Busco sin
encontrar, escribo a solas
no hay nadie,
cae el día, cae el año
caigo con el instante,
caigo a fondo
invisible camino
sobre espejos
que repiten mi
imagen disfrazada,... Octavio Paz, Piedra de Sol.
I
Tarde
de lluvia
“lluvia
que me pone triste”
me decías
lluvia
que recuerda mi tristeza,
lluvia
que moja mis estados de ánimo
que me
obliga a escribir
mi
propia muerte dentro de tu mente
me
obliga a recordar y hacer morir
todo
instante transcurrido
como un
río de peces y de piedras
como
una solo flor que se
prolonga
en un cuarto envidiado
por
todas mis criaturas.
Lluvia
de aceras caminadas
de
ventanas que vigilan mis ideas
y me
hacen recordar las mariposas.
Lluvia
de mujer, vientre de lluvia
senos
de lluvia, besos de lluvia
miradas
de agua que recuerdan el diluvio
cascada
que me inunda
y
suavemente va cubriendo
tu piel
de agua
a tus
ciudades
de
noches
y
de
tardes
que
visten tu desnudez de ideas
abolidas
por un millón de hombres
Regreso a tu mirada de agua
que
puede ser de fuego
Me
olvido del diluvio
y te
veo
desnuda
sin
ropaje de hace siglos
dándole
luz al cuarto oscuro
navegando
entre abrazos y cinturas,
tu piel
de risa
tu piel
de terciopelo arrebatado
de
niños y de tierra
piel de
pan, de hambre y sed
Tu piel
despojada de todos los disfraces
de
monjas y de curas
tu piel
de calles
y de
ríos
de
puerta y árbol
presagio
verde de manzanas.
Beso tus dedos
suavemente
deposito
un
tiempo cristalino en tus nudillos arrugados.
Cierro
los ojos, escucho voces y risas,
un poco
más distante escucho música
pero en ese momento ya no hay nadie
te
llevo de mi boca entre tus dedos
a un
beso que son los besos otros
los
otros tiempos
las
otras veces
Abro
los ojos despierto de
un
tiempo engullido por si mismo
un
tiempo de agua
de
corta cabellera.
Salgo
de mí
Busco
por fuera para encontrarte
y en un
diluvio epistolario
me
olvido de todos mis reproches
mi amor
de polvo
de
sangre seca
mi amor
que se estaciona entre las piedras
se moja
de palabras
se
libera de viejas soledades
y ellas
dibujan con mentiras
tu
libertad encadenada
tu
lucha de agua que no es fuego
y
comienza a bautizar con otros nombres
tu desidia
tu
apatía.
Estás
dormida
deposito
lentamente mis besos en tu espalda
me
sumerjo por tu cuello y por tus senos
cierro
los ojos y te imagino Alicia niña
en el
espejo viejo
el que
solo devuelve imágenes de Historia.
rompo
el cristal me desintegro y no
soy
nada sólo puntos que se posan
en tu
espalda
puntos
que poco a poco va secando el agua
puntos
de llama
puntos
de piedra y crisantemos blancos
que se
van desmenuzando
entre
tu sueño.
Estoy
dentro de ti
navego
por parajes solitarios.
Aquí no
llueve sólo hay un plano
sumergido
no
somos tú.
II
Desde
la tumba del amor
con una
lápida de estrellas
y un
firmamento reducido
lanzo
una plegaria de rabia congelada
un
huracán de palabras que se apagan
toda mi
colección de verbos silenciados.
Desde
la muerte del ayer incierto
rescato
a la mañana herida
de
alguna forma por una tierra estéril.
Desde
la tumba del amor
en esa
tierra
nace
una flor negra
que no
es de ayer ni de mañana
una
flor de roca y piedra
tan
sólo indica el tallo
que no
es ni pan ni árbol . . .
que
allí
en esa
tierra ignota
disfrazada
de plantas instantáneas
en esa
tierra poblada de fantasmas
surcada
de historias repetidas
también
fue sepultado el verbo
la
canción y la batalla
Hago
memoria y llegan a mí
las
flores del presente eterno
las
mariposas del tiempo
los
pájaros que brotaban de tu boca,
los
peces que se resbalaban
por tus
manos
voy más
allá
regreso
al instante
en que
fuiste puerta y árbol
Presagio
verde de manzanas
geografía
de ciudades habitadas
continente
rojinegro de batallas diarias
sal de
pueblo
bandera
de infinitos
busco
dentro de mí para encontrarte
paseo
por las oscuras galerías de mi cuerpo
hago
recuento de todos los que fueron
y
pienso en Quetzalcóatl
el dios
perdido y derrotado
al
convertirse en hombre
Prometeo
el ladrón
cien
veces muerto en vida
pagando
su pecado
Sócrates
mismo
Jesús el
hombre
(el que
tanto se escuchaba
entre
comillas por tu casa)
vendido
por el que no pudo resistir la oferta.
Regreso
a un cuarto liso
sin
ventanas
donde
ayer sólo se hablaba
de planetas y en el cabía
toda tu imponente arquitectura
tu sexo cósmico
tu
monte trasurbano y majestuoso
tus
colinas sumergidas en la palma
de mi
mano
toda tu
alma revestida de poros incesantes
tu
espalda de agua perdida entre mis dedos
tu
ombligo
profundo
cráter donde
cabe el
universo
Y todos
tus mundos
toda tu
historia
todos
tus dioses
eran
ahogados por el verbo
que se
hizo grito y agua
mar
profundo como un pájaro
Y sin
embargo ahora
haciendo
el recuento del pasado
encontrando
todos aquellos sentimientos idos
pronunciando
la palabra libertad sin nombre
bautizando
a todas las ciudades conquistadas
después
de tantos sitios
de
tantos parlamentos y combates
de
haber roto con Dios
con la Piedra de Sol
con
todas las canciones de los hombres
después
de haber ganado el pan
la
poesía la misma noche
ahora
después
de tantos sueños
y otros
despertares
en este
instante
que no
es el tiempo pétreo
sino la
nada
de la
que algunas
veces
salen flores y los últimos combates
me
pregunto
una y
mil veces me pregunto
si
habrá tenido caso seguir
coqueteando
con la historia
de
haberse asomado al orificio
de
penetrar el infinito
de
haber sentido luz
en
aquel montículo nocturno
Hoy en
los momentos de proceso
y
retroceso buscando la cerebral
respuesta
a no
tener impulso de buscarte
a no
desear rescatarme
atravesar
esa loca aventura
de una
tierra habitada por fantasmas
de
esperar noche tras noche
tu
mediodía de campanas mudas
la
reparación de un reloj
de
maquinaria gregoriana
Busco
busco tan solo una
respuesta
incontestable
un
planteamiento “ilógico” de Einstein
una justificación de la vejez
las
reglas del juego en un
tablero
de ajedrez
el
juego de dados en un tapete
inmenso
y negro
todos
los universos en que nos encontramos
aquella
luz que no es de sol ni luna
una
frase
una
mirada extraviada
en el
espejo
una
imagen
una
nota
un
cuento
un
verso congelado
busco
sin perderme hasta encontrarte
ciego
atado
de manos
con un jardín
de piedras sepultando
todos
mis estados de ánimo.
III
Después
de muchas espirales
varios laberintos
en la noche
me
alejo mas del punto
me alejo mas de ti como
un
sueño sin montañas
Te veo
dentro
de un plano sumergido
busco
entre los vidrios y el diamante
en una
copa de cristal
busco
en el agua transparente
mi
retrato
mi
verdadera faz
mi
muerte obligatoria
camino
entre sarcófagos y cirios
las
flamas y tu rostro
se van
multiplicando.
La flor
negra
testigo
mudo
de
sábanas y almohada
flor-ombligo
flor-vientre
flor-pan
endurecido por los días
flor
petrificada por cuentos de fantasmas
flor
verídica que alguna vez fue historia
flor de
lenguas . . . y de bocas
flor de
peces muertos
flor de
polvo más viejo
que la Biblia
flor
resurrección
flor
pasado
flor y
canto de sirenas
que se
quedo en la Ilíada
mirada
que se mira
en la
mirada de Argos
flor
medusa
que
algunas veces fueron
Ulises
y Penélope
flor de
Cíclope y de nadie
mi yo
despreciado
por tu
espalda
tu
mismo vientre generando rebeldía
Una
larga espera
cuántos
días
cuántos
aparadores y calles
que
apantallan a lo más
profundo
de tu cuerpo
cuánto
tumulto de campanas sordas
de
gritos
de
niños ahogados en la nada
Sin
embargo el universo
prosigue
su canto hidrogenoide
las
nubes siguen dibujando
su
leyenda
el
viejo avanza sin premura
hacia
la muerte
la
estrella por secarse
los
ríos por llegar al mar
es
cierto
aquí no
pasa nada.
1981 del libro La ciudad de los soles nocturnos
Modesto, todos tus versos me han gustado, hasta emocionado diría...pero con la estrofa final me siento identificada...totalmente.Cariños...saludos.
ResponderEliminarBeatriz, doble emoción hay que tiene el autor y lo que me comentas como lectora y poeta que eres querida amiga, porque pudo el poema, provocar esos sentimientos. Un abrazo afectuoso querida amiga.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTambién lo fue para mi, querida amiga pero el acontecimiento tuyo fue increible... Felicidades
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