Eso
lo sé... lo he sabido,
lo
sabemos,
somos
la catedral de cada uno
donde
oficiamos nuestros ritos solitarios en comunión (MHG)
Tengo una necesidad muy
fuerte de escribir, cuando estoy en la
lectura de ensayos y poemas sobre lo mismo, pero es verdad: Si lees, escribes y
mientras más lees, menos escribes; ahora mismo, con el libro abierto en un
poema de Antonio Del Toro, me impide el ansia de la pluma entre mis dedos poder
terminar esa lectura.
Si alguien me preguntara
para qué escribo, cual es la causa principal de este vicio insostenible que
algún día me encontrará con la muerte entre las letras, no sabría que
contestarle.
Pudo ser una necesidad
que en el momento de nacer a la lectura, se me fue impuesta la escritura.
Algunos dirán que escriben
para dar a conocer sus mundos interiores o los paisajes que sus ojos y su andar
han recorrido en el transcurso de sus vidas.
Otros dirán: “Ese es mi
oficio, con ello me gano el pan de cada día; soy periodista, guionista,
novelista y a veces por contrato, soy escritor parcial de medio día”; pero
tampoco creo que esa sea la razón, me he ganado veinte pesos solamente para
escribir un texto por encargo y eso es como un asteroide en un cúmulo de estrellas.
Algunos desean
comunicarse con el alma de los “otros” (dicen), construir un puente de luz
imaginaria donde el verbo es quien impone el ritmo.
A lo mejor en ocasiones
muy contadas así he sentido.
Resulta que el tedio o
si prefieren llamarle ocio, vagancia, no hacer nada ni pensar con objetivos,
sea la causa principal de esta necesidad de sentarme en un café, leer un rato y
después abrir el cuaderno y anotar las tantas cosas que se me vienen a caudales
como un río desbordado de su cauce, arrastrando con palabras lo que a su paso
encuentre.
El escribir, dicen
muchos, es un oficio que requiere de talento,
trabajo y es como todo:
Comenzar en la primaria
escribiendo lo que se hizo en vacaciones y después leer a todo el grupo y si se
ignoran las burlas, la indiferencia, sentirse satisfecho de haber plasmado con
los símbolos, las acciones y los días
que fueron especiales; es el inicio.
Para escribir, es
cierto, hay que aprender, pero tampoco eso es importante.
No una vez, tan solo, me
he quedado fascinado cuando escucho las historias de un anciano, un hombre con
la carga de los años y los días;
hacernos viajar con sus palabras. Esa, es otra forma de leer cuentos,
historias, poesía, también es otra forma de escribir.
Para escribir tampoco es
cierto que hay que vivir en varias partes o salir para encontrar a las historias.
Tan es un mito como Rimbaud vivió muy poco y con cincuenta años Monsiváis
atraviesa el océano por primera vez por mencionar a dos escritores que más
admiro.
Ambas verdades son del
mismo lado, leer es la simbiosis, no hay salida a mi pregunta, sin embargo la
respuesta es mágica, va más allá de la causa esencial de la pluma o el teclado
entre mis dedos.
Yo escribo porque un día
me encontré con la poesía, quizá fue la novela quien me condujo a ella o la poesía misma me condujo a la
novela y aparte de ello: los mitos, las leyendas, los fantasmas que las viejas
del pueblo nos contaban. Primero fue la abuela (algún día lo escribí) y a la
par, las historias de piratas y otros
dioses, de locos viajando hasta la parte mas lejana de planeta para encontrar
un vellocino mágico, o pelear con una Hidra, un minotauro, o contestarle a una
esfinge su pegunta sobre el destino de ser hombre.
Escribo para pensar que
un día pueda sacar de mí todas esas historias que llenaron mi alma como el
maíz, el buche de una gallina. Para salvar ciudades inundadas o quemadas y
muchas historias de amor que se quedaron agonizando en alguna de ellas. Escribo
para que la geografía sea borrada y no aparezcan tantas capitales ni naciones.
Escribo porque el ser que habita en mi, se encuentra aprisionado entre murallas,
ciudades habitadas, pueblos fantasmas, seres de otros mundos, o de otros
tiempos, continentes extinguidos que siguen sepultados en mi cuerpo y porque me
percato que también dentro de mí, se encuentran el universo y Dios y el Diablo
y todos los ángeles de eso que llamamos cielo, las mujeres más sensuales y
amorosas y también los hombres más tristes del planeta.
También escribo porque
hay miles de niños dentro de mí que quieren escapar de su destino y muchas
culturas diferentes, adorando un sinfín de entidades igualmente diferentes.
Escribo para exorcizar dentro de mí los males que le aquejan a la tierra y que
si no me hubiera detenido a pensar que están también en mí, tampoco hubiera
sido yo este que escribe, sino el reflejo de otro ser que para mi punto de
vista en este instante de igual forma escribe.
Escribo por todas las mentiras
y todas las verdades que han pasado por mis ojos y son tan parecidas que hay
que describir con precisión cada uno de sus símbolos.
Es cierto, por eso
escribo, soy una minúscula parte de la vida de igual forma de la muerte,
donde a veces me rescato de otras vidas
y muertes que pueblan mis tejidos y mis huesos.
No es querer distinguir
que soy único, solamente explicarme que todo esto que soy yo y que me habita, es
tan vasto como vasto el infinito son los números, como interpreté a un poeta en
su poema: el que es representado por esto que me puebla y son los otros. Oh paradoja de mis ansias, si no soy yo el que
escribe, sino los otros; entonces los otros que conviven en todas las partes de
mi cuerpo, soy yo mismo, también el otro.
Finalmente el espejo
repetido de una historia dentro de otra y en muchas historias de pueblos que me
nacen y me mueren y alguna vez partido en dos no era suficiente Iberia, ni Aztlán,
ni el continente negro, ni este continente tan sufrido que me alberga, puede explicarme
a mi mismo la extraña, misteriosa, ilógica razón por la cual sigo escribiendo.
Así que solamente escribo porque así soy yo, los otros que somos; así me definí y así vivo, así voy a morir y estoy muriendo en otras vidas y viviendo en otras muertes.
Y así me encontrarán
cuando yo no exista; escribiendo para otros los que otros ya han escrito.
Tan intenso, tan bello, tan descriptivo... tan TÚ!!! Una mínima respuesta, porque sé que hay mucho más ahí dentro, a lo que hace poco me pregunté. Sigue, mi querido Moyeto, sigue escribiendo para tí, para otros, para todos. B.
ResponderEliminarGracias mi querida Letty, un abrazo
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