Solo basta la brisa para alterar a la conciencia
un viento encapsulado y transformado en huracán
amasa la memoria cotidiana, la palabra se libera
de su cárcel racional y rutinaria
y ella se transforma
en criatura inexistente de otra historia
que la memoria entierra.
Surge el mito.
Cofradía es un poema a dos voces que a iniciativa de Modesto Herrera (Hot Sedom), invita a su amigo Waldo López (Blusero) a continuar con la siguiente parte hasta que el propio poema se agotara.
El poema se construye en 6 cantos y un intermedio:
I.- Cofradía (M. H.)
II.- El Cónclave del designio (W. L.)
Intermedio (M. H.)
(Ella la que engendra vida)
III.- Soñadores y Ensoñadores (W. L.)
IV.- 2 de octubre (M. H.)
V.- Los pescadores del Hikuri (W. L.)
VI.- La sombra Luz del Final (W. L.)
Modesto Herrera invita a Waldo López a trabajar en este canto, debido a las coincidencias de pensamiento sobre lo mágico que envuelve no solamente la otredad de Mesoamérica sino en la propia poesía de "Blusero" y la inquietud de ambos por preservar en muchos de sus cantos un tributo y homenaje a sus coetáneos y al "otro conocimiento" que en fragmentos, mosaicos dispersos en el universo de lo cotidiano y el andar de la poesía en el tiempo y los mitos, pedazos de mundo y visiones exquisitas de ese mundo que parece extinguirse a veces por la superposición enajenante de otras culturas y el olvido de parte de la propia, se resiste con la fuerza del rito y la palabra, de las luchas de mil formas en diversas regiones del país (y otras más allende las fronteras) a conservar el fuego del espíritu milenario, preservar la visión cósmica del mundo y la propia filosofía de la antigua civilización de Mesoamérica[1] como parte principal, y generadora de la propia nacionalidad e identificación de lo "mexicano" y su historia como crisol de lo hispánico y lo mesoamericano.
Sobre la poesía de Blusero vista por Hot Sedom:
los versos y las metáforas de Blusero son como una caja de cristal en que las mariposas tropicales se encuentran atrapadas, vuelan una por una, el cazador de ritos, el hechicero de las formas y las sinécdoques, el trampero de fantasmas que alguna vez se pensaba que habían desaparecido, las deja ir y las atrapa al instante en que ellas dejan de ser palabras, solo son manifestaciones del espíritu que desean danzar alrededor de los tambores y calor de las llamas conjurando las fuerzas del infinito, es decir los misterios que el universo no detiene y van más allá de el.
La poesía de Modesto H vista por Blusero:
Modesto, sobre una mar, repleto de caricias y traiciones, saluda con un apretón de cielos encendiendo o apagando el quinqué del mago de lo eterno, al ritmo de los cielos.
Lanza el anzuelo con la paciencia de las flores para sucumbir en su aroma. Modesto nos da pedazos de su espíritu, de su tiempo, de su bien de amores en la miel de la complacencia siempre temprana y lozana.
Modesto hilvana paciente su ruta, tantas veces y ninguna caminada.
Cofradía es una parte nodal en la dialéctica poética de estos dos escritores de la nada y la magia, de los vaivenes del infinito y las hamacas del silencio, de los cónclaves del designio y las cornisas donde se agazapa la eternidad, de los intentos del poema y otras formas en el poema mismo para el intento, de la reunión de brujos y emisarios, de guardianes del espíritu y amantes de los ritos que le dan cuerpo y forma a su propia poesía.
Waldo López.- Tijuana B. C.
http://waldolopez.blogspot.com/
Modesto Herrera González.- Boca del Río, Ver.
http://modestoh.bitacoras.com
Cofradía...
El matewane
“el que no sabe y va a saber”
está próximo a nacer.
agua y fuego se funden
para emprender el viaje
humedecer al corazón de fuego
y descubrir al divino luminoso. Peregrinaje (MHG)
A todos los muertos del 2 de octubre y todos los muertos después
En el ocaso tupido del poema,
cuando nada parece resolverse
surge la respuesta de la lumbre
que en esos secretos del espejo
transforma en humo líquido los versos.
En la parte escondida del lamento
el grito ahogado con notas de silencio
las flores de fuego son crisálidas de tiempo,
mensajeras de la lluvia de luciérnagas
brujas que no revelan sus misterios
respuestas de infortunio
y cardumen de letras en espera.
El poema nacido de los números
gestado en la lógica del metro
sigue siendo silogismo de la nada,
existencia mientras dure el pensamiento.
Los puntos cardinales de una estrella
son cascadas de nubes de colores
pájaros recordando el infinito
horizontes de luz en el murmullo.
En la parte misteriosa de la noche
la oscuridad se aposenta entre suspiros
ventanas desdobladas en rutina
visitas taciturnas del destino
y un zurcido invisible de plegarias.
En las redes que fueron perforadas
el espíritu del brujo nos reclama
la historia en concreto nos señala
y las piedras del tiempo nos aguardan.
En el miedo por el trance del humito
la parálisis cobra las facturas
la memoria se agacha y se delata
el encuentro no tiene escapatoria.
En los grifos, los símbolos, los versos,
la parte escrita que no pudieron borrar,
la caravana de quejas, la desgracia,
el ser que se mutila con la sombra,
y este eclecticismo manifiesto
el desgarre del telar
el sueño tejiendo mariposas
el momento que el sediento
tiene miedo
el ocaso transformado en verbo
el viejo brujo agazapado
al acecho del encuentro
el mundo encerrado dentro de un cuarto
el canto del Nahual
la conciencia,
exigen la porción de tornasoles
la dieta del espíritu y la carne
el cuerpo entregado al sacrificio
la ausencia de sal
mujeres bellas
el sacrificio.
Por miles de nosotros moriremos
y seremos ungidos monumentos,
romperemos las verdades asimétricas
que en cuentas de colores y de espejos
nos fueron ocultadas.
En la parte profunda de la selva
en la sierra
en los grandes cinturones cósmicos.
Un solo pensamiento se evapora
Y es difícil detenerlo con el tiempo.
Hoy solo contamos con los muertos
Y cuatro tecuhtlis del silencio.
En sus rezos se dispara el infinito. (M. H.)
II
El cónclave del designio
Quizás algún desparpajado designio,
con mano de orfebre
tejió con su filigrana de sal,
un motivo salteador de caminos, romancero con la flor.
Para crear el rito que corresponde.
El que acecha desde el acecho
y lanza al aire un conjuro
para que aparezca la palabra.
Ceremonial de cruces en el destino,
brocadura de saldos divinos,
fuego que no muere para nacer.
En el cónclave de salmos y abrevaderos,
barajamos un póker de lunas ya ancianas.
Para que Ixchel emergiera del espejo
como luna nueva ante el beneplácito de la primera noche.
En esa cofradía de tantas distancias, ayeres
y despedidas, tantos días con apariencia de nuevos
amontonados en la alacena.
sufrimos del alucine bárbaro, con semblanza de octubre,
porte de Marte con escudo y espada.
Herimos de primavera la oración
para que se diga diciendo y diciéndose digamos.
Soy bajo el ara bautismal lo siempre finito.
Yo me sumo al vuelo nocturno del águila,
para ver los tiempos remotos y venideros
agazapados en una piedra de cuarzo.
Cofradía de almas en pena con sus campanas al viento
para llamar a la muerte y presida el ceremonial
Soledades y ambages.
Luz finita de armónicos finales sin final,
umbrales de otros crucigramas
en el laberinto de la oscuridad.
Caballeros sol con las armas para atrapar a la noche,
para cantar al unísono y desde diversas brasas y lechos,
el conjuro que asoma desde el encaje del infinito.
El que se ríe con flores de octubre,
el que se incendia en una claridad
que despierta a las aves de fuego
y descifra las sombras que la luna colocó
por algún motivo bajo las rocas.
Un camino con corazón de azahar.
W L
Intermedio
Ella la que engendra vida
En las cuatro regiones de la Historia
hay un vigilante de los ritos
para ser protegidos del tirano,
en una procesión de la palabra
son resguardados por una santa cofradía.
El pensamiento diluido en mil dialectos
ha divido al ser de si mismo
y solo en el espacio sagrado de los dioses
en el tiempo mágico del sueño
así mismo se ha ido incorporando.
es Ometeótl quien esconde el fuego nuevo
y en otras ocasiones lo destruye
hace crecer a la tierra de la nada
y a la nada regresa cinco veces.
Ella la que engendra vida
Él quien la concibe,
quien gobierna
en las cósmicas regiones.
En cada una de ellas, cuatro
sacerdotes resguardando el fuego
Tezcatlipoca cuatro veces dividido
en las cuatro edades del mundo
antes del mundo.
Has sangrado tu pene quetzalcóatl
para hacer nacer a quien merece
para dar significado a tus hermanos.
Si ellos se inmolaron en la noche
para poder crear al mundo conocido
ellos en otra parte de la historia
requirieron alimento en su sustento.
Es el tonalli lo mismo que el destino
el horóscopo guardado por los dioses
es el destino final de la leyenda
que el hombre,
el que merece,
se encuentra dibujado entre los grafos.
En esa región del Sotavento
en un lugar del Soconusco
en la parte sagrada de Tollocan,
el centro del mundo
en Zempoala,
con los ríos de mariposas
o en la tierra del venado,
reescriben los secretos con el humo
se refleja el espejo en la palabra
cantan las flores su peregrinaje
abordan la barca del intento
destruyen armazones de occidente
habla el colibrí, la iguana, el armadillo,
el ocelote vigila el sueño
Tloque Nahuaque ronda entre las piedras
el Nahual es liberado por los dioses,
esa magia del canto en cuatro versos
cuatro puntos cardinales en el centro
un punto cósmico de encuentro
atardeceres de culebras y aves muertas
serpiente devorada por el águila
símbolo del poder de los ancestros
presencia interminable del encanto
intención de galaxias colapsadas,
secretos resguardados por el brujo
en cuatro elementos interpuestos
conjuros que brotan del que hace versos
del que danza
del que llueve
del que sueña
del que puede dialogar con las estrellas,
con las plantas
con el pájaro quebrando el universo,
el que ya venció a la muerte
muriendo cinco veces en el centro de la luna
abajo al Sur: el maya, el mixteco,
en los brazos del vigía,
a los lados de su cuerpo
está el huichol,
el huasteco y totonaca al otro lado,
al Norte el gran señor de los espejos
y el nahua y el tolteco al Centro
y al centro del Centro:
Teotihuacan de noche,
ciudad de Dioses muertos. (MHG)
III
Soñadores y Ensoñadores
Viricota,Viricota
quién sabe por qué
lloran las rosas
Quién podría decirlo?
Quién podría adivinarlo?
Viricota, Viricota
quién sabe por qué
lloran las rosas.
Canción del venado azul
Dice el Naurrari, el que tiene la palabra sagrada,
como en el mar se pierden las huellas
del venado azul,
su sacralización y mortaja
hasta el ultimo siglo venidero.
Dice de los sahumerios
para purificar los pecados,
para alimentar las nubes viajeras
y puedan regresar.
Pregunta y se responde
con el silencio de sus montañas,
seres convertidos en rocas y acantilados,
altas hondonadas veneradas por los ocotes y,
como piedras preciosas,
las hojas rojas de los robles.
Salio del mar, del mar, pasó
y detrás del mar
vinieron todos los dioses.
Dice el Naurrari, el que teje con palabras de amaneceres,
que el sacrificio nocturnal a Tateuari, el abuelo del fuego,
es para que el hombre siga caminando
para que el hijo de su hijo y de Tatei Aramara,
la diosa de todas las aguas
puedan llorar con todos sus riachuelos y anchos mares,
y logre enfriar el fuego iracundo de Tateuari.
Dice, con su violín labrado con las mil almas
y el cuero azul del peyote.
Dice de los hechizos del viento, donde viajan algunos muertos
y enfermedades.
Día de santiguarse, dice y con su bule de encantamientos
hace que pasen los vendavales, los delirios,
para que nos dejen en paz.
los dioses están hablando,
si, los dioses nos hablan
y nadie es capaz de entenderlos
Naurrari el que dice de los sueños,
el que engarza en un rayo de luz
una danza de sombras.
Las que interpretan lo que los dioses
dicen del porvenir,
las que dicen del decir de lo sagrado.
Naurrari ve mirando un ver,
que se mira dejando de ver.
Canta a las flores del abismo
para que ofrezcan a Aramara
la fiesta del esquite.
Para que el ensueño de ser
sea fuego en el calihuey.
Canta para que dancen las diosas del agua,
para que los muvieris sean las sonajas
de la alegría,
donde se purifiquen las vidas anteriores,
los pecados que no se logran desamarrar,
las vidas de otros muertos
mitad sueño, mitad rumor.
más he aquí que se ve la flecha
clavada en el centro del itari
y la flecha entiende
el mensaje de los dioses.
Dice Naurrari de los dioses bastones,
los que se plantan en el vientre de la madre
para que nazcan biznagas, serpientes
y la lluvia del norte, la lluvia amiga
la que sopla sobre las semillas
y las vuelve sortilegio
en los cantiles y barrancos.
Tawerrika, el padre sol, atestigua la tristeza tan alegre
de sus hijos, los que sueñan con la canción
que los llevara muy lejos de este mundo,
los que sienten el murmullo luminoso
en el resoplar del venado azul.
Tawerrika, desde el cielo, envía en sus rayos de luz
una respuesta de desierto y hondonada.
Enciende a Viricota como respuesta al sacrificio,
al peregrinaje de sus hijos.
embarrando toda la aridez
con luz ambarina, el alo de lo sacro.
Dijeron los dioses:
Wiwatzirra fue la cuna del venado
y será su mortaja porque allí lo tendrán
cuando lo maten en la sierra.
IV
2 de octubre
En mi país, qué tristeza,
la pobreza y el rencor. (A. Z.)
Hoy con el aguacero de estrellas silenciosas
en el lento proceso de la resurrección
en las tonalidades de una combinación de melodías
con los recuerdos que brotan al ritmo de las vísceras
y de las largas caminatas por la sierra
cuando la esperanza había florecido
en medio de una fiesta en que los ladinos
fueron bautizados con el agua de las leyendas
y muchos cambiaron el color de su piel
tratando de pertenecer al recinto de los dioses,
se les permitió visitar la galería de colores
que iluminaban la quietud del mausoleo
pero ellos nunca despertaron.
Necesitaban más que intentos
de rompimientos
mas que meditaciones
alrededor del Buda
mas que la revolución de las flores
y saltar al otro lado tranquilo del evento.
No era misterio escondido en el silencio
Este se encontraba resuelto
en la parte dormida de los sueños
había que despertarlo;
la princesa sacrificada en el mes de octubre
junto con los cómplices inconcientes de la sangre
apenas sacudió el recuerdo
y el tallo de su flor bendecida por ellos
pudo moverse.
En esta noche de brujos
de cofradías secretas
de reuniones en los 4 puntos del desierto
para que el centro viva
y el fuego purifique
y brote nuevamente la flor
y el abuelo cante
y el hombre nazca donde siempre
otra vez más,
En esta sinfonía de soledades
el decreto manifiesto del poema
dibujado con la memoria escrita
e imaginada en los viajes del alma
por el mundo de los muertos
aunado al conjuro de los invisibles
los que ven
los que acechan
los que han deshecho el nudo impuesto
por la historia que nos impusieron
los que han sido
los que siguen
a pesar del desconsuelo
y los que han muerto
los que son fantasmas
los que no hablan
los que no se dejan ver.
Han tenido que aliarse con el mundo
para detenerlo en un instante
y en ese instante entrar al tiempo
zarandearlo
pero es en vano,
los ruidos de la nada que produce
la sonaja del silencio
no son del todo suficientes,
acaso necesarios.
En esta cofradía del silencio
en esta cofradía de la palabra
en que el poema se gesta en la distancia
y los cuatro vigilantes de los sueños
aparecen como cuatro interrogantes
cuatro siglos de cambios detenidos
cuatro movimientos de las letras
cuatro estaciones de los muertos
cuatrocientos años de garrote
y en el centro:
cuatro décadas de historia que nos marcan.
No olvidamos la muerte de los muertos
la implacable matanza de los indios
la cárcel que hicieron de los versos
las mentiras disfrazadas de verdades.
En estos tiempos,
a cuatro veces que el cometa nos señala
como esa profecía de los nuestros
no es cierto que todo esté resuelto
ni que el hombre de la pipa no sea honesto.
A tantos años de conciencia en este intento
Que el cosmos me define en una plaza
Tres culturas
Tres astros
Tres verdades
encima del sagrado templo de los tiempos,
solo hay una rabia contenida en estos sueños.
Intentos cosmogónicos,
Intentos en el punto de encaje
del intento
festivales que se parecen al día de muertos
asepsia de la historia de la magia
de una cultura no entendida
razas iguales en eternas divergencias
nosotros que por miedo
a no querer ser nosotros
nos fuimos diluyendo
con ritos que nunca fueron nuestros
y con ellos apagaron nuestros ritos.
Como una cofradía de mentirosos
gente que se oculta entre las túnicas
que habla de un dios matando dioses
como el único rey sobre la tierra
persiguiendo sus miedos en el otro
olvidando que es solo la poesía
la que puede redimirnos de los otros.
¡Que hermoso es el ritual de las verdades!
las que fluyen en el río de la palabra
las que están impregnadas
de nostalgia de pájaros y flores
las que el abuelo de Texcoco nos decía.
En esta respuesta hacia los necios
se construye el monumento de los muertos.
Muchas leyendas para tantos dioses
de nuevo el idiota colapsando al mundo
y como respuesta el mundo rescata sus errores
a pesar de las almas pisoteadas
Cuantos cobardes sin esconder el rostro
cuantos guerreros
y sin querer recuerdo el ser
mi esencia
la parte incrustada en la historia
y viajo con la mente de igual forma
rescato el mito de los blancos
"Atlántida por Donovan"
"el lado salvaje de la calle"
y la abstracción del viaje
la suma del color en muchas épocas
la fusión de las ideas
la música que sin querer renueva
y el fuego que devora los ciclos
el esclavo haciendo arte del lamento
el hijo del desastre naciendo del viento
y soplando el viento las cenizas
el concierto sinfónico del verso
y la música arropando al despojado.
Sin querer me descubro en una sinfonía de quietudes
como compases de espera en el desierto
Ella, la que no es de nadie y todos
la que abraza igual al rico y al sediento
la que impulsa el cambio
y lo trastoca
la que de un bosque hace instrumentos
la de las hadas, las que fue piedra
y sonaja, pero antes voz alargada en el lamento
o el canto sencillo de la vida
la que fue madera y antes canto
y antes solo un coro de ansiedades
alrededor del fuego
la que fue antes del cuento o del relato
ella que ha reunido multitudes
y en una multitud primera se revela
la que siempre ha sido canto mágico
chamánico
que nos hace comprender a la poesía
al hombre
al hombre negro
al blanco
al rojo
al moreno
al hombre arco iris de todos los quebrantos
quien hizo caracoles con el agua
y el agua misma reflejó su canto
como una plegaria de infinitas soledades
la que en ese tiempo el espíritu
se transformó con ella.
Ella la música
la que une y disuelve
la que es acosada por el miedo
la que revela las verdades inconcientes
la que siempre nos rescata
y en ella misma igual que el sonido antes fue palabra
la palabra es ella antes que el signo
como una traza invisible y manifiesta
la que acompaña con su dulce voz a los que saben
y a los que no saben también se les revela
MHG
V
Los pescadores del Hikuri
canción Huichol
Como nuevo peregrinar en el cielo,
buscando palabra
que anude al hermano con la tierra.
Se arma espiral de viento
la que vivifica el arco y tensa su alma
a las huellas del venado-peyote.
Mitología funeraria de los hombres nagual,
los que buscan aparearse con la luna
para poder pasar entre las nubes estrepitosas,
las que vigilan la entrada del infinito saber.
En el peregrinaje a lo desconocido se cosen,
las mas hermosas palabras del desierto
a las plumas de un halcón tornasol.
Sobre el acantilado se eleva
una plegaria para descifrar el lamento de los lobos,
custodios del zaguán de las nubes,
lugar donde moran todas nuestras madres.
Las que surten de gracia y flores
a las espinas de la hondonada.
Con los cánticos de una luz matinal
tensan la cuerda de su arco
al peso del cielo.
Haciéndolo sonar
como un rezo entre las sombras,
antes de la muerte insoslayable del venado azul.
Pues a donde que vaya?
si su morada ha sido desvastada,
si los cantos de los abuelos
se han vuelto polvo en las ventiscas del desierto...
Cuantos silencios vueltos algarabía de la noche,
pasajes sellados por altas celosías labradas con los astros.
haciendo cantar de alegría a los mezquites
y flores silvestres que abren sus colores para morir.
Cantos con los silencios de los ancestros y sus cenizas,
los que enseñan a los acantilados
la visión quemante de Dios.
Ave María, de credos y tolvaneras,
de palmas para tejer la cestería del viento.
Donde se solazan las diosas de las espinas
cuidando la sangre de Hikuri .
|Ave Maria del peregrinaje
que desnuda al horizonte,
para volverlo lucero antes de que se caiga
la mas larga de todas las noches,
la que se guarda en el guaje del gran dador.
W L
VI
La sombra luz del final
Se ha redimido el cuenta a gotas,
la impunidad vitalicia, lo que amalgama la injusticia
con el dolor de los dolores,
y el olvido del olvidar.
En ese peregrinaje de lunas,
descubrimos la ruta del caracol,
la senda que conduce al cáliz de lo sacro,
envuelto en papel estraza y un grito de dolor.
Porque han sido muchas las dolencias;
aguijoneando las salidas, pero no las entradas.
Donde los himnos, con sus Yolotls y flautas de carrizo,
celebran el advenimiento del nuevo resplandor.
Para los que vienen atrás
arrastrando sus pies descalzos sobre otros calendarios;
con la inocencia espesa de la floresta,
cuya esmeralda y semilla de tiempo
germina en las cinco direcciones dignidad.
Es un final escrito con tinta roja,
como la sangre del calamar,
para que coincida contra el olvido y el abandono.
Final de frondosa espera en el camino por caminar,
con algunos instantes como perlas engarzadas
en el relicario de Ixtchel.
Para beneplácito de los siglos
fuimos tejiendo reflejo sobre reflejo en un desierto poblado
de sahuaros y otredades.
Armamos, con estos finales, un espejo donde la luna se asomara
a descubrirse por vez primera bella, de luminosa confitería,
para caer ensimismada en una tropelía celestial.
En un recoveco del río y tundra adormilada
nos reunimos a lavarnos la cara,
para vernos tal cual sin mascaras o inventarios
de vidas anteriores e incógnitas mascaradas.
En ese cónclave de cucuyos y liviandades,
nos dimos mano y palabra blanca.
Descubrimos el Yo en el Tu;
el Tu se hizo un eco de las cañadas.
El Yo fue solo murmullo
en el ático de lo inconmensurable.
Ahí, con la luna atrapada en las aguas del riachuelo,
escuchamos el secreto que los árboles decían.
El rumor de su follaje abría olvidos y mezquindades.
Decían de lo imposible del decir.
Del imposible disfrazado de abedul.
Del Ya Basta con su voz de mimbre y maizal.
Decían, con un espumarajo de silencios, del poder en el verdadero decir.
Decían de la palabra, la que sana, la que redime,
la que vuela a otros cielos y teas encendidas,
la que devela donde mora la palabra blanca; chispa, hoguera, cri-sol.
Decían de poner alas, montañas y pasamontañas a sus hijos
para que sorban de la sangre que recorre
el embrujo de la eternidad.
Ahí, en ese sitio bordado con chaquira y quebranto,
descubrimos un nuevo arroyo serpenteando
hasta escurrirse en un senote sagrado del cielo,
donde, vimos, se fragua un camino
con los altibajos de la sombra-luz
En el ocaso tupido del poema,
cuando nada parece resolverse
surge la respuesta de la lumbre
que en esos secretos del espejo
transforma en humo líquido los versos.
En la parte escondida del lamento
el grito ahogado con notas de silencio
las flores de fuego son crisálidas de tiempo,
mensajeras de la lluvia de luciérnagas
brujas que no revelan sus misterios
respuestas de infortunio
y cardumen de letras en espera.
El poema nacido de los números
gestado en la lógica del metro
sigue siendo silogismo de la nada,
existencia mientras dure el pensamiento.
Los puntos cardinales de una estrella
son cascadas de nubes de colores
pájaros recordando el infinito
horizontes de luz en el murmullo.
En la parte misteriosa de la noche
la oscuridad se aposenta entre suspiros
ventanas desdobladas en rutina
visitas taciturnas del destino
y un zurcido invisible de plegarias.
En las redes que fueron perforadas
el espíritu del brujo nos reclama
la historia en concreto nos señala
y las piedras del tiempo nos aguardan.
En el miedo por el trance del humito
la parálisis cobra las facturas
la memoria se agacha y se delata
el encuentro no tiene escapatoria.
En los grifos, los símbolos, los versos,
la parte escrita que no pudieron borrar,
la caravana de quejas, la desgracia,
el ser que se mutila con la sombra,
y este eclecticismo manifiesto
el desgarre del telar
el sueño tejiendo mariposas
el momento que el sediento
tiene miedo
el ocaso transformado en verbo
el viejo brujo agazapado
al acecho del encuentro
el mundo encerrado dentro de un cuarto
el canto del Nahual
la conciencia,
exigen la porción de tornasoles
la dieta del espíritu y la carne
el cuerpo entregado al sacrificio
la ausencia de sal
mujeres bellas
el sacrificio.
Por miles de nosotros moriremos
y seremos ungidos monumentos,
romperemos las verdades asimétricas
que en cuentas de colores y de espejos
nos fueron ocultadas.
En la parte profunda de la selva
en la sierra
en los grandes cinturones cósmicos.
Un solo pensamiento se evapora
Y es difícil detenerlo con el tiempo.
Hoy solo contamos con los muertos
Y cuatro tecuhtlis del silencio.
En sus rezos se dispara el infinito. (M. H.)
II
El cónclave del designio
Quizás algún desparpajado designio,
con mano de orfebre
tejió con su filigrana de sal,
un motivo salteador de caminos, romancero con la flor.
Para crear el rito que corresponde.
El que acecha desde el acecho
y lanza al aire un conjuro
para que aparezca la palabra.
Ceremonial de cruces en el destino,
brocadura de saldos divinos,
fuego que no muere para nacer.
En el cónclave de salmos y abrevaderos,
barajamos un póker de lunas ya ancianas.
Para que Ixchel emergiera del espejo
como luna nueva ante el beneplácito de la primera noche.
En esa cofradía de tantas distancias, ayeres
y despedidas, tantos días con apariencia de nuevos
amontonados en la alacena.
sufrimos del alucine bárbaro, con semblanza de octubre,
porte de Marte con escudo y espada.
Herimos de primavera la oración
para que se diga diciendo y diciéndose digamos.
Soy bajo el ara bautismal lo siempre finito.
Yo me sumo al vuelo nocturno del águila,
para ver los tiempos remotos y venideros
agazapados en una piedra de cuarzo.
Cofradía de almas en pena con sus campanas al viento
para llamar a la muerte y presida el ceremonial
Soledades y ambages.
Luz finita de armónicos finales sin final,
umbrales de otros crucigramas
en el laberinto de la oscuridad.
Caballeros sol con las armas para atrapar a la noche,
para cantar al unísono y desde diversas brasas y lechos,
el conjuro que asoma desde el encaje del infinito.
El que se ríe con flores de octubre,
el que se incendia en una claridad
que despierta a las aves de fuego
y descifra las sombras que la luna colocó
por algún motivo bajo las rocas.
Un camino con corazón de azahar.
W L
Intermedio
Ella la que engendra vida
En las cuatro regiones de la Historia
hay un vigilante de los ritos
para ser protegidos del tirano,
en una procesión de la palabra
son resguardados por una santa cofradía.
El pensamiento diluido en mil dialectos
ha divido al ser de si mismo
y solo en el espacio sagrado de los dioses
en el tiempo mágico del sueño
así mismo se ha ido incorporando.
es Ometeótl quien esconde el fuego nuevo
y en otras ocasiones lo destruye
hace crecer a la tierra de la nada
y a la nada regresa cinco veces.
Ella la que engendra vida
Él quien la concibe,
quien gobierna
en las cósmicas regiones.
En cada una de ellas, cuatro
sacerdotes resguardando el fuego
Tezcatlipoca cuatro veces dividido
en las cuatro edades del mundo
antes del mundo.
Has sangrado tu pene quetzalcóatl
para hacer nacer a quien merece
para dar significado a tus hermanos.
Si ellos se inmolaron en la noche
para poder crear al mundo conocido
ellos en otra parte de la historia
requirieron alimento en su sustento.
Es el tonalli lo mismo que el destino
el horóscopo guardado por los dioses
es el destino final de la leyenda
que el hombre,
el que merece,
se encuentra dibujado entre los grafos.
En esa región del Sotavento
en un lugar del Soconusco
en la parte sagrada de Tollocan,
el centro del mundo
en Zempoala,
con los ríos de mariposas
o en la tierra del venado,
reescriben los secretos con el humo
se refleja el espejo en la palabra
cantan las flores su peregrinaje
abordan la barca del intento
destruyen armazones de occidente
habla el colibrí, la iguana, el armadillo,
el ocelote vigila el sueño
Tloque Nahuaque ronda entre las piedras
el Nahual es liberado por los dioses,
esa magia del canto en cuatro versos
cuatro puntos cardinales en el centro
un punto cósmico de encuentro
atardeceres de culebras y aves muertas
serpiente devorada por el águila
símbolo del poder de los ancestros
presencia interminable del encanto
intención de galaxias colapsadas,
secretos resguardados por el brujo
en cuatro elementos interpuestos
conjuros que brotan del que hace versos
del que danza
del que llueve
del que sueña
del que puede dialogar con las estrellas,
con las plantas
con el pájaro quebrando el universo,
el que ya venció a la muerte
muriendo cinco veces en el centro de la luna
abajo al Sur: el maya, el mixteco,
en los brazos del vigía,
a los lados de su cuerpo
está el huichol,
el huasteco y totonaca al otro lado,
al Norte el gran señor de los espejos
y el nahua y el tolteco al Centro
y al centro del Centro:
Teotihuacan de noche,
ciudad de Dioses muertos. (MHG)
III
Soñadores y Ensoñadores
Viricota,Viricota
quién sabe por qué
lloran las rosas
Quién podría decirlo?
Quién podría adivinarlo?
Viricota, Viricota
quién sabe por qué
lloran las rosas.
Canción del venado azul
Dice el Naurrari, el que tiene la palabra sagrada,
como en el mar se pierden las huellas
del venado azul,
su sacralización y mortaja
hasta el ultimo siglo venidero.
Dice de los sahumerios
para purificar los pecados,
para alimentar las nubes viajeras
y puedan regresar.
Pregunta y se responde
con el silencio de sus montañas,
seres convertidos en rocas y acantilados,
altas hondonadas veneradas por los ocotes y,
como piedras preciosas,
las hojas rojas de los robles.
Salio del mar, del mar, pasó
y detrás del mar
vinieron todos los dioses.
Dice el Naurrari, el que teje con palabras de amaneceres,
que el sacrificio nocturnal a Tateuari, el abuelo del fuego,
es para que el hombre siga caminando
para que el hijo de su hijo y de Tatei Aramara,
la diosa de todas las aguas
puedan llorar con todos sus riachuelos y anchos mares,
y logre enfriar el fuego iracundo de Tateuari.
Dice, con su violín labrado con las mil almas
y el cuero azul del peyote.
Dice de los hechizos del viento, donde viajan algunos muertos
y enfermedades.
Día de santiguarse, dice y con su bule de encantamientos
hace que pasen los vendavales, los delirios,
para que nos dejen en paz.
los dioses están hablando,
si, los dioses nos hablan
y nadie es capaz de entenderlos
Naurrari el que dice de los sueños,
el que engarza en un rayo de luz
una danza de sombras.
Las que interpretan lo que los dioses
dicen del porvenir,
las que dicen del decir de lo sagrado.
Naurrari ve mirando un ver,
que se mira dejando de ver.
Canta a las flores del abismo
para que ofrezcan a Aramara
la fiesta del esquite.
Para que el ensueño de ser
sea fuego en el calihuey.
Canta para que dancen las diosas del agua,
para que los muvieris sean las sonajas
de la alegría,
donde se purifiquen las vidas anteriores,
los pecados que no se logran desamarrar,
las vidas de otros muertos
mitad sueño, mitad rumor.
más he aquí que se ve la flecha
clavada en el centro del itari
y la flecha entiende
el mensaje de los dioses.
Dice Naurrari de los dioses bastones,
los que se plantan en el vientre de la madre
para que nazcan biznagas, serpientes
y la lluvia del norte, la lluvia amiga
la que sopla sobre las semillas
y las vuelve sortilegio
en los cantiles y barrancos.
Tawerrika, el padre sol, atestigua la tristeza tan alegre
de sus hijos, los que sueñan con la canción
que los llevara muy lejos de este mundo,
los que sienten el murmullo luminoso
en el resoplar del venado azul.
Tawerrika, desde el cielo, envía en sus rayos de luz
una respuesta de desierto y hondonada.
Enciende a Viricota como respuesta al sacrificio,
al peregrinaje de sus hijos.
embarrando toda la aridez
con luz ambarina, el alo de lo sacro.
Dijeron los dioses:
Wiwatzirra fue la cuna del venado
y será su mortaja porque allí lo tendrán
cuando lo maten en la sierra.
IV
2 de octubre
En mi país, qué tristeza,
la pobreza y el rencor. (A. Z.)
Hoy con el aguacero de estrellas silenciosas
en el lento proceso de la resurrección
en las tonalidades de una combinación de melodías
con los recuerdos que brotan al ritmo de las vísceras
y de las largas caminatas por la sierra
cuando la esperanza había florecido
en medio de una fiesta en que los ladinos
fueron bautizados con el agua de las leyendas
y muchos cambiaron el color de su piel
tratando de pertenecer al recinto de los dioses,
se les permitió visitar la galería de colores
que iluminaban la quietud del mausoleo
pero ellos nunca despertaron.
Necesitaban más que intentos
de rompimientos
mas que meditaciones
alrededor del Buda
mas que la revolución de las flores
y saltar al otro lado tranquilo del evento.
No era misterio escondido en el silencio
Este se encontraba resuelto
en la parte dormida de los sueños
había que despertarlo;
la princesa sacrificada en el mes de octubre
junto con los cómplices inconcientes de la sangre
apenas sacudió el recuerdo
y el tallo de su flor bendecida por ellos
pudo moverse.
En esta noche de brujos
de cofradías secretas
de reuniones en los 4 puntos del desierto
para que el centro viva
y el fuego purifique
y brote nuevamente la flor
y el abuelo cante
y el hombre nazca donde siempre
otra vez más,
En esta sinfonía de soledades
el decreto manifiesto del poema
dibujado con la memoria escrita
e imaginada en los viajes del alma
por el mundo de los muertos
aunado al conjuro de los invisibles
los que ven
los que acechan
los que han deshecho el nudo impuesto
por la historia que nos impusieron
los que han sido
los que siguen
a pesar del desconsuelo
y los que han muerto
los que son fantasmas
los que no hablan
los que no se dejan ver.
Han tenido que aliarse con el mundo
para detenerlo en un instante
y en ese instante entrar al tiempo
zarandearlo
pero es en vano,
los ruidos de la nada que produce
la sonaja del silencio
no son del todo suficientes,
acaso necesarios.
En esta cofradía del silencio
en esta cofradía de la palabra
en que el poema se gesta en la distancia
y los cuatro vigilantes de los sueños
aparecen como cuatro interrogantes
cuatro siglos de cambios detenidos
cuatro movimientos de las letras
cuatro estaciones de los muertos
cuatrocientos años de garrote
y en el centro:
cuatro décadas de historia que nos marcan.
No olvidamos la muerte de los muertos
la implacable matanza de los indios
la cárcel que hicieron de los versos
las mentiras disfrazadas de verdades.
En estos tiempos,
a cuatro veces que el cometa nos señala
como esa profecía de los nuestros
no es cierto que todo esté resuelto
ni que el hombre de la pipa no sea honesto.
A tantos años de conciencia en este intento
Que el cosmos me define en una plaza
Tres culturas
Tres astros
Tres verdades
encima del sagrado templo de los tiempos,
solo hay una rabia contenida en estos sueños.
Intentos cosmogónicos,
Intentos en el punto de encaje
del intento
festivales que se parecen al día de muertos
asepsia de la historia de la magia
de una cultura no entendida
razas iguales en eternas divergencias
nosotros que por miedo
a no querer ser nosotros
nos fuimos diluyendo
con ritos que nunca fueron nuestros
y con ellos apagaron nuestros ritos.
Como una cofradía de mentirosos
gente que se oculta entre las túnicas
que habla de un dios matando dioses
como el único rey sobre la tierra
persiguiendo sus miedos en el otro
olvidando que es solo la poesía
la que puede redimirnos de los otros.
¡Que hermoso es el ritual de las verdades!
las que fluyen en el río de la palabra
las que están impregnadas
de nostalgia de pájaros y flores
las que el abuelo de Texcoco nos decía.
En esta respuesta hacia los necios
se construye el monumento de los muertos.
Muchas leyendas para tantos dioses
de nuevo el idiota colapsando al mundo
y como respuesta el mundo rescata sus errores
a pesar de las almas pisoteadas
Cuantos cobardes sin esconder el rostro
cuantos guerreros
y sin querer recuerdo el ser
mi esencia
la parte incrustada en la historia
y viajo con la mente de igual forma
rescato el mito de los blancos
"Atlántida por Donovan"
"el lado salvaje de la calle"
y la abstracción del viaje
la suma del color en muchas épocas
la fusión de las ideas
la música que sin querer renueva
y el fuego que devora los ciclos
el esclavo haciendo arte del lamento
el hijo del desastre naciendo del viento
y soplando el viento las cenizas
el concierto sinfónico del verso
y la música arropando al despojado.
Sin querer me descubro en una sinfonía de quietudes
como compases de espera en el desierto
Ella, la que no es de nadie y todos
la que abraza igual al rico y al sediento
la que impulsa el cambio
y lo trastoca
la que de un bosque hace instrumentos
la de las hadas, las que fue piedra
y sonaja, pero antes voz alargada en el lamento
o el canto sencillo de la vida
la que fue madera y antes canto
y antes solo un coro de ansiedades
alrededor del fuego
la que fue antes del cuento o del relato
ella que ha reunido multitudes
y en una multitud primera se revela
la que siempre ha sido canto mágico
chamánico
que nos hace comprender a la poesía
al hombre
al hombre negro
al blanco
al rojo
al moreno
al hombre arco iris de todos los quebrantos
quien hizo caracoles con el agua
y el agua misma reflejó su canto
como una plegaria de infinitas soledades
la que en ese tiempo el espíritu
se transformó con ella.
Ella la música
la que une y disuelve
la que es acosada por el miedo
la que revela las verdades inconcientes
la que siempre nos rescata
y en ella misma igual que el sonido antes fue palabra
la palabra es ella antes que el signo
como una traza invisible y manifiesta
la que acompaña con su dulce voz a los que saben
y a los que no saben también se les revela
MHG
V
Los pescadores del Hikuri
canción Huichol
Como nuevo peregrinar en el cielo,
buscando palabra
que anude al hermano con la tierra.
Se arma espiral de viento
la que vivifica el arco y tensa su alma
a las huellas del venado-peyote.
Mitología funeraria de los hombres nagual,
los que buscan aparearse con la luna
para poder pasar entre las nubes estrepitosas,
las que vigilan la entrada del infinito saber.
En el peregrinaje a lo desconocido se cosen,
las mas hermosas palabras del desierto
a las plumas de un halcón tornasol.
Sobre el acantilado se eleva
una plegaria para descifrar el lamento de los lobos,
custodios del zaguán de las nubes,
lugar donde moran todas nuestras madres.
Las que surten de gracia y flores
a las espinas de la hondonada.
Con los cánticos de una luz matinal
tensan la cuerda de su arco
al peso del cielo.
Haciéndolo sonar
como un rezo entre las sombras,
antes de la muerte insoslayable del venado azul.
Pues a donde que vaya?
si su morada ha sido desvastada,
si los cantos de los abuelos
se han vuelto polvo en las ventiscas del desierto...
Cuantos silencios vueltos algarabía de la noche,
pasajes sellados por altas celosías labradas con los astros.
haciendo cantar de alegría a los mezquites
y flores silvestres que abren sus colores para morir.
Cantos con los silencios de los ancestros y sus cenizas,
los que enseñan a los acantilados
la visión quemante de Dios.
Ave María, de credos y tolvaneras,
de palmas para tejer la cestería del viento.
Donde se solazan las diosas de las espinas
cuidando la sangre de Hikuri .
|Ave Maria del peregrinaje
que desnuda al horizonte,
para volverlo lucero antes de que se caiga
la mas larga de todas las noches,
la que se guarda en el guaje del gran dador.
W L
VI
La sombra luz del final
Se ha redimido el cuenta a gotas,
la impunidad vitalicia, lo que amalgama la injusticia
con el dolor de los dolores,
y el olvido del olvidar.
En ese peregrinaje de lunas,
descubrimos la ruta del caracol,
la senda que conduce al cáliz de lo sacro,
envuelto en papel estraza y un grito de dolor.
Porque han sido muchas las dolencias;
aguijoneando las salidas, pero no las entradas.
Donde los himnos, con sus Yolotls y flautas de carrizo,
celebran el advenimiento del nuevo resplandor.
Para los que vienen atrás
arrastrando sus pies descalzos sobre otros calendarios;
con la inocencia espesa de la floresta,
cuya esmeralda y semilla de tiempo
germina en las cinco direcciones dignidad.
Es un final escrito con tinta roja,
como la sangre del calamar,
para que coincida contra el olvido y el abandono.
Final de frondosa espera en el camino por caminar,
con algunos instantes como perlas engarzadas
en el relicario de Ixtchel.
Para beneplácito de los siglos
fuimos tejiendo reflejo sobre reflejo en un desierto poblado
de sahuaros y otredades.
Armamos, con estos finales, un espejo donde la luna se asomara
a descubrirse por vez primera bella, de luminosa confitería,
para caer ensimismada en una tropelía celestial.
En un recoveco del río y tundra adormilada
nos reunimos a lavarnos la cara,
para vernos tal cual sin mascaras o inventarios
de vidas anteriores e incógnitas mascaradas.
En ese cónclave de cucuyos y liviandades,
nos dimos mano y palabra blanca.
Descubrimos el Yo en el Tu;
el Tu se hizo un eco de las cañadas.
El Yo fue solo murmullo
en el ático de lo inconmensurable.
Ahí, con la luna atrapada en las aguas del riachuelo,
escuchamos el secreto que los árboles decían.
El rumor de su follaje abría olvidos y mezquindades.
Decían de lo imposible del decir.
Del imposible disfrazado de abedul.
Del Ya Basta con su voz de mimbre y maizal.
Decían, con un espumarajo de silencios, del poder en el verdadero decir.
Decían de la palabra, la que sana, la que redime,
la que vuela a otros cielos y teas encendidas,
la que devela donde mora la palabra blanca; chispa, hoguera, cri-sol.
Decían de poner alas, montañas y pasamontañas a sus hijos
para que sorban de la sangre que recorre
el embrujo de la eternidad.
Ahí, en ese sitio bordado con chaquira y quebranto,
descubrimos un nuevo arroyo serpenteando
hasta escurrirse en un senote sagrado del cielo,
donde, vimos, se fragua un camino
con los altibajos de la sombra-luz
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