jueves, 11 de mayo de 2017

La intención del brujo





Repasé caminando las palabras de arena
Que les dije en el bar a los amigos,
Y era mi boca la boca del silencio
Mordiendo aquellas cosas.
(Me custodia la ira con su puño de rejas,
Con el sonido extinto de la sombra. Después,
Mi tardo andar imita la dirección de un río 
O el camino de hormigas alrededor de un árbol.),,, Del Oboe Nocturno.- Juan Bañuelos






Me fui a caminar por aquellos entinglados de la mente
en una tarde con el calor derramándose en las letras
y las noticias de mil ciudades con la muerte respirando.

Leí un poema o dos, mejor dicho, de un personaje mágico
que me   obligaba a revisar los textos de Góngora y Quevedo
y mostraba la forma de hacer versos en geométricas medidas
los compañeros leían sus poemas con la mirada del brujo vigilante
atento a descubrir recetarios repetidos en el caldo de las letras.

Pasaron muchos años por mis manos y otros tantos libros
sin darme cuenta que las verdades se pegaban al silencio
de vez en cuando algún escrito, una palabra, me acechaban
sin percatarme que una bruja agazapada en su conjuro manifiesto
elaboraba la maldición que se incrustaba lentamente en mi esqueleto.

Por algún momento, mas bien en esos varios años mil momentos,
quise pensar que ya estaba listo para atisbar al infinito
a esos estados donde la mente cambia de piel y nos vigila
con las palabras atrapadas en el techo de un cuarto solitario,
como si el sol se quedara en una esquina murmurando su vigilia
y un frasco de vidrio transparente fuese la cárcel de la luna y de los pájaros.

Volví a leer algunas historias sin la presión de alguna nota aprobatoria
compré los libros del maestro, escribí algunos versos para soñar poesía,
las amantes y los amigos clandestinos que jugaban a ser juglares de la noche
me regalaban pedazos de vida para usarlos en los aburridos días de oficina
pero el hechizo seguía pegado entre mis huesos y las palabras se rompían,
la gravedad y las mareas provocadas por la luna atrapada en la botella
las mantenían suspendidas como puentes colgantes atados con teoremas

Por otros viajes urbanos y perdido entre pasillos de libros y cafeterías
se aparecían de vez en cuando algunos brujos regalándome pociones
contra ese maleficio que no podía quitarme por no saber que lo tenía
solo en esas noches que la ciudad dormía o en los baños de tumba
con el silencio podía percatarme que ya me había señalado.
Finalmente se apareció entre dos líneas de un verso atrapado entre mis ojos

El brujo se fue desvaneciendo por la calzada de los verbos solitarios
me dejó un costal de semánticas perdidas y complicadas cábalas
que en instantes se transformaban en pájaros negros, quietud,
gaviotas suspendidas, arrecifes o alguna estrella encuclillada.  

Algunas ocasiones los recuerdos y ese negro despoblado estacionario
se confundían con el estado de vigilia que me atrapó una noche
con las palabras disfrazadas de colibríes y mariposas en espera
 y al cambiar los escenarios (un balcón en la mañana hambrienta,
la sensación  de una ciudad sin marejadas y pelícanos, el otoño,
otras soledades diferentes esperando las lluvias para lavar tristezas),
mi Yo seguía atrapado en una cárcel invisible de metáforas perfectas
que cambiaban de nombre y elaboraban tramposas señales libertarias;
sin dejarse atrapar, me condenaban a la búsqueda perpetua del poema.

El tiempo se rompió, los recuerdos y la lectura de unos versos mágicos
me hicieron regresar con el espejo, la soledad, la nada y el silencio,
 a las primeras intenciones con tan solo dos palabras y un binomio
y desde entonces todo se transformó en una espiral que atrapó mi corazón,
la luna bañó de soledad el cristal hasta romperlo y los pájaros
fueron emigrando por el mismo rincón donde se cuela el infinito
la gravedad hizo caer las frases tapizadas que colgaban del techo
me abandonaron burlonas de igual forma por un morral sin fondo
sabía que ya no era el mismo, se había borrado ese ceñudo orgullo
dejando cicatrices indelebles en las marcas que me dejó el conjuro.

En mi esqueleto duerme el verbo y por momentos me sorprende
y así pasan los años fragmentados con esos pedazos de memoria
para poder resolver el crucigrama con dos palabras y un binomio.

jueves, 4 de mayo de 2017

Borravino


                                                             Fotografía tomada de la red





He olvidado el sonido de tu voz
el timbre, su formalismo,
en mi corazón resuena su presencia.

En ese lugar imaginario donde todo es real
tu voz es el metrónomo que marca el sentimiento,
a lo lejos el olvido es una presencia irrazonable,
con tus palabras trituran su semántica
como un concierto de pájaros y sangre
en el rojo amartelado   de tus labios
mordiendo las metáforas del verso
que me provocan tu ausencia y la distancia,
en este largo camino sin nosotros
entre los verbos que sacuden nuestras vidas
los callados pensamientos subterráneos
los largos pasadizos de las letras
donde el amor recobra su mágico momento
con la poesía temblorosa entre tus manos
y una por una según el desconcierto,
en este diálogo interrumpido por otoños compartidos,
la lluvia moja el esqueleto de una ventana muerta
y mantiene los colores del burdeos,
el perennifolio,
mientras el Fresno Americano, el Paraíso.
el Crespón, el Acer japonés,
son los centinelas centenarios
de la estación que te define
dibujada en avenidas
que se pintan del color de tus recuerdos.
Con ese frio que sabe a café recién tostado
y frazadas a cuadros de silencios,

la resonancia de tu voz
con sabor a borravino
me cala hasta los huesos.
.

He olvidado el sonido de tu voz
el timbre, su formalismo,
Pero no su color…


MHG Mayo 2017