Estoy solo,
desmenuzando viejas notas que nos enviamos en esta primavera de desconciertos
sincronizados por la distancia, territorio de nuestras
complicidades, ahora camposanto sin
tumbas, palabras muertas.
Quedan
los epitafios de frases viajeras de un punto a otro en este continente donde tú y yo, nos reuníamos por instantes, amorosos, en un continuo inicio, con un reloj que nunca
marcó las horas de los momentos donde debíamos
esperarnos.
En esta lluvia
de tarde melancólica se cuela el sonido de tu ausencia con húmedos recuerdos que se juntan: tus huesos y tu
sangre, nuestras bocas en un tiempo cubierto de pájaros y amaneceres, de
temblores mutuos y dolidos silencios.
Entre la
sensación agridulce del vino que me recuerda el tamarindo y el
otoño, me atrapa el verano de nuestras soledades.
Pero estamos
aquí, presos de alguna forma en este lugar inexistente y mágico, donde los espejos se desplazan como cisnes refinados en el lago de las diferencias, entre los puntos inequívocos del discurso interrumpido y
divergente, por esas notas sin corchetes y oración sin predicado.
Solo (Yo) el sujeto aferrado
a la permanencia
de tus besos,
como un marinero
de Odiseo,
atraído
por el canto de sirenas,
sigue
hechizado por tus labios.
Tus versos entre solitarios y enamorados, siempre...con ese enigmático reloj que nunca marca esas horas. Hermoso! texto y música. Felicitaciones y besos, amigo.
ResponderEliminarGracias Beatriz, por pasar a mis letras...abrazos!
EliminarAlguna vez leí por ahí,"los poemas son botellas al mar que por ahí llegan a la playa de un alma", algunas veces son aplicables. Este es un caso de ellos. Un saludo afectuoso Modes/tito.
ResponderEliminarDe tu cuais, Kiko.
Saludos! Gracias por tu visita
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