Quiero pensar que otras canciones
que los años vuelven viejas
y de tanto cantarse siguen frescas
me regresen a esos tiempos de cedros
cipreses, laureles en la frente
y caballos en el viento persiguiendo
heliotropos, azucenas y mujeres. Tristeza I
Yo no sé si
es la poesía, el sentimiento o las dos cosas
que me
empujan a buscar el verso para escapar
de esta
terrible sensación de peces muertos,
en el
silencio dibujado de sus grafías o en la imagen
que se viste
de colores vespertinos por el tráfico
y se cuela en el balcón junto a un sonido eléctrico
de grillos autómatas
que le dan forma al vacío,
en este
sórdido momento que atraviesa mi mente
con ese olor
de despedidas y adioses sin retornos
al viaje interno
por las oscuros países que me habitan
en las
fronteras de la soledad y la melancolía,
ama de
llaves eficaz de todos mis estados de
ánimo
residentes
de mi cuerpo desde hace varios años.
De repente
hay días, meses, donde me visita la esperanza,
El presagio
y la complicidad y el rostro de la casa cambia,
es un efecto
de estación de primavera que el tren arrastra
el vagón de soles y pájaros que inundan los silencios
que se forman
en las espesas distancias de lo insólito.
Entonces me
descubro vestido de colores brillantes
y ya no
importan los achaques de los vecinos o sus lamentos.
Sin embargo
esos días se evaporan y solo el recuerdo los teje
para cubrir
la melancolía de un frío perenne de lunas invisibles
cuando se
escucha esa terrible sonata de ausencias y de olvidos
por esta
tarde solitaria que en otros momentos sería placentera,
vaivén de
hamaca en el portal enfrente de los palos de guayabo,
reposo de
pájaros después de una mañana de gusanos y chicharras.
Solo el
lejano ruido de los autos y una sirena intermitente
como presagio de
la muerte de un sentimiento que no dio a luz,
ese profundo
dolor como fantasma que deambula por mi piel
en lugar
de un mediodía de domingo en la plaza de
Coyoacán
tu y yo
tomados de la mano y tu otra mano tocando el corazón
y atrás la
historia, la catedral del franciscano y
la palabra amor
que entre
cruces, espadas, colores de otros mares, contradicciones,
simbolizan un
pasado, como el nuestro, que nunca pudo darse
solo el
encono en la palabra, la fuerza bestial que tiene un signo
una coma, un
silogismo que encriptado desciframos a destiempo,
un verbo sin
tiempo ni pronombres estático y por lo
tanto infinitivo.
Es la poesía, el sentimiento y la bondad y ese amor que se siente cuando la vida nos pide algo más que el canto y el llanto para plasmar las emociones y desnudar los sentimientos cuando el sentir del corazón pide el desnudo de un verso sin pudor ni distancias.
ResponderEliminarAmanecí en tus brazos/vida mía/con aroma a tu sexo y un latir sofocado del corazón amado.
Que bello comentario querida amiga.
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