
ni el tiempo se podrá detener
para acusarnos de que alguna vez
en un racimo de silencios nos salvamos
como un canon y otro en diferentes melodías
como tú y yo
como nosotros.